Bueno, lo prometido es deuda. Aquí tenéis la siguiente parte de esta maravillosa historia. Espero que os guste tanto leerla como a mí escribirla.
De todas las escenas que he escrito sobre ellos, para mí ésta es super especial puesto que nos robaron y nos siguen robando, el poder tener una cita normal en la serie, de manera que quise compensarlo de alguna forma con esta cena.
Espero haberlo conseguido. ¡Ya me contaréis qué tal os ha parecido!
Muchas gracias a todos los que me leéis historia tras historia y sobre todo a mis niñas, sin ellas estaría perdida. Gracias por estar conmigo cada día. ¡Os quiero! Aswriters Forever!
¡Disfrutad mucho!
Capítulo 2
-- Volviendo a un
tema que me interesa. ¿Hay algún ex novio del que tenga que preocuparme?
-- ¿De todo lo que
he dicho sólo te has quedado con eso?
-- Ahmm, me
interesa saber si tengo competencia.
-- Nadie en su sano
juicio sería capaz de aguantarme.
Con gesto
sorprendido tras ese pequeño puñal recibido, Oliver le contestó.
-- Gracias por la
parte que me toca.
-- Como dijo Dig
una vez, tú nunca fuiste normal. Pero que conste que es con cariño.
Oliver asentía con
su sonrisa de CEO, aguantando estoicamente otro puñal envenenado, que de haber
sido otra persona la que lo lanzaba su reacción habría sido distinta.
Al notar que estaba
un poco molesto, se acurrucó con él haciéndole alguna que otra caricia.
-- Anda no te enfades.
Si ya sabes que me encanta cómo eres. – su tono de voz meloso fue acompañado de
un beso dulce en los labios, pensando que así se ablandaría.
Oliver la miró de
reojo, acercándose a escasos milímetros de su boca.
-- Esta noche,
cuando te quite el vestido, pienso cobrármelo.- sus palabras, convertidas en un
susurro sensual y provocador, conllevaron
que el cuerpo de Felicity se estremeciera de placer.
Ella quiso buscar
su boca, saciar su sed…pero él se apartó, besándola con ternura en la comisura
de los labios. Estaba poniéndola a prueba. Quería saber hasta dónde era capaz
de aguantar.
Felicity exhaló
todo el aire a través de su sonrisa.
-- ¿Quieres jugar?
Yo también sé jugar.
-- Estoy deseando
verlo. – una sonrisa pícara se dibujó en sus labios mientras probaba un pequeño
sorbo de su copa
Ninguno de los dos
desvió la mirada, estaban disfrutando de aquel momento, explorando esa nueva y
refrescante intimidad existente entre ellos, que aunque todavía estaban
aprendiendo a compartirla…muy pronto les llevaría a descubrir mundos
desconocidos llenos de placer y muchas sorpresas.
Para cualquier otra
pareja mantener esa tensión sexual hubiera sido frustrante, pero para ellos
resultaba algo estimulante. Habían descubierto el aliciente que tenía poder
provocar al otro obteniendo la respuesta deseada.
Imitando a Oliver,
Felicity también bebió de su copa. Era su forma de decirle que no iba a
achantarse.
Las miradas
prodigadas se sentían como mandíbulas hambrientas dispuestas a devorar su
presa.
Era increíble la
manera en que ambos poco a poco habían conseguido encajar, amoldándose perfectamente
el uno al otro, a pesar de ser tan diferentes.
Desde la primera vez
que se vieron, algo había surgido entre ellos… una llama emergente, una
atracción mutua abrumadora que fue dando forma a un amor intenso, estable y
fuerte.
Como Oliver había
mostrado cierto interés en su vida amorosa, eso le había abierto la veda a
ella.
-- Bien, ya que tú
has preguntado por mis ex novios, los cuales se reducen a una lista bastante
corta, yo quiero hacer lo mismo.
Oliver apretó los
labios en señal de incomodidad, no entendía demasiado bien el interés de su
chica por conocer cierta parcela de su pasado.
-- ¿De verdad
quieres entrar en ese terreno?
Felicity inspiró
aire con fuerza soltándolo de golpe. Era cierto que era un tema escabroso para
ella, pero si querían empezar su relación de una manera correcta, basada en la confianza, no debía haber nada
que se interpusiera entre ellos.
-- Si estamos
dispuestos a dar este gran paso, no quiero que haya secretos entre nosotros. Y
es evidente que este asunto es una gran piedra en el camino. – Tras una breve
pausa en la que meditó con mucho cuidado sus palabras prosiguió.- No quiero que cuando estemos mal por cualquier
otro motivo, esto suponga un problema.
Oliver entendió el
mensaje. Asintió dándole pie a que formulara aquello que la inquietaba, ya que
él estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para que funcionara.
-- ¿Cuántas ha
habido antes que yo?
-- No tantas como
la gente cree.
-- No tantas tirando
a 5 o más bien a 20
-- Tal vez tirando
más a 50.
La cara de Felicity
era completamente transparente para él, no pudiendo ocultar su sorpresa y
desagrado ante aquella nueva información.
-- Vaya… ¿y crees
que la gente te sobreestima?
-- Estar con
alguien… sexualmente hablando, no implica sentir nada por esa persona. .- Al
ver el dolor reflejado en su rostro, él quiso matizar. - No me siento orgulloso
de ello.
Intentando ir
asimilándolo Felicity continuó.
-- Bien, en ese
caso…mi siguiente pregunta debería ser ¿con cuántas has sentido algo?
Oliver inspiró con
fuerza.
-- La lista es
corta. Solamente dos.
-- Laurel y
Sara….por supuesto.
Oliver pudo
percibir en su tono de voz un atisbo de enfado y ¿celos quizá?
-- Sara y Shado.
Eso sí que no se lo
esperaba. Su querida amiga del alma no estaba en la lista…
-- Por Laurel… ¿no
sentías nada?
-- Nada que
implicara quererla como pareja.
-- Y con Sara sí.
Claro ella es fuerte, guapa, inteligente…
La tristeza la
abordó al recordar aquellos días en los que Sara estuvo con ellos en la
guarida. Recordaba esa sensación de vacío… ese sentimiento de intentar encajar
en un grupo ya unido… siendo todo ello provocado por el hecho de que Sara era
perfecta… sabía hacerlo todo: pelear, analizar cosas, encontrar información… y
además era lo suficientemente independiente como para poder salir a patrullar
con el equipo sin ser una carga para ellos.
A pesar de que ante
Oliver siempre lo negara, en aquel momento, Felicity se sintió desplazada.
Pensaba que si tenían a Sara, ella ya no era útil ni necesaria dentro del
equipo. Sensación que se vio acrecentada al ver cómo Oliver acababa saliendo
con ella. Ese fue el estoque final.
Lo que ella nunca supo es que Sara sentía
celos de ella, la envidiaba por la forma en que Oliver la miraba…cómo estaba
siempre pendiente de ella. Cómo la trataba… con ella, Oliver era distinto... más
dulce, más atento, más risueño.
Le dolía no ser la
receptora de todas sus atenciones, como hasta ahora.
Aunque por encima de todo eso, le dolía
saber que a ella nunca la trató así. Ni siquiera cuando se suponía que tenían
algo entre ellos.
Todos aquellos recuerdos también acudieron a la mente de Oliver, quién al darse cuenta de que para Felicity esa herida seguía abierta, intentó resarcirla de aquello.
-- No fue por eso.
Entre Sara y yo había atracción, sí, pero no era lo bastante fuerte. En nuestro
caso prevaleció más nuestra amistad. Aunque no hubiésemos naufragado en la
isla, no habría funcionado.
Ante el silencio de
su compañera, decidió darle un último regalo.
-- Sara antes de
llegar a la isla, no era capaz de hacer ni la mitad de cosas que tú sabes
hacer. Tuvo que aprender a sobrevivir, esa es la única diferencia.
-- Gracias.- una
leve sonrisa se formó en sus labios como cortesía por sus palabras.- Pero eso no borra el hecho de que cuando Sara
volvió, lo primero que hiciste fue salir con ella.
Aunque intentó que
no sonara como un reproche, no pudo, esa espina la tenía muy clavada.
-- Es cierto, y me
arrepiento.- tras unos breves segundos de pausa continuó.- Yo... sentía algo por ti, algo muy fuerte, algo que no había sentido
por nadie. Y me asusté… Teniendo en cuenta el tipo de vida que llevaba y todo mi pasado, creí que lo mejor era
mantenerte alejada de mí. Entonces Sara
llegó… y creí que al estar con ella quizá podría olvidarte... que aquello era lo correcto
porque a pesar de haber visto lo peor de mí, seguía estando a mi lado. Pero
me equivoqué… Cuando la besaba o estaba con ella, mi mente estaba con otra
persona y eso me hacía sentirme un ser despreciable. No podía
hacerle eso a Sara. No era justo.
Tras escucharle,
una parte de su corazón se sintió aliviado, por primera vez en mucho tiempo esa
pesada carga estaba desapareciendo.
-- Te agradezco tu
sinceridad. Siempre me pregunté por qué rompiste con ella.
-- Pues ya lo
sabes.
Felicity desvió
momentáneamente la mirada hacia la mesa, sopesando si debía o no realizar esa
pregunta, si la respuesta no era la que esperaba, el dolor sería insoportable,
sin embargo necesitaba saberlo.
Levantó la mirada hacia él, decidida pero inquieta. Oliver supo que estaba a punto
de preguntar algo que para ella era importante.
-- ¿Ocurrió lo
mismo en Rusia aquella vez? ¿Con ella?
Felicity esperaba
que quizá Oliver esquivara esa pregunta o le diera una respuesta que desviara
su atención hacia otra cosa, pero para su sorpresa, Oliver esbozó una sonrisa.
-- ¿Sinceridad
Absoluta?
Temiéndose lo peor,
Felicity asintió con la cabeza mientras intentaba que la saliva recorriera su
garganta.
-- No era a ella a
quién quería en mi cama.
Sus miradas se
buscaron en silencio. Aquello era un momento importante para ellos.
Felicity se debatía
entre la estupefacción por esa confesión y el entusiasmo que ella englobaba,
aunque no podía perdonarle que se acostara con ella.
-- Podrías haber
venido a buscarme…- sus palabras fueron casi un susurro en sus labios.
Oliver acogía esa
propuesta con bastante sorpresa. Nunca hubiera imaginado que Felicity hubiera
accedido a ello. No sin haber antes una relación de por medio al menos.
-- ¿Habrías
aceptado acostarte conmigo?
-- Ya nunca lo
sabrás.
Felicity consiguió
mantenerle la mirada mientras en sus labios se dibujaba una gran sonrisa victoriosa. Su intención de
hacerse la interesante había surtido efecto. Oliver estaba nervioso ante la
idea de haber podido tener algo con ella en aquella ocasión.
-- Supongo que me
lo merezco. Es justo.
Oliver sonrió
admitiendo la derrota, debía reconocer que había sido un buen golpe.
-- Odiaba a esa
mujer.- confesó Felicity casi como si fuera un pensamiento en voz alta.
-- No te molestabas
en ocultarlo.
-- No soy
hipócrita, aunque ella tampoco es que fuera demasiado disimulada al respecto.
La gran sonrisa que
se dibujó en los labios de Oliver, le hizo saber que había algo más detrás.
-- ¿Qué me estás
ocultando Oliver?
-- Puede que yo
tuviera algo que ver con eso.
-- ¿Acaso vas a
decirme que ella sabía que me querías y que por fastidiarme a mí, se acostó
contigo?
-- Creo que fue un
cúmulo de cosas. Que sabía que yo te quería… Que yo le atraía… Que quisiera
fastidiarte y que yo susurré tu nombre en cierto momento delicado.
A Felicity le costó
un par de segundos analizar todos los elementos que constituían esa frase, entreabriéndose
sus labios desmesuradamente al comprender a qué momento delicado se refería.
-- ¿Susurraste mi
nombre?
-- Sí…
-- ¿En ese preciso
momento?
El entusiasmo ya
era desbordante dentro de ella. Esa era su gran victoria sobre Isabel Rochev.
-- Sí... – aunque
Oliver sonreía, su sonrisa era más debido a la vergüenza que al
arrepentimiento. Él no se arrepentía de haberlo hecho, fue un acto espontáneo e
inconsciente.
Se alegraba de haber podido ayudar a su chica frente a una de sus
“rivales”.
Felicity no podía
ocultar su felicidad ante aquel descubrimiento, tanto que casi estaba dispuesta
a perdonarle ese incidente.
-- Hubiera dado cualquier
cosa por verlo. Su cara…quiero decir.
-- Puedo
adelantarte que no fue nada agradable.
-- Me lo imagino…
Ahora entiendo por qué se apresuró tanto para que os pillara.
-- Intuyo que fue
un buen golpe a su ego de mujer.
Pese a que el tema
era difícil de tratar, no evitó que estuvieran relajados y sonrientes. Aquella
cena estaba teniendo algo muy bueno, poder resolver todos los puntos pendientes
entre ellos, permitiendo así, el poder comenzar desde cero.
El camarero viendo
que podía retirar los entremeses, procedió a traer el plato principal, algo que
Oliver esperaba que a Felicity le gustara, ya que todavía no conocía del todo
sus gustos culinarios.
Con sumo cuidado
cada plato fue colocado delante de su comensal, en espera de ser degustado.
-- Esperamos que
sea de su agrado. Que lo disfruten.
-- Gracias.
–contestaron los dos agradecidos del buen trato que estaban recibiendo por
parte del servicio.
Cuando el camarero
estaba dirigiéndose hacia la puerta, cayó en la cuenta de que tenía algo más
que decirles.
-- Si los señores
lo desean pueden ir encargando el postre.
Oliver y Felicity se
buscaron con la mirada, compartiendo una sonrisa cómplice.
El camarero dirigió
su atención hacia Oliver esperando una respuesta pero esta vez no era él a
quien le correspondía hacerlo.
-- En esta ocasión
será ella la que decida.
El camarero inspiró
aire esperándose que cualquier cosa pudiera salir de esa boca tan poco dada a
contener lo que piensa, pero para su asombro resultó ser una respuesta normal,
muy normal para ser ella.
-- Nos gustaría
probar... un coulant de chocolat por favor.
-- Como usted
desee. En los postres, ofrecemos dos opciones. Una individual para cada comensal
o una propuesta de mayor tamaño para compartir.
-- Para compartir.
– contestaron al unísono provocando que ambos sonrieran
El camarero sonrió,
aquella atípica pareja empezaba a caerle simpática.
-- Como deseen.
Antes de que el
camarero se retirara, Oliver le retuvo con su mano.
-- Avec une
cuillère, s'il vous plaît.
-- Certainement
Monsieur.
-- Merci.
Cuando se
encontraron a solas, Felicity sintió curiosidad por saber qué era lo que le
había dicho al camarero.
-- ¿Qué le has
dicho?
-- Pronto lo sabrás.
Su sonrisa era un
claro indicativo de que fuera lo que fuera lo que escondía, le iba a gustar,
por lo que decidió dejarlo pasar pudiendo de esa manera concentrarse en el
apetitoso plato que tenía ante ella.
Por la forma de su
piel y de su presentación, ella juraría que era pollo, pero viendo cómo estaba
desarrollándose la noche, se esperaba cualquier cosa.
La pieza estaba
cuidadosamente colocada sobre una cama de verduras al vapor ligeramente
salteadas con una cebolla caramelizada, napada con una salsa oscura, cuyo tono
rojizo le hizo pensar que podría ser vino tinto.
No queriendo
retrasar más el momento, cortó un trozo pequeño y se la llevó a la boca,
saboreando cada nuevo matiz que se desprendía en su paladar.
-- Uhmmmmmmmm, está
delicioso. Nunca había probado un pollo tan rico.
Oliver la miraba
embobado, no sabía quién estaba disfrutando más de aquel momento si ella, o él.
-- Me alegro de que
te guste.
Siguiendo los pasos
de su compañera, Oliver procedió a seguir degustando aquella exquisita obra
maestra culinaria.
-- Bien, creo que
es mi turno.
Felicity enseguida
supo leer entre líneas. Oliver también quería deshacerse de sus propias
espinas.
No podía negarse ni
culparle por ello, puesto que él se había abierto con ella de una manera que
hasta a ella misma le había sorprendido, no vetando por el momento, ningún
tema, por muy peliagudo que resultara para él.
Sabía que el tema de su pasado
como playboy le incomodaba y que el haberse acostado con Isabel Rochev no era
de sus temas preferidos.
Sin saber muy bien
por dónde le iba a salir, ella le miró expectante.
-- Me parece bien.
Adelante. ¿Qué quieres saber?.- preguntó dando un pequeño sorbo a aquel delicado vino rosado que había pasado a ser de sus vinos preferidos.
Oliver se puso
serio por primera vez. Para él, esto era algo que le había estado persiguiendo
durante demasiado tiempo, necesitaba saber qué había ocurrido en realidad,
aunque no por ello le infundía menos respeto o miedo lo que pudiera recibir a
cambio.
-- ¿Tuviste algo
con Barry?
Esa pregunta fue
para ella algo inesperado, no entendía que eso supusiera un problema para él
por encima de otras cosas más graves.
-- No! Barry fue y
sigue siendo, solamente, un buen amigo.
Una sonrisa
nerviosa acudió a él, relajando su cuerpo. El primer mal trago ya había pasado.
-- ¿Te preocupaba
que entre Barry y yo hubiera pasado algo?
-- Bueno… se os
veía siempre tan bien juntos… que era inevitable pensar que podías sentirte
atraía por él.
Felicity empezó a
reírse, le resultaba muy divertido ver esa faceta tan poca conocida de él: los
celos.
-- Y eso te
carcomía por dentro. Admítelo.
-- Debo reconocer
que un poco sí.
-- Barry… era todo
lo opuesto a ti. Alegre, despreocupado, extrovertido, no le importaba mostrar
sus sentimientos ni su pasión por lo que hacía… Y lo cierto es que me sentía
muy a gusto a su lado.
Oliver no pudo
disimular que aquello le dolía. Una cosa, era presuponer algo y otra muy
distinta oírla de la persona que amas.
-- Pero… no podía
salir bien. Los dos estábamos enamorados de algo inalcanzable.
-- ¿Me veías como
algo inalcanzable?
-- Eras el gran
Oliver Queen. Rico, guapo, interesante para cualquier chica… Cómo ibas a
fijarte en una chica como yo. Era de locos.- Una sonrisa melancólica acudió a
sus labios
-- Para mí, tú
también eras algo inalcanzable. Eras todo lo que deseaba tener y que me había
sido arrebatado. Paradójico, ¿no crees?
-- Sí… Y también
creo que si nos hubiéramos dado la oportunidad de sincerarnos el uno con el
otro, nos habríamos ahorrado mucho sufrimiento.
-- Touché.
Aquellas palabras
no podían albergar mayor verdad. Ambos se querían, pero siempre había habido una
barrera que les separaba de una forma u otra.
Oliver cogió su
copa despacio, acercándola a su boca, quería saborear aquel exquisito vino antes de adentrarse de pleno en una arena movediza de la que no estaba seguro de poder salir airoso ya que esta espina estaba mucho más profunda que la anterior.
-- Háblame de Ray.
-- ¿Qué pasa con
él?
Distraídamente
cogió un poco de esas sabrosas y ricas verduras que tanto le habían gustado y
que junto con el vino tinto conformaban un conjunto muy armonioso en su boca.
-- ¿Sentiste… algo
por él?
Esa pregunta se
atropelló en su garganta, no le era fácil pronunciarla. Felicity le observó, podía ver su miedo, su
incomodidad.
-- Te mentiría si
te dijera que no. Y… aunque no quieras escucharlo, todo lo que pasó con Ray fue
como consecuencia de una decisión que tú tomaste.
Oliver no pudo
mantenerle la mirada, le dolía en lo más profundo de su corazón.
-- Lo sé y asumo
toda la culpa. Pero no podía encadenarte a mí Felicity, no podía ser egoísta y
arrastrarte conmigo a una vida llena de oscuridad y sufrimiento. Tú te merecías
mucho más de lo que yo podía ofrecerte.
-- Eso era una
decisión que me correspondía a mí, no a ti. No tenías derecho a arrebatármela.
-- Lo siento… Hice
lo que creía que era mejor para ti.
-- Tu rechazo me
destrozó. Tuve que auto obligarme a seguir adelante para no hundirme, me auto
obligué a sentir algo por él… en un vano intento por olvidarte.
A pesar del tiempo
transcurrido, esa herida aún no había cicatrizado del todo, para ninguno de los
dos.
-- ¿Fue algo serio?
Por primera vez al
mirarle, no vio miedo, sino un profundo dolor. Sin embargo, no iba a permitir
que la cuestionara ni le reprochara nada.
-- Si tu pregunta
es si intimamos, la respuesta es sí.
Un puñal atravesó a
Oliver de mitad a mitad. Sabía que no podía reprocharle nada pero no por ello
era menos doloroso.
Felicity podría
haberse negado a contestar, podría haberlo dicho de diferente manera
suavizándolo…pero una parte de ella deseaba decirlo. Deseaba egoístamente que
él sintiera una mínima parte del dolor que ella sintió, pero al verle sufrir de
aquella manera, sintió remordimientos.
-- Oliver, lo
siento… No pretendía…
-- Tranquila, lo
entiendo. No te estoy juzgando. Tenías derecho a ser feliz y él… era todo lo
que yo nunca podré ser.
-- Oliver, no hay
nada que Ray pueda hacer que tú no puedas. – Rápidamente pensó en lo que había
dicho y se rectificó.- bueno…tal vez haya alguna que no, pero no por ello eres
inferior a él. Tienes muchísimas cualidades que él jamás tendrá. Cosas que te
hacen único y especial.
-- ¿Cómo por
ejemplo?
-- Tu fuerza, tu
constancia, tu carisma, tu instinto. Tu templanza para enfrentarte a las cosas
sabiendo qué es lo que hay que hacer en cada momento. Eres un buen líder.
-- Eso pierde un
poco de valor ante el hecho de poder construir un traje autónomo de combate.
-- Eso son sólo
conocimientos, se pueden adquirir con mayor o menor esfuerzo. Pero lo tuyo es
innato. Algo con lo que se nace.
-- Sabes, en muchos
aspectos Ray me recordaba a ti. Os veía juntos, compenetrándoos tan bien…que
sentía que era yo el que no encajaba.
-- Es verdad que
Ray y yo éramos muy parecidos. Teníamos muchas cosas en común, pero no tenía
nada que hacer. Yo ya había encontrado a mi otra mitad.
Sus miradas se buscaron, albergando esa intensidad que les había acompañado durante
toda la cena.
-- Nadie me ha
hecho sentir tanto como tú. Contigo me siento viva. Contigo puedo hablar aunque
no nos digamos nada. Sabes lo que estoy pensando con solo mirarme… Y eso no lo
pudo conseguir ni Barry, ni Ray ni nadie. Sólo tú.
Oliver la devoraba
con la mirada, no podía apartarla de ella, lo tenía totalmente hipnotizado…
Colocó la mano suavemente en su nuca, acercándose poco a poco a ella…buscando
su boca en un beso cargado de ternura, dulce. A ese le siguieron otros más
cortos, como si quisieran retrasar el momento de la separación.
-- Perdóname…
Su voz era una
súplica, un ruego desde lo más profundo de su alma.
Cerró los ojos
apoyando su frente en ella…Necesitaba pedirle perdón,compensar todo el daño
que le había causado.
-- Bésame.
Fue todo lo que tuvo que decir, puesto que
para ella, aquello que tanto había anhelado por fin le había sido concedido.
Ante su petición,
Oliver no dudó, fue acercándose lentamente a esos labios que habían estado
provocándole, incitándole a caer en la tentación, hasta fundirse con ellos en
un beso pasional, desenfrenado y muy deseado.
Al sentirse contagiada por su
entrega, Felicity quiso ir más allá… Con movimientos suaves fue rodeándole el
cuello con sus brazos, apretándole contra su pecho.
El suave y húmedo
tacto de la lengua de Oliver iba abriéndose camino hasta llegar a su objetivo:
Jugar con ella, desencadenando esa deliciosa lucha de poder dónde anhelaban
perderse, disfrutar y redescubrirse.
Aquellas manos algo
más ásperas fueron bajando por su cintura hasta llegar a algo que le estaba
volviendo loco, sus muslos… Empezó a acariciarlos, surgiendo en ella un pequeño
ronroneo que consiguió que el cuerpo de Oliver reaccionara bruscamente.
Con esfuerzo, con
mucho esfuerzo… sus labios pudieron separarse escasamente unos milímetros,
permitiéndoles recuperar el poco aliento que sus entrecortadas respiraciones
les permitía.
Llegados a este
punto, Oliver tuvo que ser sincero. No podía seguir reprimiéndose ni
luchando contra su instinto.
-- Felicity…
-- ¿Qué?...
-- Si no me separo
de ti ahora, no podré seguir controlándome.
Una gran sonrisa se
dibujó en los labios de su chica. Sus ojos albergaban esa ternura tan propia de
ella, mezclada con esa sensación de deseo que la estaba consumiendo.
La cena y el poder
estar a solas con Oliver de esa forma tan especial, había sido un maravilloso e
inesperado regalo para ella, algo que pasara lo que pasara, jamás olvidaría. Sin
embargo, ya no podía conformarse solo con eso. Quería mucho más.
Las dudas que la habían asaltado al comienzo de aquella cena, habían desaparecido. Oliver le había
demostrado que sus sentimientos eran sinceros, siendo lo más importante para
ella, que estaba dispuesto a luchar por su relación, por ella. A partir de
ahora todo iba a ser diferente.
-- ¿Qué te
parecería que el postre lo termináramos en mi casa?
A Oliver le encantó
ver esa sonrisa llena de picardía.
-- Me encantaría.
Felicity sujetó su
barbilla uniéndose a él en un beso corto pero intenso.
-- Entonces, ¿a qué
esperamos?- contestó con su bonita sonrisa
Oliver no pudo
evitar contagiarse de su ilusión ya que ambos estaban ansiosos por dar el siguiente
paso, por compartir esa nueva etapa juntos.
Con un simple gesto
de su mano le indicó al camarero que entrara.
-- Envuélvanos el
postre para llevar, por favor. – abrió su cartera ofreciéndole dinero
suficiente para cubrir la cena y sacarse una buena propina, ya que si algo
había aprendido en estos años era a saber agradecer que se portaran bien con él.
-- Claro señor.
Una vez a solas, Felicity recordó su pequeño
incidente con cierta botella de vino. No pudiendo dejarlo pasar, quiso insistir
nuevamente en pagar su deuda.
-- Me gustaría
compensarte por lo de la botella. Déjame hacerlo.
Oliver observó ese
precioso rostro que amenazaba con
empezar a hacer pucheros si no la dejaba cumplir con lo que le pedía. Pareciéndole algo entrañable, le resulto imposible negarse.
-- De acuerdo.
Ella, complacida,
fue a abrir su bolso pero las manos de Oliver se posaron sobre ella
impidiéndoselo. Ella le miró confundida, observando cómo Oliver simplemente
sonrió, se acercó a sus labios y los besó lentamente.
-- Estamos en paz.-
le susurró con una sonrisa
Aunque no se le
había ocurrido a ella, esa nueva forma de pago le resultaba mucho más
atractiva, además de económica, todo sea dicho de paso.
-- Sabes, me gusta tu método. Podríamos ponerlo en práctica más a menudo.
A los pocos minutos,
el camarero regresó con un paquete perfectamente envuelto, como si de un
preciado regalo se tratara. Fue entonces cuando Oliver supo que había llegado
el momento de abandonar aquel lugar y dirigirse hacia el que sería el principio
de su nueva vida juntos.
De los dos, él fue
el primero en levantarse. Estaba impaciente por poder estar a solas con ella,
disfrutando de ella, sin nadie que les interrumpiera.
Demostrando esa
caballerosidad innata en él, Oliver le tendió su mano a Felicity ofreciéndose a
ayudarla.
-- ¿Lista?
Una sonrisa de
picardía en su rostro, provocó en Felicity que esas mariposas que antes
revoloteaban por su estómago… iniciaran una agitada danza dentro de ella.
-- Más que nunca.
Ella no solo aceptó
su ofrecimiento, sino que entrelazó sus manos en un gesto cariñoso lleno de
complicidad, que él acogió totalmente rendido ante ella.
Sonrientes,
nerviosos pero ante todo muy felices se dirigieron hacia la puerta de entrada, donde
les esperaba el camarero que les había acompañado durante la cena.
-- Esperamos que
hayan disfrutado de su velada señores Queen.
-- Ha sido
perfecta.- se apresuró a contestar Felicity ante el regocijo de Oliver.
El muchacho le
ofreció el cambio de la factura, pero él muy amablemente lo rechazó.
-- Quédeselo. Se lo
ha ganado.
-- Muchas gracias
señor Queen. Es muy generoso de su parte.
El chico no podía
ocultar su alegría, la cantidad que había recibido era bastante alta. Con tres
clientes más como él, el mes lo tendría cubierto.
Dejando un poco atrás a Oliver, Felicity se
adelantó unos cuantos pasos para poder sentir el aire fresco de la noche,
admirando ese precioso manto estrellado.
Quedarse en silencio, simplemente
contemplando el cielo, era algo que le encantaba desde niña, y que sin embargo, debido a su
trabajo nocturno había perdido la oportunidad de hacer.
Sintiendo la humedad de la noche sobre su
piel, fue consciente de que debido a los nervios acumulados antes de su gran momento, había olvidado algo importante en casa: su chal. Por instinto, se abrazó a sí misma, frotando
las manos contra su cuerpo para así poder entrar en calor.
Intentando no
pensar en ello, dejó volar su imaginación hacia lo que para ella era un momento decisivo, no sólo porque ello implicaba compartir un momento muy íntimo
con él, sino por cómo eso afectaría a sus vidas de manera irreversible.
Estaban a punto de
cruzar una línea de la que no podrían volver, siendo inevitable preguntarse qué
pasaría entre ellos ahora. Si no salía bien...¿podrían seguir trabajando juntos?
¿Serían capaces de llegar hasta el final? O por el
contrario se frenarían, prefiriendo ir más despacio. Por las señales que se habían
enviado durante la cena, ella estaba segura de que Oliver lo deseaba tanto
como ella, pero quizá siendo racionales, lo mejor era mantener un poco la cabeza fría, meditar lo ocurrido e ir poco a poco.
Al imaginarlos a los dos en la cama, no podía evitar sentirse insegura. Conocía de sobra el pasado de Oliver, sabía que había estado con muchas mujeres, la mayoría modelos, chicas con un cuerpo de escándalo… por lo que le surgía la inevitable pregunta de: ¿estaré a la altura? ¿disfrutará igual conmigo?
Absorta en sus
pensamientos, no percibió que Oliver había conseguido alcanzarla, envolviéndola
suavemente con su abrigo. Sin esperarlo, una cálida y agradable sensación la
reconfortó.
-- Oliver no…hace
frío.
-- Por eso quiero
que te lo quedes tú.- viendo que ella seguía reticente, insistió…- Tranquila
estoy bien.
Feliz,
se dejó acurrucar bajo su cobijo, percibiendo una vez más ese perfume que la
embriagaba. Sonrió para sí, al recordar cuando en sus primeros días trabajando
juntos como jefe y secretaria, cada mañana, deseaba poder llegar pronto a la
oficina para así poder disfrutar ese aroma tan masculino y sexy, que la hacía
soñar con una noche romántica y apasionada con el hombre que permanecía justo a
su lado.
Al girarse, observó
que Oliver llevaba la preciada caja en su mano.
-- Estoy deseando
probarlo. – como un acto casi reflejo, mordió su labio inferior
-- Yo también.
Una sonrisa
traviesa tomó forma en sus labios mientras en sus miradas se podía ver destellos de
esa pasión hasta ahora contenida, augurando que lo mejor estaba por llegar.
-- ¿Podemos irnos
ya?
-- Sí. El taxi está
de camino ya.
Oliver entrelazó
sus dedos con ella, acariciándola con suavidad.
-- Esperemos que no
tarde mucho sino el postre se enfriará. Y sería una pena.- comentó Felicity
-- Siempre podemos
volver a calentarlo. O darle otro uso.
El tono que envolvió
esas palabras le hizo darse cuenta de
que había una clara segunda intención. Rápidamente decenas de imágenes pasaron
por su mente recreando todas las formas posibles de usar el chocolate que se le
ocurrían. La más suave de ellas, hacía que su cuerpo se deshiciera como un
flan.
-- Suena
interesante.- esbozó una leve sonrisa
-- Contigo, lo
será.
Oliver buscó el
contacto de su mirada. Se decían tanto
con tan poco… Podía percibir su inseguridad, su miedo ante lo que estaban a
punto a enfrentarse. Era consciente de que aunque no sería su primera vez, teniendo
como punto de referencia su “intensa” vida social, era difícil no sentirse
intimidada, y él no quería que bajo ningún concepto ella se sintiera menos que
las demás, puesto que ninguna de las mujeres con las que había estado le
llegaba tan siquiera a la suela del zapato.
-- Ey.
Sujetó con ternura
su barbilla, obligándola a seguir mirándole. Con un movimiento suave fue
acercándose a ella lentamente hasta fundirse con sus labios en un beso tierno,
que poco a poco fue volviéndose más intenso y exigente.
-- Cambiaría toda
mi vida anterior, por un solo momento contigo. Lo que siento cuando estoy contigo, cuando me tocas... no lo he sentido con nadie Felicity. Y cuando
estemos juntos, será increíble.
Al oirle decir eso, la inseguridad de Felicity se convirtió, en parte, en una adoración abolsuta hacia aquel hombre.
Eso era lo mágico de su relación, esa simbiosis que les unía.
Sin decir nada, Oliver había captado aquello que la inquietaba intentando hacerlo desaparecer, y justamente por ese tipo de detalles, Oliver Queen era único, especial, e irremplazable para ella.
-- ¿Con fuegos artificiales y esas cosas?.- preguntó con una gran sonrisa
-- Con fuegos artificiales y todo.- contestó correspondiéndola.
-- ¿Incluso más que aquella
noche con esa famosa stripper?
Oliver intentó
traer a su memoria aquel hecho concreto, pero le estaba costando, lo cual dio
esperanzas a Felicity. Si Oliver Queen no la recordaba, su fama no debía
corresponderse tanto a la realidad como ella imaginaba.
-- La chica del corsé dorado… Piernas largas…
Con esta nueva
información, Oliver la localizó rápidamente, dibujándose una sonrisa en su
rostro.
-- No era tan buena
como decían. Y…para que lo sepas…no era yo el millonario con el que amaneció en
la cama de aquel hotel.
Aunque al principio
aquello la dejó algo pensativa, enseguida encajó las piezas.
-- Tommy…
-- Sí.
-- Pero llevaba tu
reloj. De hecho esa fue la razón de que la prensa se hiciera eco de la noticia,
adjudicándote esa conquista.
-- Tommy llevaba mi
reloj porque se olvidó el suyo en casa y me pidió que si podía hacerle ese
favor.- Una sonrisa ensombrecida por la tristeza se dibujó en sus labios.- Decía
que así podía presumir más delante de las chicas.
-- Entonces era
mentira...
-- Es cierto que
nunca fui el típico chico responsable y empollón pero…también se dijeron muchas
cosas que no eran ciertas.
-- ¿Por qué nunca
lo dijiste?
-- La gente tenía
una idea preconcebida de cómo era yo, ya
me habían colocado el estigma que ellos querían. Aunque hubiese intentado
desmentirlo, no me habrían creído. – Su voz fue apagándose, desviando la mirada
que hasta ahora habían compartido.- Algunas veces, era mejor no hacer nada y
dejar que las cosas simplemente pasaran.
Escuchándole
Felicity pudo ver que aquel tema le afectaba más de lo que ella pensaba. La
culpabilidad la asoló al darse cuenta de que ella había cometido ese mismo gran
error. Prejuzgarle sin conocerle, simplemente dejándose llevar por las noticias
que salían en la televisión sobre él.
-- Lo siento. Lo
siento mucho.
Felicity se abrazó
a él emocionada, comprendiendo lo injusta que había sido con él.
-- Tú no tienes la
culpa de nada.
Oliver la miró
enternecido por aquello, estaba intentando compensar de alguna manera todo por
lo que había tenido que pasar.
-- Pero debería
haber hecho las cosas bien, preocupándome por conocerte antes de pensar que
eras un mujeriego y un cabronazo.
Esas palabras
viniendo de otra persona, le habrían molestado bastante, pero viniendo de ella
hasta le hicieron sonreír.
-- Vaya, veo que me
tenías en muy alta estima.
-- Si bueno,
también pensaba que estabas muy bueno y que daría lo que fuera por pasar una
noche contigo, pero eso no viene a cuento ahora.
Escuchar esa
confesión hizo que una sonrisa se dibujara en sus labios, se sentía feliz de haber
estado presente en la vida de su chica, aunque no fuera en la forma que él
hubiese querido.
-- Sí que viene.
Oliver acarició su
mejilla, templada ante su frío contacto, mirándola con esa ternura que solo
poseía cuando se trababa de ella.
-- Te quiero
Felicity Smoak.
-- Te quiero Oliver
Queen.
Siguiendo aquello
que sus corazones anhelaban, se unieron en un beso dulce, húmedo, poniendo el
broche final a una cena mágica llena de sueños, de miedos contra los que
luchar, donde una vez más se habían abierto el uno al otro, curando heridas y
fortaleciendo, aún más si cabe, el preciado lazo que les unía.
Absortos en su
burbuja no fueron conscientes de que alguien se había acercado a ellos. El
joven, algo incómodo por la situación, carraspeó un poco intentado que
percibieran su presencia.
-- Señor Queen su
taxi ha llegado.
Resistiéndose a
separarse, le dieron las gracias al camarero, quien sabiendo que tres son
multitud, se apartó un poco ofreciéndoles algo de intimidad.
Aunque sabían que
estaban siendo observados no podían borrar aquella sonrisa de sus caras, eran
demasiado felices.
Cogidos de la mano
se dispusieron a emprender el último y definitivo paso, hacia la nueva y
excitante aventura que les esperaba.
Continuará...
Continuará...