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jueves, 25 de mayo de 2017

Relatos Olicity | Escena Sorpresa: La Cita 4 Parte


Continuamos con este mini relato que a mi particularmente me tiene enamorada.

Lo primero que quiero hacer en esta parte es pedir perdón por si he cometido algún error al poner el nombre de los platos del menú. El francés no es un idioma que maneje fluidamente, no obstante he intentado informarme y ponerlo lo mejor posible. Mar gracias por tu ayuda! Me ha sido muy útil!

No os hago esperar más que sé que lo estáis esperando con ganas.

Mosqueteras mías, gracias por ser mi guía y la voz de mi conciencia. Os prometo que un día os invito a comer. Aunque pueda que sea en un McDonald's 😛
Sin vosotras nada de esto estaría pasando. Una vez más, gracias por todo.

A todos mis lectores: ¡Gracias! por vuestra fidelidad y por vuestra compañía un día más. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

¡AsWriters Forever!

Cita 4 Parte

Sin esperarlo… sin poder frenarse, Felicity se acercó lentamente a él, buscando el roce de su boca. Lo necesitaba, su corazón se lo estaba pidiendo a gritos.
Fue un beso dulce, pequeño, pero lleno de ese sentimiento que les embargaba en cada poro de su piel.
El sosiego del momento era únicamente interrumpido por el sonido de sus besos al romperse. 

Tras un primer acercamiento, sus labios seguían atrayéndose, buscándose por inercia. El latido de sus corazones amenazaba con desbocarse.

Oliver profundizó aquel segundo beso un poco más, atrapando su boca más intensamente, acariciando su rostro con ternura. Ella, intentó corresponder esa caricia, pero sus manos temblorosas no pudieron alcanzarle.

Pausadamente, fueron separándose…encontrándose con la mirada… De repente Felicity fue consciente de lo que había hecho, ¡había besado a Oliver!

-- Oh dios mío. Lo siento…ha sido un impulso.- contestó como empujada por un resorte, como avergonzada por lo que había hecho
-- Felicity…
-- Sé lo que vas a decirme, que no significa nada…pero para mí…

Oliver no pudo aguantar más. Quería acallar sus palabras y lo que era más importante…sabía cómo hacerlo…

Con movimientos rápidos y firmes, pasó la mano por detrás de su nuca atrayéndola con fuerza hacia él, besándola con pasión y entrega, lenta e intensamente. Un beso donde podía descargar todo el deseo contenido, todo el tiempo de espera…todas las veces que había soñado con aquel momento.

Aunque ese gesto la había cogido por sorpresa, no pudo rechazarle, era algo que había anhelado desde el día en que entró en su oficina encandilándola con aquella sonrisa, conquistándola con aquellos preciosos ojos azules.

Sus labios se movían al unísono, encajando perfectamente. La lengua de Oliver rozó ligeramente la suya, sintiendo como el cuerpo de Felicity se sobresaltaba. En ese preciso instante se detuvieron, inspiraron el poco aire que sus respiraciones entrecortadas les permitió, se miraron…sonrieron y sin querer reprimirse se enzarzaron en una deliciosa batalla de poder.

Durante unos minutos no hubo ni misiones que llevar a cabo, ni puzles que resolver, ni delincuentes que perseguir. Sólo existían ellos dos...amándose, disfrutándose...

Poco a poco los besos apasionados fueron dando paso a besos más tiernos y pausados. Felicity emitió un pequeño ronroneo cuando sintió el aire frío de nuevo en sus labios.

Oliver la observó con los ojos aún cerrados, expectante por un nuevo beso compartido.
Ante esa peculiar imagen no pudo más que sonreír acercando sus labios fugazmente a su cuello… mordiéndolo con suavidad hasta conseguir lo que deseaba: un gemido ahogado estremeciendo su cuerpo.

Al separarse volvieron a buscarse con la mirada, compartiendo esa chispa en sus ojos, no lo podían negar...estaban locos el uno por el otro.

-- No vayas a reírte pero...no siento las piernas.

Aquel inocente y espontáneo comentario provocó una pequeña carcajada en Oliver.

-- Puede que no seas la única.

La mano de Oliver acarició su sonrosada mejilla… al sentir su tacto algo áspero, Felicity fue cerrando sus ojos disfrutando de aquel ínfimo pero a la vez cariñoso gesto.

Un inesperado e inoportuno carraspeo, interrumpió su momento de intimidad, trayéndoles de vuelta a la realidad.

-- Siento interrumpirles señor Queen, ¿desean que les tome nota?

Con bastante desagrado pero sin perder la sonrisa, Oliver se separó un poco de Felicity cogiendo una de las cartas que había sobre la mesa. 

-- Sí claro…Ahmmm - empezó a ojear la carta con atención, reparando enseguida, en que sería una buena idea tomar la iniciativa.
-- Te importa si yo…- señaló levemente la carta que tenía entre sus manos para darle a entender que quería ser él quien eligiera
-- Por favor, adelante.
-- Bien, ahmm tráiganos de primero deux Crême d'asperges et crevettes, y de segundo… deux Coq au vin. Merci.- Contestó con una leve sonrisa

El camarero recogió las correspondientes cartas haciendo una pequeña reverencia.

-- El restaurante les obsequia con un entrante de bienvenida: canapé de foie de canard à l'armagnac aux baies. Esperamos que sea de su agrado.
-- No sé lo que es pero suena delicioso.

Oliver la miró correspondiendo su sonrisa.

-- ¿Desean que les traiga algo de beber?
-- Sí, otra botella de vino por favor.
-- ¿Desea tomar la misma o prefiere cambiar?
-- La misma estará bien.
-- Claro señor.

Felicity levantó la mano llamando la atención del camarero puesto que parecía que únicamente estaba Oliver en esa mesa.

-- Respecto a eso…
-- Felicity…

Ella hizo caso omiso de su regañina, efectuando la pregunta que sentía curiosidad por saber.

-- ¿Podría decirme el precio de la botella, por favor?
-- 450 euros señora.

El rostro de Felicity se desencajó notablemente ante la inesperada y aplastante respuesta que casi consigue que se ahogue.

-- ¿Cua…cuatrocientos cincuenta euros? Es más del doble de mi sueldo de becaria….- farfulló para sí todavía intentando asimilarlo
-- ¿Mantengo la botella o prefiere la señora otra cosa?
-- Tráigala por favor.
-- No, no, no…agua…quiero agua. De esa la tendrán normal, ¿no?
-- 150 euros.
-- ¿Ciento cincuenta euros la botella? Pero…pero ustedes dónde van a comprarla. ¿A China? En el supermercado de enfrente de mi casa la venden por el mismo precio pero con un punto en medio.

El camarero que no está acostumbrado a las ingeniosas salidas de Felicity, no puede disimular su asombro así como cierto malestar.

-- Se lo comunicaré al chef. Seguro que acoge la idea con mucho entusiasmo.

Tras estas breves pero clarificadoras palabras, el camarero dirigió su mirada hacia Oliver para saber qué era lo que debía hacer.

-- Traiga una de cada por favor.
-- Será un placer.

Aquel muchacho se despidió sintiendo cierta pena por Oliver  al pensar cómo tenía que ser estar casado con aquella mujer.

Encontrándose de nuevo a solas, se miraron y sonrieron.

-- Intuyo que no vas a decirme qué hemos pedido, ¿verdad?
-- Intuyes bien.
-- Me da la impresión de que tú tienes mucha experiencia en  “SR”.
-- Si te dijera que no, te estaría mintiendo. Y no quiero mentirte.
-- Lo suponía. Tranquilo.- tras una breve pausa continuó.- Este no es mi mundo. Me siento como una niña pequeña perdida en un lugar desconocido.
-- Felicity, me guste o no, tengo un pasado. ¿Me siento orgulloso? No… ¿Puedo borrarlo? No…Pero al menos… estoy intentando ser alguien mejor cada día, compensar… todo lo que hice.

La seriedad y la tristeza con la que pronunció aquellas palabras le hizo darse cuenta de lo importante que era para él.

-- Creo que no te refieres solamente a las copas que dejaste sin pagar en tu época de playboy, ¿verdad?
-- No…- Oliver tragó saliva con dificultad, ya que para él, revivir todas aquellas experiencias no era fácil. Asumir la clase de persona en que lo convertían. Darse cuenta de que quizá, aquellas personas que lo llamaban asesino, estaban diciendo la verdad.

Felicity volvía a verle moverse inquieto, aquel tema era una espina demasiado profunda y quizá él no estaba preparado para sacarla.

-- Oliver… no tienes por qué contármelo.

A pesar de que siempre le había reprochado el no haber contado nunca lo que pasó durante el tiempo que estuvo desaparecido, ahora se mostraba comprensiva. Por primera vez había visto realmente el alcance de su dolor. La tortura interna que le estaba carcomiendo.

Oliver la miró fijamente, veía que ella también estaba sufriendo, estaba preocupada por él, una vez más. Se debatía entre sincerarse con ella arriesgándose  a perderla para siempre, o desnudar su alma ante ella, mostrando sus demonios, su oscuridad… anhelando al fin su perdón. Saber que ella le aceptaría como es, con sus virtudes y sus pecados, le concedería la redención.

-- He hecho cosas terribles. Cosas…que si las supieras, no volverías a verme como me ves ahora. – Un nudo se formó en su garganta, las emociones afloraban.

Al verle tan afectado, algo se le removió por dentro encogiendo su corazón. Le impresionaba verle así.

Oliver Queen era el hombre más fuerte que conocía. Le había visto mantenerse sereno y frío en situaciones en las que la mayoría de la gente habría desesperado. Su fortaleza le había llevado a soportar infiernos de dolor y tormento que a otros los habría arrastrado a una irremediable locura. Y ahora frente a ella, tenía a un hombre destrozado por dentro. Autocastigándose...

Felicity se acercó a él, quería reconfortarle, demostrarle que fuera lo que fuera lo que hubiera hecho, eso no cambiaría nada para ella. Seguiría queriéndole, amándole en silencio, como había hecho desde aquel momento en que sus caminos se encontraron. 

Oliver sintió la calidez de su mano acariciándole…la dulzura de su mirada acogiéndole…mostrándole indulgencia.

-- Sea lo que sea lo que hayas hecho, no va a cambiar quién eres Oliver.
-- Tal vez no soy el hombre que tú crees que soy Felicity.
-- Nada que hayas podido hacer, puede ser tan horrible. Te conozco Oliver, sé la clase de hombre que eres. Y sé, que tienes un corazón puro. Que eres noble y…cariñoso, apasionado.

No pudo reprimir una sonrisa al rememorar el momento íntimo que minutos habían compartido.

-- Todo eso… no forma parte de un asesino.
-- No eres un asesino. Eres alguien que se ha visto obligado a matar, a gente muy mala debo añadir, para proteger a otras personas. Eso no te convierte en el próximo Hannibal Lecter.
-- ¿Y torturar a un hombre hasta la muerte? ¿Matar a alguien a quien apreciaba? O incluso ¿matar a otra persona a  sangre fría y no sentir ningún remordimiento? ¿Disfrutarlo?

La expresión de Felicity mostraba cierta consternación por aquella confesión…no la esperaba.

-- Seguro que hay una buena razón para todas esas cosas.
-- Sí…la hay. Que soy un monstruo. Un asesino.
-- Me niego a creerlo.
-- Felicity…. Es la verdad. Sobrevivir en aquella isla, me cambió…tuve que aprender que sólo una cosa iba a mantenerme con vida…matar antes de que otros lo hicieran. Y para eso, debes dejar de ver a las personas como lo que son… dejas de sentirlas como seres humanos para convertirlos… en tu presa. Porque sólo así puedes seguir adelante, auto engañándote de que estabas haciendo lo correcto, que no tenías otra opción. Pero…cada una de esas almas…consigue arrebatarte un pedazo de la tuya.
-- Escúchame bien…- Su tono de voz era firme y seguro - me da igual todo lo que hayas hecho en el pasado, porque sé que hay una explicación para todas y cada una de esas atrocidades que dices que has hecho y SÉ que será una causa justa. TÚ no eres un asesino frío y calculador. TÚ no matas por placer. Ni haces daño a inocentes, de manera que si le mataste y lo disfrutaste, estoy segura de que era un ser despreciable que se lo merecía. Y el mundo es un lugar mejor sin él. 

Oliver la miraba con asombro y por qué no, con admiración. Aquella mujer tenía una fe ciega en él, una confianza absoluta, y sin embargo… no se sentía merecedor de ella.

-- Aun habiéndote contado todo esto, sigues creyendo en mí. ¿Por qué?
-- Tal vez esto te lo aclare un poco.

Acercó su boca lentamente a él, mirándole… provocándole…

Atrapó sus labios en un beso voraz, arrollador. Sin obtener ninguna resistencia, sus labios se entrelazaron de una manera endiabladamente adictiva, arrebatándoles cada gota de oxígeno de su cuerpo.

Ante la sorpresa de Oliver, Felicity fue deslizando su lengua  poco a poco hacia el interior de su boca. Quería jugar, quería ser ella quién le guiara en busca de placer.

Sin duda alguna, Oliver estaba descubriendo una nueva faceta suya. Un lado sensual que él desconocía, pero que lejos de producirle rechazo alguno, le resultaba  muy estimulante.

Un pequeño ronroneo acompañado de una sonrisa algo traviesa,  marcaron el final de ese apasionado encuentro.

-- Porque te adoro Oliver Queen. Y eso no cambiará nunca.

Oliver buscó su mirada, transparente y sincera. Le encantaba perderse en aquellos preciosos ojos azules.

-- Si no estuviéramos aquí…te demostraría exactamente cuál es mi respuesta a eso.- estas palabras las susurró cerca de su oído, en un tono sosegado,  no porque tuviera miedo de ser escuchado, sino porque deseaba ver cómo su cuerpo reaccionaba ante ellas.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios al sentir una leve inspiración contenida.

-- Si no estuviéramos aquí…ya habríamos pedido que nos prepararan la comida para llevar. – contestó muy sonriente aceptando su juego
-- Podemos hacerlo.
-- ¿Y perderme el fantástico postre de chocolate que he visto antes? Me parece que no.
-- Sorpréndeme.

La sonrisa aún no había desaparecido de sus labios, y eso era debido a que,  aunque  siempre habían tenido sus momentos de tensión, de coqueteo… nunca habían traspasado la línea más allá de unos pocos centímetros. Pero ahora, no sólo la habían rebasado con bastante ventaja sino que además  aquello que les frenaba, había desaparecido. 

-- ¿Crees que no soy capaz de pronunciarlo?

La pregunta llegaba con cierta indignación.

-- Por favor, nunca opinaría eso de la gran Felicity Smoak. Únicamente siento curiosidad.

Oliver retrajo sus labios hacia adentro, eso era una señal de que estaba conteniendo su risa.

-- Vas a tener que tragarte tus palabras.- carraspeó aclarándose la voz  suplicando al cielo no equivocarse.- El postre que quiero es un: Coulant de Chocolat

Tras asimilar que no se había equivocado demostrando además una perfecta pronunciación,  sonrió orgullosa haciéndole una cariñosa burla a su acompañante.

-- Supera eso.
-- Estoy gratamente sorprendido. Va a ser difícil de mejorar.

Aunque seguía burlándose de ella, su cálida sonrisa le demostraba que no iba en serio.

-- Y lo he aprendido yo solita.
-- Un gran trabajo, sí señor.- Oliver asentía dándole más énfasis a sus palabras.- Pero me surge una duda. ¿Sabes lo que es? – Aunque claro está, no iba a desperdiciar la oportunidad de seguir chinchándola
-- Esa pregunta ofende caballero. – Levantó su dedo índice golpeando suavemente el pecho de Oliver.- Puede que no sepa francés, pero…toda comida o postre que lleve chocolate ha pasado por mis manos.
-- Entonces supongo que el mundo del chocolate no tendrá secretos para ti.

Felicity iba a contestar pero decidió ser cautelosa. Conociendo a Oliver, no estaba totalmente segura de que esa frase no tuviera un doble sentido. Y lo que era todavía peor, estaba segura que fuera lo que fuera, ella no lo habría practicado nunca. 

-- ¿Puedo usar el comodín de la llamada?

Oliver sonrió abiertamente. Adoraba a esa mujer. Adoraba todas y cada una de sus reacciones, adoraba su carácter, su fuerza y su determinación. Contemplándola no podía dejar de pensar en lo afortunado que era. En aquel preciso instante supo que su vida ya nunca volvería a ser la misma. Que su vida sin ella ya no tenía sentido.
En su interior Oliver sentía que estaba en deuda con Diggle, puesto que le había brindado el mejor que podría haber imaginado: ser feliz.

Continuará...

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