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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Mini Relato Olicity: La Primera Cita.

 

Con motivo de que en los próximos días subiré el siguiente capítulo de esta maravillosa historia, he recopilado en un solo post todas las partes anteriores para que podáis disfrutarla nuevamente, si ya la habéis leído, o bien que os enamoréis de ella por primera vez. 

En este relato Olicity, tanto en esta parte como la que subiré próximamente, he puesto mi corazón, intentando tocar todos los puntos que teníamos pendientes, de sacar todas las espinas que tenemos clavadas con respecto a la serie. 

Darnos la oportunidad de poder tener aquella maravillosa cita que nunca tuvimos. 

Espero que os guste tanto como a mí. 

No podía despedirme sin dar las gracias a mis incondicionales, a mis chicas, a las que cada día estáis ahí apoyándome. Sin vosotras, nada de esto sería posible. Muchas gracias. 

Y por supuesto muchas gracias a tod@s los que me seguís historia tras historia, acompañándome a cada paso del camino. ¡Gracias! 

Sin más, os dejo que os sumerjáis conmigo en esta nueva aventura. ¡Un beso muy grande!


Escena 

Oliver se encontraba en su despacho trabajando en algunos asuntos que tenía pendientes, cuando siente que alguien llama a la puerta, éste levanta la vista para encontrarse con una figura tremendamente familiar al otro lado del cristal.

-- ¿Puedo pasar?

Oliver sonríe ante la pregunta y le indica que entre.

-- Dig, ya sabes que tú no necesitas pedir permiso.
-- Bueno, hay que mantener las apariencias. Ahora eres alguien importante.

Diggle se sentó frente a él con una sonrisa,  observándole mientras escribía algo en el ordenador. En ese momento se dio cuenta de cómo había cambiado todo. De cómo Oliver había madurado hasta convertirse en quién era. Y eso le llenaba de satisfacción.

-- ¿Querías algo? – le preguntó desviando mínimamente la vista de la pantalla
-- Nada especial. Solamente ver cómo estabas.- su voz sonaba tranquila, apaciguada

Oliver se le quedó mirando, en silencio, un poco extrañado ya que precisamente la falta de comunicación no era un problema entre ellos. Un par de segundos después, el sonido de unos tacones desde la lejanía irrumpió en la oficina, llenando completamente su vacío.

-- Hola Dig!- le saludó una sonriente y enérgica Felicity que dirigió sus pasos directamente hacia la mesa de su jefe – Aquí tienes, el informe que pediste esta mañana.

Felicity le ofreció un portafolio con algunos documentos dentro, el cual él recogió de su mano con una sonrisa.

-- Gracias. Por cierto, ¿podrías mirarme si Palmer Tech ha confirmado la reunión de mañana?

Nada más pronunciar esas palabras, devolvió su atención hacia los papeles que cubrían su mesa, sin embargo unos segundos después comprobó que el cuerpo de Felicity seguía frente a él con una mirada algo inquisidora. Esa ceja levantada era clara muestra de ello.

-- ¿Por favor?
-- Eso está mucho mejor.- Hizo un gesto con la mano hacia él, como si le tocara con una varita mágica, volviendo a aparecer la sonrisa que a él tanto le gustaba
-- Adiós Dig!- le dijo al pasar por su lado con su habitual contoneo
-- Adiós Felicity – le contestó con una cierta sonrisa de picardía

Oliver, que había seguido con detalle cada paso de su compañera mientras se alejaba, carraspeó levemente al darse cuenta de que estaba siendo observado, decidiendo volver a hacer lo que “tanto le gustaba”: trabajar.

Dig al haber presenciado la escena, no pudo mantenerse en silencio, decidiendo que quizá había llegado el momento de que alguien les ayudara.

-- ¿Qué tal todo con Felicity?
-- Bien. Va adaptándose poco a poco. Aunque ya la conoces, algunas veces tiene sus pequeños arranques de genio.
-- Ya. Es una mujer especial, una…que cualquier hombre desearía tener a su lado.

Oliver dirigió su mirada por primera vez hacia él.

-- ¿A qué viene eso ahora?
-- Oliver, ¿no crees que ya es hora de que te sinceres con ella?
-- ¿Sincerarme?...
-- Decirle que la quieres.
-- Ahm…cómo…
-- ¿Qué cómo lo sé? Dejando de lado que es algo obvio. Paso mucho tiempo con vosotros.
-- ¿Es algo obvio?

Oliver acogió la respuesta con cierta sorpresa.

-- Me temo que sí.

Al ver que Oliver cerraba los ojos frotando su frente como si eso le preocupara, decidió preguntar:

-- ¿Pretendías que fuera un secreto?
-- Sí, es decir no, pero al menos esperaba que no fuera de dominio público.
-- ¿Porque eso te hace vulnerable?
-- No…es…porque no quiero hacerle daño a Felicity. Atarla a este tipo de vida… con alguien como yo…no, no es lo que quiero para ella
-- Oliver, no sé si eres consciente de ello pero…Felicity ya está atada a este tipo de vida, desde hace bastante tiempo. Y con respecto a que sea o no contigo. Creo que te subestimas.
-- Ella se merece a alguien mejor que yo, John.
-- Tú eres justo lo que ella necesita.
-- ¿Un asesino encapuchado, con una doble vida? Sí, es el sueño de toda mujer.
-- No Oliver, ella necesita al hombre que hay tras la capucha. Alguien que es capaz de sacrificarse por otros, sin pedir nada a cambio.

Tras una breve pausa continuó.

-- Antes de que llegaras a esa isla, no eras lo que se dice alguien recomendable, es cierto. Tenías una máscara que ocultaba cómo eras de verdad. Pero sobrevivir a todas aquellas experiencias consiguió que esa máscara se fuera rompiendo, dejando salir a tu verdadero yo. Te fue convirtiendo en quién eres Oliver. Sólo te hacía falta un poco de mano dura de Felicity para terminar de pulirte.

Ambos amigos sonrieron, aunque a Oliver le costara admitirlo, Dig tenía razón.

-- Creo que deberías darle una oportunidad. Y con ello… perdonarte a ti mismo. 

Oliver desvió su mirada hacia Felicity que seguía inmersa en sus quehaceres, ajena a lo que estaba ocurriendo entre ellos. Se quedó pensativo, quizá planteándose si podría dar ese paso.

-- No sé si todavía merezco ese derecho.
-- Créeme,  te lo has ganado a pulso.

Dig se levantó de su silla dirigiéndose hacia la puerta.

-- Si me aceptas un consejo…no permitas que tu vida se reduzca a esa capucha. Te estarías perdiendo todo lo que puede ofrecerte.
-- ¿Te refieres a salir a cenar, o ver películas con palomitas?
-- Eso es Oliver, una vida normal.

Diggle se marchó dejando a su amigo abstraído en sus propios pensamientos.

Por la tarde en la guarida…

Felicity entraba en el Verdant maldiciendo al hombre del tiempo por no haber sabido hacer algo tan sencillo como calcular la posición de las nubes, y  que como consecuencia ella hubiera acabado algo más mojada de lo normal.

-- No me explico cómo se puede fallar en algo tan simple. Si sólo tienen que mirar una pantalla…- farfullaba algo molesta mientras se adentraba en la estancia

Agradecía que a esa hora no hubiera nadie en la discoteca, ya que las aglomeraciones de gente la ponían muy nerviosa.

Casi al llegar a la entrada que conducía al sótano, su pie resbaló llevándola casi a perder el equilibrio, lo cual hubiera sido todo un contratiempo.

-- Uuuu, casi me mato- al mirar hacia abajo observó una sustancia viscosa y pegajosa en el suelo –  Argh qué asco,  por una vez me alegro de no ser yo quién lo limpie. 

Cuando sus pies por fin tocaron un suelo medianamente estable, siguió hablando en un tono más alto, puesto que la acústica en aquella cueva no era demasiado buena según qué zonas, creyendo que así tanto Oliver como Diggle la escucharían.

-- Oliver, te sugiero que contrates a otra empresa de limpieza, casi me mato allí arriba al pisar sabe dios qué.

A pesar de sus esfuerzos, ninguno de los chicos alcanzó a escucharla ya que tenían toda su atención centrada en una sola cosa, su particular batalla de entrenamiento.

Un movimiento en falso, un despiste…y todo cambiaría.

-- 50 a favor de Oliver. – dijo al llegar hasta una de las mesas pudiendo dejar el bolso y quitarse el abrigo mojado

La voz de Felicity surtió un efecto de distracción sobre la concentración de Oliver, cosa que Diggle supo aprovechar a su favor, asestándole el golpe de la victoria.

-- Buen golpe.
-- Gracias, aunque tú no lo has hecho nada mal.

Ambos hombres llevaban ropa deportiva ancha y estaban sin camiseta, hecho que particularmente a Felicity, le encantaba ya que le permitía deleitarse con las vistas.

Sus cuerpos estaban sudorosos y exhaustos pero el esfuerzo había merecido la pena. Se acercaron a la mesa donde se encontraba Felicity quién les obsequió con una toalla a cada uno.

-- ¿Quién ha ganado?
-- En realidad se puede decir que hemos quedado en empate.- contestó Oliver bebiendo un poco de agua de su botella
-- Eso está muy bien Dig. Enhorabuena.- le dijo muy sonriente

Felicity le dio una pequeña palmadita en el brazo a su compañero, quién emitió una leve sonrisa

-- Gracias. Pero no todo el mérito ha sido mío. Oliver es un buen entrenador.
-- Aunque eso es cierto, tú has mejorado mucho. Al principio no me costaba tanto vencerte, pero ahora… me haces tener que entregarme a fondo.
-- Eso viniendo de ti, es todo un cumplido.
-- Disfrútalo porque no va a volver a repetirse. – contestó con una sonrisa

Felicity les miraba embobada, disfrutaba mucho aquellos momentos de complicidad entre los tres.

-- Lo tendré en cuenta, aunque usted señorita- levantó el dedo índice levemente hacia ella – no haya confiado en mí.

Felicity se puso algo nerviosa, se sentía en un callejón sin salida, dijera lo que dijera seguramente quedaría mal.

 -- Yo no quería decir eso…es sólo que en fin, es Oliver…- una risilla tonta hizo su aparición pero rápidamente carraspeó, aparentando normalidad, al darse cuenta de que se estaba dejando en evidencia – pero descuida que si hubiera sido cualquier otro, hubiera apostado por ti, no lo dudes.

Oliver y Diggle rieron divertidos al ver que habían conseguido tomarle el pelo, sin maldad por supuesto.

-- Tal vez deberías intentar entrenar conmigo algún día.

Felicity le miró con sorpresa y no fue la única. No acababa de creerse que Oliver al fin se estuviera ofreciendo a hacer algo que ella le había estado pidiendo desde que se integró en el equipo.

-- ¿Te estás ofreciendo a entrenarme? ¿He oído bien?
-- Bueno…formas parte del equipo, ¿no?
-- Ahm Oliver, no sé qué decir. Me encanta la idea.

Felicity estaba radiante, se notaba que la noticia la había hecho muy feliz.

-- Entonces ya está.                      

Sin poder frenarse, se abrazó a Oliver con fuerza.

-- Gracias, gracias.

A pesar de que aquel gesto le había cogido desprevenido, Oliver correspondió plenamente a ese abrazo, disfrutando cada segundo de él. Cuando sus cuerpos se separaron lentamente, sus miradas se buscaron, perdiéndose el uno en el otro. Un silencio incómodo se hizo palpable entre ellos, haciendo que se separaran de una manera más brusca.

-- Si soy buena y consigo tu aprobación, cosa bastante difícil por cierto, ¿crees que podrías dejarme salir a patrullar con vosotros? Por fi por fi.

La pregunta llegaba con entusiasmo, Felicity siempre había querido ser una parte activa dentro de grupo, poder ayudar desde un ángulo distinto, sentir esa descarga de adrenalina.

-- No, eso sigue siendo no negociable.

Lo malo de subir muy alto es que la caída también duele más. Decepcionada, y sin ocultar su frustración se dirigió hacia el almacén para coger una toalla con la que poder secarse de la lluvia.
Aprovechando el poco tiempo a solas del que disponía Diggle decidió intervenir.

-- Sé que quieres protegerla, pero tienes que asumir que algunas veces tendrá que venir con nosotros.
-- Puede hacer su trabajo desde aquí, no es necesario exponerla.
-- Algunas veces ha sido necesario hacerlo porque la situación así lo requería.
-- Han sido las mínimas, y siempre me he encargado de que estuviera a salvo.
-- Oliver…no puedes…

Oliver le miró desafiante y contundente.

-- Diggle, mientras pueda evitarlo, lo evitaré.

Diggle sabía mejor que nadie que cuando Oliver tiene algo en mente es casi imposible hacerle cambiar de idea.

-- Bien, es tu decisión.- su respuesta fue seca y cortante, no dando pie a que la continuara

Dig avanzó unos cuantos pasos, cuando estuvo a su lado, detuvo su mirada unos segundos sobre él antes de marcharse.
Cuando estuvo seguro de que no había nadie más allí, Oliver exhaló un profundo suspiro cuestionándose si estaba haciendo lo correcto.

-- ¿Dónde está Dig?

La voz algo más calmada de Felicity le trajo de vuelta a la realidad.

-- Ha tenido que irse.
-- Ahm.

Fue lo único que obtuvo como respuesta. Oliver sabía que estaba molesta, la conocía demasiado bien, como también era consciente de que aquella situación no sería la última vez que se repetiría.

Felicity caminó un poco hasta una de las mesas que estaban cerca de él, con un simple gesto se soltó el pelo de su habitual recogido dejando que su cabello cubriera sus hombros. Acto seguido deslizó las gafas sobre su rostro, desprotegiéndolo, dejando al descubierto aquellos preciosos ojos azules.
Con movimientos suaves y ondulantes secó su cabello poco a poco, empezaba a sentir cierta humedad en su cuerpo debido a la ropa mojada. Abstraída en su tarea no se daba cuenta de que esa escena estaba siendo observada por otra persona, provocando en él una constante sensación de deseo.
Oliver permanecía en silencio, admirando cada movimiento que hacía, deleitándose con la imagen que se le ofrecía. Cada expresión de su cuerpo parecía tener un efecto estimulante en él, atrayéndolo irremediablemente hacia ella.

A pesar de que el cambio era sutil, la sentía distinta. Algo había cambiado. 

En aquel momento, un pensamiento acudió a su mente: a pesar de que siempre la había encontrado atractiva, en ese instante le pareció la mujer más sensual y cautivadora que hubiera visto jamás. Fue entonces cuando las palabras de Diggle cobraron sentido para él: “Es una mujer especial sin duda. Una, que cualquier hombre desearía tener a su lado.” “Tú eres justo lo que ella necesita”
Las dudas le asaltaron, y si por no tener el valor suficiente para luchar por ella, llegaba a perderla. No se lo perdonaría nunca. Y si realmente Diggle tenía razón y era el momento de avanzar. ¿Se merecía él realmente ser feliz?

Empezó a notar un cierto temblor en sus manos. Sentía la boca seca con cierta dificultad para tragar. 

-- Felicity…

Ella se volvió hacia él con total normalidad fijándose en que Oliver no dejaba de moverse, como si estuviera nervioso por algo.

-- ¿Te…te…gustaría venir a cenar conmigo?

Un gran suspiro de alivio salió de su cuerpo, lo había conseguido, por fin había dado el paso.

-- Claro, en qué restaurante quieres que reserve. Si el cliente es Palmer Tech ya te aviso de que deberíamos llevarlos a uno caro, porque la última vez nos invitaron a ese restaurante de lujo que acababan de abrir, ¿te acuerdas?
-- No… es…una cena de trabajo.- una sonrisa nerviosa se apoderó de él – me refería…a una cena…los dos solos. – las palabras apenas podían salir de su garganta- vaya, nunca pensé que siendo yo, me resultaría tan difícil hacer esto.

El rostro de Felicity palideció, aquellas palabras tan deseadas por ella, acaban de ser pronunciadas. Casi se había quedado sin respiración

-- ¿Tú…tú…y…yo…solos?
-- Sí…
-- Como…pareja… o tal vez como jefe y secretaria.
-- No…una cena, siendo solamente nosotros. Sin tapaderas…ni mentiras. Sólo tú y yo.

Felicity estaba en shock, no terminaba de asimilar la situación.

-- Por favor dime que me lo estás diciendo en serio, que no es una de tus muchas bromas, porque no lo soportaría…- le dijo casi suplicando, demostrando una vez más que su capacidad para hablar demasiado rápido cuando está nerviosa, puede resultar útil en momentos de tensión. 
-- No es ninguna broma…me…encantaría cenar contigo esta noche. Pero si te sientes incómoda…

Oliver quiso terminar la frase pero antes de que pudiera hacerlo, ella le interrumpió.

-- Acepto, acepto, acepto. – contestó sonriente y feliz.

Oliver exhaló todo el aire de su cuerpo en una única espiración esbozando una gran sonrisa.

-- ¿Segura?
-- Si rechazara tu oferta, estaría loca, más loca, quiero decir.

Los dos un poco más relajados, sonrieron ante el comentario.

-- ¿Bien, pues…te parece bien a las 8?
-- Me parece bien, sí.

Oliver intentó acercarse, no sabía si besarla en la boca, si besarla en la mejilla, ambos intentaron facilitarle la tarea al otro dando el primer paso pero en sentidos opuestos, de modo que como la situación se volvió un poco tensa, lo dejaron estar.

-- Voy a…casa a ducharme y…eso.
-- Vale.

A ninguno de los dos se les podía borrar la sonrisa de la cara.
Viendo que Oliver se marchaba, Felicity se dio cuenta de que no sabía a dónde tenía que ir.

-- Oliver, espera, no me has dicho a qué restaurante tengo que ir.
-- No te preocupes por eso, pasaré a recogerte.
-- ¿Vas a venir a recogerme?
-- Es lo que hace la gente normal.

Aunque para ella aquella frase tenía un cierto sentido, para Oliver lo tenía mucho más. Ya no había marcha atrás, este era el comienzo de su nueva vida.

Mansión Queen
19.15 horas

Thea estaba caminando por el pasillo de camino a su habitación cuando algo llamó su atención dentro del dormitorio de su hermano, decidiendo ir a echar un vistazo. Una sonrisa asomó a sus labios al ver a su hermano frente a un precioso espejo de pie estilo clásico, anudándose una corbata de color borgoña que destacaba por encima del color grisáceo de su traje  así como el blanco puro de su camisa.

-- Vaya, que guapo. Me gusta esa corbata, no te la había visto nunca.

Una voz tras su espalda le trajo de vuelta a su habitación, estaba absorto en sus pensamientos, ajeno a todo lo que le rodeaba. Se giró un poco hacia atrás, encontrándose con su hermana apoyada cómodamente sobre el umbral de la puerta con los brazos alrededor de su pecho

Oliver, sin apenas inmutarse, continuó con su tarea.

-- Me la regaló papá cuando cumplí los 18.
-- O sea que es una reliquia familiar.

Oliver se volvió hacia ella con una leve sonrisa para observar la cara de satisfacción de su hermana pequeña.

-- Oye no soy tan mayor. Aún puedo ganarte a un combate de chuches si quiero. – Le contestó sonriendo alzando su dedo índice sobre ella

Tras unos segundos, el rostro de Thea se tornó más serio.

-- Nunca te he visto ponerte nada de papá.
-- Eso es porque la reservaba para una ocasión especial.
-- ¿Ocasión especial? ¿Celebramos algo?

La benjamina de la familia dirigió sus pasos hacia la cama, sentándose en el borde de la misma para poder seguir charlando animadamente.

-- Puede ser.

La sonrisa de felicidad que asomó al rostro de su hermano fue para ella un claro indicativo de que le estaba ocultando algo, algo muy jugoso.

-- Yo conozco esa sonrisa… ¡tienes una cita! – dijo exultante y feliz
-- ¡Baja la voz Speedy! Va a oírte todo el mundo.
-- Oh vamos, no tienes por qué esconderte. Es una buena noticia. ¿Quién es? ¿La conozco? ¿Es morena? ¿Rubia? ¿Alta? ¿Baja?
-- Para, para Speedy. No voy a contarte nada. Ya tengo una madre por si lo has olvidado.
-- Ya lo sé, pero por si lo has olvidado tú, mi deber es ejercer de hermana pequeña protectora. No quiero que hagan daño a mi hermano favorito.

Oliver vio cómo su hermana se acercaba a él poco a poco sin perder la sonrisa.

-- No tienes otro.
-- Bueno, pero eso no te quita mérito.

Por primera vez Thea se detuvo a contemplarle y se dio cuenta de algo que hasta ahora le había pasado inadvertido. Una vez que hubo terminado de colocarse correctamente la corbata, contempló su silueta en el espejo exhalando un pequeño pero intenso suspiro.

-- Estás nervioso… Mi hermano está nervioso por tener una cita…- Reía entre sorprendida, incrédula y sonriente
-- ¿Sabes qué? Tienes razón…estoy nervioso. Hace tiempo que no hago esto…y quiero que esta noche, todo sea perfecto.

Dio un par de pasos hacia la cama, cogió su chaqueta con un rápido y suave movimiento, colocándola firmemente sobre su cuerpo, para finalmente dar un par de pequeños tirones desde la solapa.

-- Oh vamos no tienes porqué estarlo, para ti salir con chicas es como montar en bici. Nunca pierdes la práctica.
-- Muy graciosa. Pero…esta vez es diferente, ella…es diferente.

Un brillo especial cobró forma en sus ojos, fue entonces cuando Thea comprendió que aquella chica, fuera quien fuera, era realmente importante para él. Y por primera vez en mucho tiempo, tuvo miedo de perder algo muy valioso para ella.

-- Acabo de acordarme que tengo que terminar algunos asuntos pendientes.
Thea empezó a marcharse cuando la voz de su hermano la retuvo.
-- ¿Qué asuntos?
-- Ahmmm, nada importante. Cosas mías.

Para Oliver no pasó desapercibido que la actitud de su hermana había cambiado radicalmente. Su rostro ya no tenía esa sonrisa que tanto le gustaba, sino que mostraba un semblante más serio. Parecía como si quisiera huir de él.

-- ¿Va todo bien? 
-- Sí. No te preocupes. Diviértete. Espero detalles.

Thea al darse cuenta de que Oliver la había descubierto, intentó responder lo más normal posible, mostrando aquella sonrisa forzada que con el paso de los años había aprendido a mostrar sin esfuerzo alguno.

A pesar de que sabía que algo no iba bien, prefirió darle espacio y concentrarse en aquello que no podía apartar de su mente: Su cita con Felicity, ya que cuando volviera a casa, tendría tiempo de sobra de poder hablar tranquilamente con ella.

-- Bien. Vamos allá.

Nervioso, feliz y sobre todo ilusionado cogió su abrigo dispuesto a disfrutar una de las mejores noches de su vida puesto que, pasara lo que pasara, sin duda sería un recuerdo inolvidable. 

Apartamento de Felicity Smoak
19.30 horas 

El sonido envolvente de aquella música inundaba cada rincón de aquel pequeño apartamento contrastando con los ruidos algo estridentes que procedían del baño: la ducha dejando caer el agua, el secador en constante movimiento, cosas que caían al suelo casi por inercia… Aquella tarde todo el universo parecía ir en su contra.

Ataviada únicamente con una toalla, descalza y con el pelo totalmente alborotado intentó llegar a su habitación sin perder el equilibrio, lo cual fue un auténtico logro teniendo en cuenta la velocidad con la que intentaba esquivar los obstáculos.

Con la respiración entrecortada y manos temblorosas, abrió el armario dispuesta a encontrar el conjunto perfecto para aquella noche, nada podía fallar. 

Sacó varios conjuntos, todos distintos pero con algo en común: poseían algún detalle que los hacía únicos y especiales.

Haciendo gala de una gran fuerza y sentido del equilibrio los esparció encima de la cama como si de un probador improvisado se tratara, así sería más fácil, o al menos eso pensaba ella.

Uno a uno cada vestido fue pasando por el insalvable y tradicional momento espejo, algunos con más suerte que otros…

-- Demasiado negro, parece que voy a un funeral.

Siguiente vestido…

-- Demasiado escotado.

Siguiente vestido…

-- Demasiado corto. Un momento, ¿yo he ido con este vestido a la oficina?

Siguiente…

-- Uuu…Este es horrible, ¿Cómo pude comprármelo?

Intentando buscar el nombre de la tienda dónde lo compró, vio que había algo escrito en la etiqueta: Besos Mamá.

-- Oh señor… tenía que ser ella. – hizo un gesto de desesperación absoluta y fue a por el siguiente vestido

Hasta que por fin…

Se subió la cremallera con algo de dificultad pero cuando se giró y contempló su reflejo, supo que la búsqueda había terminado.

-- Este…- una sonrisa de satisfacción asomó  a sus labios 

19:59:00

Una limusina de un color negro resplandeciente, majestuosa e imponente, llegaba puntual a su destino ante la atenta mirada de vecinos y transeúntes.

-- Jim, espera aquí, por favor.
-- Claro señor.

Oliver se bajó de la limusina observando que los primeros cotilleos empezaban a circular. No pudo evitar esbozar una sonrisa.

Sólo algunos pasos le separaban del porche, se recolocó bien el abrigo, carraspeó un poco y finalmente dio un par de golpes suaves en la puerta. El taconeo de unos zapatos moviéndose apresuradamente por el salón, le hizo comprender que no era el único que estaba algo nervioso, lo cual le hizo sonreír.

-- ¡Aún me quedan 30 segundos!

Se oyó una voz desde el interior.

-- Si lo necesitas…puedo volver… más tarde…

Pero antes de que pudiera terminar la frase la puerta se abrió estrepitosamente, ofreciéndole una imagen que superaba con creces todas sus expectativas. No era tal como la había imaginado, era mucho mejor. Estaba sencillamente increíble.

Un vestido ajustado a cada curva de su cuerpo, realzaba su figura. Ese color borgoña resaltaba aún más el tono claro de su piel, contrastando con el rubio intenso de su cabello, el cual había sido cuidadosamente recogido ondulándolo, entrelazándolo, formando una pequeña flor. Un escote con forma V dejaba al descubierto de una forma  muy sugerente sus encantos.

El matiz rojizo oscuro de sus labios, ejercía  un efecto imán sobre él, sintiéndose irremediablemente atraído.

-- Hola…
-- Hola…

Una sonrisa nerviosa se apoderó de ambos. Eran conscientes de que aquellos momentos de silencio resultaban muy incómodos por lo que intentaron romper el hielo de la manera más natural posible fundiéndose en un cálido abrazo.

-- Estás…preciosa…- Las palabras casi no podían salir de su garganta, estaba completamente hipnotizado, no podía dejar de admirarla.

Felicity esbozó una gran sonrisa a la vez que sus mejillas adquirían un color rosado.

-- Tú… también estás…muy guapo.

Ese comentario consiguió que Oliver sonriera.

Durante unos segundos ninguno de los dos sabía que hacer, aquello era algo nuevo y desconocido para ellos.

-- ¿Nos vamos?

Oliver como todo buen galán ofreció su brazo para acompañarla

-- Claro caballero.

Felicity agradeció el gesto aferrándose a su brazo todo lo que pudo ya que sus piernas no la sostenían del todo.
Al salir hacia el porche pudo ver la gran limusina que les esperaba. No podía creer que Oliver hubiera sido capaz de recrear una de sus muchas fantasías.

-- Oh dios mío…

Felicity era la viva imagen de la ilusión. Oliver había conseguido emocionarla con aquel detalle. En su rostro podía verse la emoción de un niño al ver aquello que tanto ha deseado conseguir.

-- Oliver, cómo has…
-- ¿Que cómo sé que uno de tus sueños era ir en limusina?
-- Sí…- No podía dejar de sonreír
-- Una vez mencionaste que te encantaba una película donde una chica era rescatada por su caballero en una limusina blanca.
-- Vaya…decir que estoy sorprendida es quedarse cortos…no sé qué decir…
-- No hace falta que digas nada. Sólo disfruta.- susurró en su oído muy bajito mientras su mano se deslizaba suavemente por su espalda guiándola hacia el interior

Tras emprender el camino hacia su destino, siendo éste para Felicity un completo enigma,  los nervios fueron desapareciendo permitiéndoles realmente empezar a disfrutar.
Felicity no dejaba de admirar el paisaje, la ciudad dejándose envolver por el manto de la noche, iluminándose a cada paso, le ofrecía una perspectiva diferente de aquello que la rodeaba, sentía que todo estaba distinto.

-- Aún no me has dicho dónde vamos.
-- Es un secreto. Pronto lo sabrás.
-- Qué misterioso. ¿Haces esto con todas tus citas?
-- Si te sirve, nunca he pagado por llevar a ninguna en una limusina.
-- Es un comienzo.- contestó con una sonrisa

En ese instante se buscaron el uno al otro. Sus miradas, intensas, estaban adquiriendo una tonalidad más oscura.

El tiempo se detuvo, los minutos pasaban sin que fueran conscientes de ello, se comunicaban sin palabras, no necesitaban nada más.

Oliver acercó una de sus manos a ella, entrelazando sus dedos con sumo cuidado, no quería forzarla a hacer algo con lo que ella se sintiera incómoda. Con cierto grado de sorpresa y muy complacido, notó que ella no sólo no le rechazaba sino que hacía más íntima aquella caricia.

Cuando sus miradas se encontraron de nuevo, una chispa emergió, un deseo de contacto surgió. Y aunque lo ansiaban más que nada en aquel momento, algo les frenaba…
Viejos recuerdos les abordaban rememorando su pasado.

Oliver había cambiado, ya no era ese muchacho mujeriego que únicamente pensaba en divertirse. Para él, Felicity era lo más importante, siendo su mayor propósito, poder demostrárselo día a día, y para ello, sabía que si intentaba acercarse a ella, eso la convertiría en una más de su lista y no estaba dispuesto a permitirlo.

Justo a su lado, Felicity permanecía extrañamente callada. Aunque estaba radiante por todo lo que estaba viviendo aquella noche, su corazón era algo reticente a creer que pudiera convertirse en realidad. A pesar de que nunca hablaba de sus sentimientos o de sus experiencias pasadas, ella también había sufrido y no quería volver a revivirlo.

Las dudas la asaltaban, no dejaba de preguntarse con cuantas chicas habría tenido una cita o si con alguna de ellas habría tenido algo más. El mero hecho de recrear esa imagen en su cabeza, hacía que un pellizco encogiera su estómago.
Necesitaba saber que ella no era un capricho. Que era algo real y que no se desvanecería cuando el sueño acabara.

El sonido de una melodía les trajo de vuelta a la realidad, y por primera vez, estuvieron agradecidos.

Oliver sacó el móvil de su chaqueta mostrando el nombre “Mamá” en la pantalla, hecho que no pasó desapercibido a su compañera, como tampoco pasó inadvertido para ella, cuando Oliver apagó el teléfono evitando así que alguien pudiera interrumpirles.

-- Ya hemos llegado señor.

El chófer iba a bajarse pero Oliver le frenó con un gesto en su hombro.

-- No es necesario Jim. Puedes marcharte a casa. Gracias por todo.
-- Pero señor lo hago encantado. Es mi trabajo.
-- Esta noche no Jim. Descansa. Contestó dándole un par de golpes suaves en el hombro en señal de agradecimiento.

Oliver fue el primero en bajar de la limusina exhalando un profundo suspiro al sentir el aire frio de la calle. Pensó que eso le ayudaría a relajarse.
Con zancadas algo más grandes de lo habitual fue acercándose a la puerta del acompañante. Tras abrir la puerta ofreció su mano a Felicity.

-- Señorita Smoak.

La sonrisa de Oliver junto a la calidez de su mano hicieron que durante al menos unos segundos, Felicity se sintiera como una princesa. En ese tiempo, ni siquiera fue consciente del frio helado que calaba en su piel, la excitación que recorría su cuerpo eclipsaba todo lo demás. Estaba ansiosa por saber qué lugar había escogido Oliver para su primera cita. Debía de ser un lugar especial para él puesto que había guardado el secreto hasta el final.

Ojeó un poco a su alrededor, dándose cuenta que no reconocía el lugar dónde se encontraban. Oliver al darse cuenta de ese detalle decidió sacarla de dudas.

-- Estamos en Silver Lake.
-- Oliver… esto no era necesario. Es el barrio más caro de toda la ciudad.
-- Bueno, es una ocasión especial. – contestó con una sonrisa
-- Estoy impresionada…No esperaba nada de esto. Me siento como una princesa de cuento de hadas.- dijo algo abrumada pero sonriente
-- Me alegro. Era lo que pretendía.  

Sus miradas volvieron a encontrarse mostrando una completa adoración por el otro.

Felicity levantó su mirada contemplando aquel rótulo de madera envejecida que encumbraba lo que supondría para ella un punto y aparte en su vida, un nuevo comienzo. Llamó su atención aquellas letras labradas a mano, poseían un estilo sencillo pero elegante.  

-- ¿Un restaurante francés? – le preguntó algo sorprendida.
-- Sí. ¿No te gustan?
-- No, no… es decir sí me gustan. Bueno nunca he estado en uno…
-- Siempre hay una primera vez.

En aquel instante una duda la asaltó y no pudo reprimir que aquella pregunta saliera de sus labios.

-- ¿Es tu primera vez también?

Oliver la miró sorprendido.

-- Quiero decir…ya sabes…viniendo aquí. – Felicity se había puesto nerviosa al darse cuenta de que podía mal interpretarse su pregunta, era una de las cosas que adoraba de ella, su inocencia, su transparencia mostrándose tal como es.

-- Sí. Es mi primera vez.

Felicity le sonrió agradecida.

-- Me gusta.
-- ¿Estás segura? Porque si prefieres ir a cualquier otro sitio puedo anular la reserva.
-- Quiero ir a otro sitio.

Oliver se quedó algo cortado, no esperaba esa respuesta tan rotunda.

-- Ahm…bien…déjame entonces que anule la reserva.

Oliver fue a coger su móvil pero ella le detuvo con una sonrisa.

-- Pero… tendremos que ir en nuestra siguiente cita.

Ella le miró, sonrió y avanzó hacia el interior del restaurante.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Oliver acompañando esa mirada traviesa que tanto le gustaba.

-- ¿Eso quiere decir que tendremos una segunda cita?
-- Quién sabe. Si te portas bien puede que hasta te deje elegir postre.

Oliver exhaló el aire a través de su sonrisa. Sin duda alguna, la noche prometía ser inolvidable, una nueva aventura que estaban ansiosos por disfrutar.

Ambos entraron sonrientes y expectantes dirigiéndose hacia el mostrador de la entrada. Una chica joven, morena de ojos oscuros ataviada con su uniforme, salió a recibirles con una agradable sonrisa.

-- Buenas noches. ¿Qué desean?
-- Hola, tenemos una reserva para dos.
-- ¿A nombre de quién?
-- Oliver Queen.

La muchacha verificó en el sistema que la información fuera correcta.

-- Queen. Reserva SR. Correcto. Por favor acompáñenme.

Felicity entrelazó su mano con la de Oliver antes de que pudiera marcharse, a lo que él correspondió con una sonrisa.

-- Puede que sea una pregunta tonta pero… ¿qué es SR?
-- Sala Reservada.
-- Como una sala VIP.
-- Eso es.
-- ¡Qué guay!- Era incapaz de disimular su entusiasmo

A medida que se alejaban se podía oír una pequeña conversación dónde una pareja intentaba encontrar mesa dentro del restaurante, aunque sin demasiado suerte.

-- Acabo de oír que no hay reservas hasta dentro de 6 meses al menos, ¿cómo es que nosotros tenemos una? ¿A quién has sobornado?- Le susurró al oído
-- A nadie. Sólo he tenido que utilizar la palabra mágica. Por favor. – le contestó con una sonrisa

La muchacha les condujo por un pasillo no demasiado estrecho donde una alfombra roja les daba la bienvenida guiándoles en el camino. A cada lado, espaciosos salones con forma ovalada,  cuya decoración moderna y su entorno acogedor parecían querer invitarles a adentrarse en su interior.

Todo el restaurante estaba hecho de madera, cuidada y tallada minuciosamente a través de diferentes formas. Las lámparas albergaban luces cuyas tonalidades tenues de colores distintos ofrecían un ambiente más agradable. Sus grandes paredes contenían llamativos acuarios marinos desde los  que se podía observar la belleza y comportamiento de las especies que allí convivían.

El lugar era sencillamente perfecto. Distinguido pero nada ostentoso. Constituía la mezcla perfecta entre distinción y hospitalidad.

Asombrada por la majestuosidad del lugar, Felicity no dejaba de intentar captar cada detalle en su memoria.
La muchacha se detuvo ante una sala más pequeña permitiéndoles pasar.

-- Por favor disfruten de su estancia.
-- Gracias.

Oliver se volvió hacia su acompañante y le separó la silla para que pudiera sentarse.

-- Las damas primero. – Dijo con una sonrisa
-- Gracias.- contestó sonriente mientras tomaba asiento.- Sabes, si sigues mimándome así, podría acostumbrarme a ello, lo cual significaría que no dejaría que volvieras a tratarme como antes, lo cual no quiere decir que antes me trataras mal…
-- Felicity…tranquila, te he entendido.

Ella suspiró profundamente.

-- Claro perdona, es que estoy algo nerviosa.
-- No te preocupes. Es algo normal. No estamos en nuestro ambiente.
-- Es cierto…Lo normal para nosotros es estar hablando de muertes, asesinos y objetivos a localizar.

Una pareja que pasaba por allí se les quedó mirando de una manera un tanto extraña.

-- Vaya…lo siento.
-- No pasa nada. Aunque no lo creas estoy acostumbrado. He aprendido a adaptarme a ti.
-- Eso es bueno ¿no?
-- Muy bueno.- contestó con una sonrisa

Un simpático camarero se acercó a ellos ofreciéndoles una extensa carta dónde poder elegir lo que iban a degustar aquella noche. El único problema es que estaba en francés. A pesar de que Felicity hacía un intento por saber qué era cada cosa le estaba resultando un poco difícil. Oliver sonreía divertido.

-- Buenas noches señores Queen, ¿les apetece algo de beber?

Instintivamente Oliver buscó la mirada de Felicity, ella sonrió…no le había molestado ni había objetado nada al respecto, eso conllevó  que Oliver pudiera relajarse emitiendo una pequeña sonrisa

-- Sí. Tráiganos una botella de Armand Brignac Rosé por favor.
-- Claro señor.

Felicity le miraba francamente sorprendida, no había pasado desapercibido para ella la perfecta pronunciación de su acompañante, el cual, no dejaba de ojear la carta del menú.

Una vez que el camarero se hubo marchado ella aprovechó para hacer un pequeño inciso.

-- Señores Queen…no suena nada mal.
-- No. Podría acostumbrarme. – dijo muy sonriente

Felicity se quedó como hipnotizada observándole, pero no hizo ningún comentario al respecto.

-- Para ser tu primera vez aquí, no te desenvuelves nada mal.
-- Que no haya venido nunca no quiere decir que…

Al ver la reacción de Felicity supo que iba por mal camino.

-- Felicity… - cerró los ojos apretando sus labios con fuerza
-- Tranquilo…no tienes por qué disculparte. Lo entiendo.

Aunque intentara quitarle importancia al asunto, lo cierto era que estaba dolida.

-- Hay muchas cosas que no sabes sobre mí.
-- Como por ejemplo qué hiciste durante esos 5 años.

Una pequeña sonrisa triste asomó a los labios de Oliver.

-- Directa al grano.
-- Sabes que no me gusta dar rodeos. Al menos la mayoría de las veces.

Cuando Oliver iba a contestar, el camarero llegó con un carrito que albergaba una cubitera helada. Se disponía a descorchar la botella de vino cuando Oliver levantó su mano indicándole que parara.

-- Déjelo, la abriremos nosotros.

El tono y la mirada de Oliver no dejaban lugar a dudas: no admitiría un no por respuesta. El camarero asintió retirándose, ofreciendo así intimidad a la pareja.

Oliver se levantó, sostuvo la botella descorchándola envuelto en el más absoluto de los silencios. Al girarse, se encontró con su mirada, más seria y fría.

-- ¿Te acuerdas  de lo que te dije cuando te invité a cenar esta tarde?- Dirigió la botella hacia la copa de Felicity sin desviar la mirada, contemplando cómo caía lentamente el vino dentro del templado cristal
-- Que era una cita sólo para nosotros dos.
-- Y que no habría mentiras ni tapaderas. – terminó de servir su copa y se sentó.
-- ¿Quiere eso decir que vas a contestar a todas mis preguntas?
-- Te diré todo lo que quieras saber. – sabía que si quería que todo saliera bien y que realmente sus vidas cambiaran debía estar dispuesto a derribar barreras y a enfrentarse a sus miedos.

Oliver buscó su mirada, quería que viera que no estaba mintiendo, que estaba dispuesto a cumplir su palabra. Felicity se mantuvo firme, decidida, estaba dispuesta a ponerle a prueba, y Oliver lo sabía.

-- Bien, empecemos por el principio. ¿Quién es realmente Oliver Queen?

La cara de desconcierto de Oliver no se hizo esperar, de todas las preguntas esperadas, esa, era la que menos esperaba.
Felicity cogió su copa dando un pequeño sorbo, era consciente de que esa pregunta le dejaría algo descolocado, por lo que se animó a puntualizar lo que realmente quería saber.

-- Porque…aunque sé cómo eres ahora. Cómo pasa alguien de ser rico, caprichoso e irresponsable a… un justiciero capaz incluso de matar a otro ser humano.

Una sonrisa nerviosa acudió a sus labios. Ahí estaba, uno de sus grandes temas tabú. Su pasado. Aquello que tanto temía. ¿Estaba dispuesto a saltar esa muralla?

Felicity le miraba atenta a cada movimiento que hiciera, a cada mirada…le veía nervioso. Sabía que era un tema del que nunca había querido hablar. Le producía dolor, sin embargo nunca pudo saber por qué. El por qué esa herida aún permanecía abierta.

Oliver cerró los ojos y suspiró profundamente.
-- Creo…que todo cambió cuando mi padre…- hizo una pausa.
-- Cuando tu padre desapareció con el barco.
-- No desapareció con el barco…- Felicity le miró sorprendida, había captado toda su atención. Oliver estaba abriéndose ante ella, estaba dando un gran paso y lo que era más importante, lo estaba dando con ella.

Le dio unos segundos para que pudiera acoplarse de valor y continuar, acostumbrarse a esa nueva sensación.

-- Mi padre y yo conseguimos sobrevivir en una lancha durante algún tiempo, pero las provisiones se acababan y el número de personas seguía siendo el mismo, por lo que…decidió que era mejor que sólo uno de nosotros siguiera adelante…
-- ¿Quieres decir que…?

Felicity preguntó con miedo.

-- Sí, se sacrificó para que yo pudiera vivir. Delante de mí. No…pude hacer nada por impedirlo…- en aquel momento pensó que un sorbo no le vendría mal

Una punzada de dolor atravesó ambos corazones, uno por no haber podido salvar a su padre, y otro por no haber sabido aliviar ese dolor. Ahora se sentía culpable de haber empezado ese juego.

-- Oliver…lo siento…no lo sabía.- Puso su mano sobre la de Oliver intentando reconfortarle
-- Tranquila.

Tras otra breve pausa Oliver continuó.

-- Pasé varios días a la deriva antes de llegar a la isla. Allí conocí a Yao Fei, él fue quién me enseñó a sobrevivir dentro de la isla. Además de hacerme mi primera cicatriz.
-- Creía que eso lo hizo Slade Wilson.
-- Él me enseñó a pelear en cierta manera. Con él… empecé a dejar atrás aquel niño caprichoso e irresponsable.- Una pequeña sonrisa asomó a sus labios y eso alivió un poco la carga que sentía Felicity
-- Una vez mencionaste que había otra chica…
-- Shado.
-- ¿Eráis amigos?

Oliver supo captar el tono inseguro y triste de esa pregunta

-- Si tu pregunta es, si la quería. La respuesta es sí.

Aquello fue un golpe duro de encajar para ella, quizá no estaba preparada para tanta sinceridad. Desvió la mirada mojándose los labios. Se sentía incómoda

-- Si tu pregunta es…si la quise como te quiero a ti. La respuesta es no.

El impacto inesperado de esas palabras sobre Felicity la descolocaron, su cuerpo empezó a actuar por impulsos debido al nerviosismo.

-- Oliver…yo…- intentó coger su copa arrastrando sin darse cuenta la botella hacia el suelo. Al ver el desastre ocasionado se levantó como si algo la hubiera empujado a ello, agachándose a poder limpiarlo. Oliver se al ver sus intenciones se acercó a ella intentando tranquilizarla haciendo que se incorporara

-- Oh dios, ¡cuánto lo siento! Soy una completa manazas, mira cómo lo he puesto todo.
-- Felicity, tranquila no pasa nada. Sólo era una botella.
-- Pero seguro que era muy cara. Y yo la he destrozado. Deja que la pague yo.
-- La respuesta es no. Y… no es negociable.

En ese momento, el camarero que había sido testigo de lo ocurrido, les pidió que si lo deseaban podían ocupar otra sala.

-- Gracias. Iremos enseguida.
-- ¿Nos mandan a otro sitio? ¿Se han enfadado? Preguntó algo preocupada
-- No, claro que no. Nos cambian de sala para ellos poder limpiar sin causarnos ninguna molestia.  
-- Pues en mi pueblo simplemente nos echan a un lado…- susurró para ella misma

Felicity no pudo evitar quedarse mirando a los camareros que estaban recogiéndolo todo mientras cogía su bolso. Oliver observó que el camarero les estaba esperando en la puerta, de manera que se acercó a Felicity colocando una mano en su cintura para guiarla hacia la salida.

-- No te preocupes más. Anda vámonos.
-- Me siento un poco culpable.
-- Cuando estemos comiéndonos el postre, ya se te habrá olvidado, créeme.

La nueva sala era más grande que la anterior, algo más luminosa… disponía de algunos accesorios que la otra no ofrecía, como por ejemplo un cómodo sofá rodeando la mesa, un interfono que comunicaba con el servicio del restaurante,  y… seguramente la parte favorita de muchos, un pequeño mini bar.

-- Vaya…esto es impresionante. – curiosa y absorta en todo lo que la rodeaba, se acercó a contemplar el acuario que adornaba una de las paredes.

Las luces ambientales poseían esa tonalidad que tanto le gustaba a Felicity. La expresión de su rostro había cambiado por completo, ahora estaba relajado y sonriente. Durante unos segundos permaneció de pie, apoyado en el umbral de la puerta, simplemente observándola… disfrutando.

-- Imagino que este tipo de salas no se las dan a cualquiera. Seguro que gente muy importante.

A pesar de que intentaba disimularlo, el estar en aquella sala tan íntima a solas con él, hacía que su cuerpo se estremeciera.
Intentando relajarse, tomó asiento en una esquina del sofá donde cenarían, haciendo sitio para que él pudiera sentarse junto a ella.

Oliver sabía que estaba nerviosa, aquella sala en la mayoría de los casos solía implicar que algo pasaba entre sus ocupantes, pero no quería que eso conllevara incomodidad para ella.

-- ¿Estás bien?
-- Sí.- contestó rápidamente para no parecer indecisa
-- Felicity…si el hecho de estar aquí te hace sentir incómoda…
-- No. No, no… no estoy incómoda.- su sonrisa nerviosa  apareció de nuevo - Sólo un poco muy nerviosa. En fin…es difícil no estarlo contigo aquí…tan cerca… sobre todo después de…eso
-- Te refieres a lo de decirte que te quiero.
-- Sí…a eso mismo. Yo…no…sé qué decir a eso.
-- Eso sólo es malo…si no sientes lo mismo por mí.

Felicity buscó su mirada, penetrante y cálida, a pesar del tiempo transcurrido y de todo por lo que habían tenido que pasar, seguía siendo la misma mirada que la enamoró aquel día.
Durante unos segundos permanecieron así, en silencio, ninguno de los dos era capaz de desviar su atención hacia otro lado.

En aquel instante, brotó de nuevo esa necesidad de contacto reprimida, quería sentirle…

Sin esperarlo… sin poder frenarse, Felicity se acercó lentamente a él, buscando el roce de su boca. Lo necesitaba, su corazón se lo estaba pidiendo a gritos.
Fue un beso dulce, pequeño, pero lleno de ese sentimiento que les embargaba en cada poro de su piel.

Tras un primer acercamiento, sus labios seguían atrayéndose, buscándose por inercia.
El latido de sus corazones amenazaba con desbocarse siendo el sosiego del momento únicamente interrumpido por el sonido de sus besos al romperse. 

Oliver profundizó aquel segundo beso un poco más, atrapando su boca más intensamente, acariciando su rostro con ternura. Ella, intentó corresponder esa caricia, pero sus manos temblorosas no pudieron alcanzarle.

Pausadamente, fueron separándose…encontrándose con la mirada… De repente Felicity fue consciente de lo que había hecho, ¡había besado a Oliver!

-- Oh dios mío. Lo siento…ha sido un impulso.- contestó como empujada por un resorte, como avergonzada por lo que había hecho
-- Felicity…
-- Sé lo que vas a decirme, que no significa nada…pero para mí…

Oliver no pudo aguantar más. Quería acallar sus palabras y lo que era más importante…sabía cómo hacerlo…

Con movimientos rápidos y firmes, pasó la mano por detrás de su nuca atrayéndola con fuerza hacia él, besándola con pasión y entrega, lenta e intensamente. Un beso donde podía descargar todo el deseo contenido, todo el tiempo de espera…todas las veces que había soñado con aquel momento.

Aunque ese gesto la había cogido por sorpresa, no pudo rechazarle, era algo que había anhelado desde el día en que entró en su oficina encandilándola con aquella sonrisa, conquistándola con aquellos preciosos ojos azules.

Sus labios se movían al unísono, encajando perfectamente. La lengua de Oliver rozó ligeramente la suya, sintiendo como el cuerpo de Felicity se sobresaltaba. En ese preciso instante se detuvieron, inspiraron  el poco aire que sus respiraciones entrecortadas les permitió, se miraron…sonrieron y sin querer reprimirse se enzarzaron en una deliciosa batalla de poder.

Poco a poco los besos apasionados fueron dando paso a besos más tiernos y pausados. Felicity emitió un pequeño ronroneo cuando sintió el aire frío de nuevo en sus labios.

Oliver la observó con los ojos aún cerrados, expectante por un nuevo beso compartido.

Ante esa peculiar imagen no pudo más que sonreír acercando sus labios fugazmente a su cuello… mordiéndolo con suavidad hasta conseguir lo que deseaba: un gemido ahogado estremeciendo su cuerpo.

Al separarse volvieron a buscarse con la mirada, compartiendo esa chispa en sus ojos, no lo podían negar...estaban locos el uno por el otro.

-- No vayas a reírte pero...no siento las piernas.

Aquel inocente y espontáneo comentario provocó una pequeña carcajada en Oliver.

-- Puede que no seas la única.

La mano de Oliver acarició su sonrosada mejilla… al sentir su tacto algo áspero, Felicity fue cerrando sus ojos disfrutando de aquel ínfimo pero a la vez cariñoso gesto.

Un inesperado e inoportuno carraspeo, interrumpió su momento de intimidad, trayéndoles de vuelta a la realidad.

-- Siento interrumpirles señor Queen, ¿desean que les tome nota?

Con bastante desagrado pero sin perder la sonrisa, Oliver se separó un poco de Felicity cogiendo una de las cartas que había sobre la mesa. 

-- Sí claro…Ahmmm - empezó a ojear la carta con atención, reparando enseguida, en que sería una buena idea pedir algo para compartir. Desvió momentáneamente su mirada hacia Felicity, dándose cuenta que seguía bastante perdida en cuanto a lo que el menú se refería.

-- Te importa si yo…- señaló levemente la carta que tenía entre sus manos para darle a entender que quería ser él quien eligiera
-- Por favor, adelante.
-- Bien, ahmm tráiganos de primero deux Crême d'asperges et crevettes, y de segundo… deux Coq au vin. Merci.- Contestó con una leve sonrisa

El camarero recogió las correspondientes cartas haciendo una pequeña reverencia.

-- El restaurante les obsequia con un entrante de bienvenida: canapé de foie de canard à l'armagnac aux baies. Esperamos que sea de su agrado.
-- No sé lo que es pero suena delicioso. - contestó una sonriente Felicity

Oliver la miró correspondiendo su sonrisa.

-- ¿Desean que les traiga algo de beber?
-- Sí, otra botella de vino por favor.
-- ¿Desea tomar la misma o prefiere cambiar?
-- La misma estará bien.
-- Claro señor.

Felicity levantó la mano llamando la atención del camarero puesto que parecía que únicamente estaba Oliver en esa mesa.

-- Respecto a eso…
-- Felicity…

Ella hizo caso omiso de su regañina, efectuando la pregunta que sentía curiosidad por saber.

-- ¿Podría decirme el precio de la botella, por favor?
-- 450 euros señora.

El rostro de Felicity se desencajó notablemente ante la inesperada y aplastante respuesta que casi consigue que se ahogue.

-- ¿Cua…cuatrocientos cincuenta euros? Es más del doble de mi sueldo de becaria….- farfulló para sí todavía intentando asimilarlo
-- ¿Mantengo la botella o prefiere la señora otra cosa?
-- Tráigala por favor.
-- No, no, no…agua…quiero agua. De esa la tendrán normal, ¿no?
-- 150 euros.
-- ¿Ciento cincuenta euros la botella? Pero…pero ustedes dónde van a comprarla. ¿A China? En el supermercado de enfrente de mi casa la venden por el mismo precio pero con un punto en medio.

El camarero que no está acostumbrado a las ingeniosas salidas de Felicity, no puede disimular su asombro así como cierto malestar.

-- Se lo comunicaré al chef. Seguro que acoge la idea con mucho entusiasmo.

Tras estas breves pero clarificadoras palabras, el camarero dirigió su mirada hacia Oliver para saber qué era lo que debía hacer.

-- Traiga una de cada por favor.
-- Será un placer.

Aquel muchacho se despidió sintiendo cierta pena por Oliver  al pensar cómo tenía que ser estar casado con aquella mujer.

Encontrándose de nuevo a solas, se miraron y sonrieron.

-- Intuyo que no vas a decirme qué hemos pedido, ¿verdad?
-- Intuyes bien.
-- Me da la impresión de que tú tienes mucha experiencia en las  “SR”.
-- Si te dijera que no, te estaría mintiendo. Y no quiero mentirte.
-- Lo suponía. Tranquilo.- tras una breve pausa continuó.- Este no es mi mundo. Me siento como una niña pequeña perdida en un lugar desconocido.
-- Felicity, me guste o no, tengo un pasado. ¿Me siento orgulloso? No… ¿Puedo borrarlo? No…Pero al menos… estoy intentando ser alguien mejor cada día, compensar… todo lo que hice.

La seriedad y la tristeza con la que pronunció aquellas palabras le hizo darse cuenta de lo importante que era para él.

-- Creo que no te refieres solamente a las copas que dejaste sin pagar en tu época de playboy, ¿verdad?
-- No…- Oliver tragó saliva con dificultad, ya que para él, revivir todas aquellas experiencias no era fácil. Asumir la clase de persona en que lo convertían. Darse cuenta de que quizá, aquellas personas que lo llamaban asesino, estaban diciendo la verdad.

Felicity volvía a verle moverse inquieto, aquel tema era una espina demasiado profunda y quizá él no estaba preparado para sacarla.

-- Oliver… no tienes por qué contármelo.

A pesar de que siempre le había reprochado el no haber contado nunca lo que pasó durante el tiempo que estuvo desaparecido, ahora se mostraba comprensiva. Por primera vez había visto realmente el alcance de su dolor. La tortura interna que le estaba carcomiendo.

Oliver la miró fijamente, veía que ella también estaba sufriendo, estaba preocupada por él, una vez más. Se debatía entre sincerarse con ella arriesgándose  a perderla para siempre, o desnudar su alma ante ella, mostrando sus demonios, su oscuridad… anhelando al fin su perdón. Saber que ella le aceptaría como es, con sus virtudes y sus pecados, le concedería la redención.

-- He hecho cosas terribles. Cosas…que si las supieras, no volverías a verme como me ves ahora. – Un nudo se formó en su garganta, las emociones afloraban.

Al verle tan afectado, algo se le removió por dentro encogiendo su corazón. Le impresionaba verle así.

Oliver Queen era el hombre más fuerte que conocía. Le había visto mantenerse sereno y frío en situaciones en las que la mayoría de la gente habría desesperado. Su fortaleza le había llevado a soportar infiernos de dolor y tormento que a otros los habría arrastrado a una irremediable locura. Y ahora frente a ella, tenía a un hombre destrozado por dentro. Autocastigándose...

Felicity se acercó a él, quería reconfortarle, demostrarle que fuera lo que fuera lo que hubiera hecho, eso no cambiaría nada para ella. Seguiría queriéndole, amándole en silencio, como había hecho desde aquel momento en que sus caminos se encontraron. 

Oliver sintió la calidez de su mano acariciándole…la dulzura de su mirada acogiéndole…mostrándole indulgencia.

-- Sea lo que sea lo que hayas hecho, no va a cambiar quién eres Oliver.
-- Tal vez no soy el hombre que tú crees que soy Felicity.
-- Nada que hayas podido hacer, puede ser tan horrible. Te conozco Oliver, sé la clase de hombre que eres. Y sé, que tienes un corazón puro. Que eres noble y…cariñoso, apasionado.

No pudo reprimir una sonrisa al rememorar el momento íntimo que minutos habían compartido.

-- Todo eso… no forma parte de un asesino.
-- No eres un asesino. Eres alguien que se ha visto obligado a matar, a gente muy mala debo añadir, para proteger a otras personas. Eso no te convierte en el próximo Hannibal Lecter.
-- ¿Y torturar a un hombre hasta la muerte? ¿Matar a alguien a quien apreciaba? O incluso ¿matar a otra persona a  sangre fría y no sentir ningún remordimiento? ¿Disfrutarlo?

La expresión de Felicity mostraba cierta consternación por aquella confesión…

-- Seguro que hay una buena razón para todas esas cosas.
-- Sí…la hay. Que soy un monstruo. Un asesino.
-- Me niego a creerlo.
-- Felicity…. Es la verdad. Sobrevivir en aquella isla, me cambió…tuve que aprender que sólo una cosa iba a mantenerme con vida…matar antes de que otros lo hicieran. Y para eso, debes dejar de ver a las personas como lo que son… dejas de sentirlas como seres humanos para convertirlos… en tu presa. Porque sólo así puedes seguir adelante, auto engañándote de que estabas haciendo lo correcto, que no tenías otra opción. Pero…cada una de esas almas…consigue arrebatarte un pedazo de la tuya.

-- Escúchame bien…- Su tono de voz era firme y seguro - me da igual todo lo que hayas hecho en el pasado, porque sé que hay una explicación para todas y cada una de esas atrocidades que dices que has hecho y SÉ que será una causa justa. TÚ no eres un asesino frío y calculador. TÚ no matas por placer. Ni haces daño a inocentes, de manera que si le mataste y lo disfrutaste, estoy segura de que era un ser despreciable que se lo merecía. Y el mundo es un lugar mejor sin él.  

Oliver la miraba con asombro y por qué no, con admiración. Aquella mujer tenía una fe ciega en él, una confianza absoluta, y sin embargo… no se sentía merecedor de ella.

-- Aun habiéndote contado todo esto, sigues creyendo en mí. ¿Por qué?
-- Tal vez esto te lo aclare un poco.

Acercó su boca lentamente a él, mirándole… provocándole…
Atrapó sus labios en un beso voraz, arrollador. Sin obtener ninguna resistencia, sus labios se entrelazaron de una manera endiabladamente adictiva, arrebatándoles cada gota de oxígeno de su cuerpo.

Ante la sorpresa de Oliver, Felicity fue deslizando su lengua  poco a poco hacia el interior de su boca. Quería jugar, quería ser ella quién le guiara en busca de placer.


Sin duda alguna, Oliver estaba descubriendo una nueva faceta suya. Un lado sensual que él desconocía, pero que lejos de producirle rechazo alguno, le resultaba  muy estimulante.
Un pequeño ronroneo acompañado de una sonrisa algo traviesa,  marcaron el final de ese apasionado encuentro.

-- Porque te adoro Oliver Queen. Y eso no cambiará nunca.

Oliver buscó su mirada, transparente y sincera. Le encantaba perderse en aquellos preciosos ojos azules.

-- Si no estuviéramos aquí…te demostraría exactamente cuál es mi respuesta a eso.- estas palabras las susurró cerca de su oído, en un tono sosegado,  no porque tuviera miedo de ser escuchado, sino porque deseaba ver cómo su cuerpo reaccionaba ante ellas.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios al sentir una leve inspiración contenida.

-- Si no estuviéramos aquí…ya habríamos pedido que nos prepararan la comida para llevar. – contestó muy sonriente aceptando su juego
-- Podemos hacerlo.
-- ¿Y perderme el fantástico postre de chocolate que he visto antes? Me parece que no.
-- Sorpréndeme.

La sonrisa aún no había desaparecido de sus labios, y eso era debido a que,  aunque  siempre habían tenido sus momentos de tensión, de coqueteo… nunca habían traspasado la línea más allá de unos pocos centímetros. Pero ahora, no sólo la habían rebasado con bastante ventaja sino que además  aquello que les frenaba, había desaparecido.  

-- ¿Crees que no soy capaz de pronunciarlo?

La pregunta llegaba con cierta indignación.

-- Por favor, nunca opinaría eso de la gran Felicity Smoak. Únicamente siento curiosidad.

Oliver retrajo sus labios hacia adentro, eso era una señal de que estaba conteniendo su risa.

-- Vas a tener que tragarte tus palabras.- carraspeó aclarándose la voz  suplicando al cielo no equivocarse.- El postre que quiero es un: Coulant de Chocolat

Tras asimilar que no se había equivocado demostrando además una perfecta pronunciación,  sonrió orgullosa haciéndole una cariñosa burla a su acompañante.

-- Supera eso.
-- Estoy gratamente sorprendido. Va a ser difícil de mejorar.

Aunque seguía burlándose de ella, su cálida sonrisa le demostraba que no iba en serio.

-- Y lo he aprendido yo solita.
-- Un gran trabajo, sí señor.- Oliver asentía dándole más énfasis a sus palabras.- Pero me surge una duda. ¿Sabes lo que es? – Aunque claro está, no iba a desperdiciar la oportunidad de seguir chinchándola
-- Esa pregunta ofende caballero. – Levantó su dedo índice golpeando suavemente el pecho de Oliver.- Puede que no sepa francés, pero…toda comida o postre que lleve chocolate ha pasado por mis manos.
-- Entonces supongo que el mundo del chocolate no tendrá secretos para ti.

Felicity iba a contestar pero decidió ser cautelosa. Conociendo a Oliver, no estaba totalmente segura de que esa frase no tuviera un doble sentido. Y lo que era todavía peor, estaba segura que fuera lo que fuera, ella no lo habría practicado nunca.  

-- ¿Puedo usar el comodín de la llamada?

Oliver sonrió abiertamente. Adoraba a esa mujer. Adoraba todas y cada una de sus reacciones, adoraba su carácter, su fuerza y su determinación. Contemplándola no podía dejar de pensar en lo afortunado que era.

En aquel preciso instante supo que su vida ya nunca volvería a ser la misma. Que su vida sin ella ya no tenía sentido.
En su interior Oliver sentía que estaba en deuda con Diggle, puesto que le había brindado el mejor regalo que podría haber imaginado: ser feliz.

Felicity se sentía tan feliz que ni siquiera era consciente del tiempo que había transcurrido. Sin embargo un pequeño rugido proveniente de su estómago, se lo recordó.  Algo avergonzada, intentó disculparse.

-- Vaya lo siento. Es que no he comido nada desde el almuerzo.
-- Tendré que hablar con tu jefe para que no sea tan duro contigo.
-- Oh no, no será necesario. Mi jefe es muy bueno conmigo. De hecho, me dejó salir antes del trabajo pero… los nervios no me dejaban probar bocado.
-- ¿Estabas nerviosa por estar conmigo?

No pasó desapercibido para ella el tono insinuante de su pregunta.

-- ¿Honestamente? Me aterraba meter la pata. Ya sabes que cuando estoy  nerviosa pierdo el poco filtro que tengo,  por lo que  las probabilidades de que todo se hubiera estropeado eran bastante altas.
-- Felicity… Me encantas tal y como eres. No cambiaría nada de ti.
--¿Ni siquiera mis balbuceos y mis ataques de genio?

Oliver sonrió.

-- Ni siquiera eso.
-- Pues cuando estás enfadado, nadie lo diría.
-- Eso es porque en ese momento está presente mi parte más…
-- ¿Terca…obstinada…irritante?
-- Por poner un ejemplo, sí.

Una sonrisa se dibujó en sus rostros. Una sonrisa única. Sus miradas se buscaron, encontrando ese brillo especial que sólo algunos afortunados tienen la suerte de experimentar.
Sin darse cuenta, los nervios habían desaparecido por completo, dejándose invadir por una sensación de plenitud, cálida y agradable… Aunque por desgracia no pudieron disfrutarla demasiado tiempo.

El camarero irrumpió de nuevo en la sala, portando el primer plato de la noche: un entrante obsequio de la casa: Tostas perfectamente decoradas, cubiertas con una fina capa de paté de pato y una mermelada de frutos rojos.

Al terminar de servir el aperitivo, colocó en la mesa una nueva cubitera que albergaba dos elegantes botellas de cristal, una con vino rosado y otra con agua. Dirigió su mirada hacia Oliver para confirmar si podía proceder a rellenar las copas.

Su presencia hizo que permanecieran en silencio, comiéndose con la mirada.

-- Que lo disfruten.
-- Gracias.- contestaron al unísono

Lo primero que hizo Oliver fue coger su copa alzándola en un brindis, gesto que ella correspondió con una gran sonrisa.

-- Por Nosotros. – dijo muy sonriente
-- Por Nosotros. Y… porque nuestra segunda cita no sea tan accidentada como la primera.
-- Brindo por ello.

Finalizaron aquel gesto tan simbólico con un beso dulce, sencillo pero lleno de significado.

Cuando se centraron finalmente en la comida, las reacciones no se hicieron esperar. Felicity miraba con atención aquel extraño plato, preguntándose no sólo de qué estaría hecho sino dándose cuenta de que sólo habían traído un plato, lo cual llamó su atención. 
No atreviéndose a tomar la iniciativa, dejó que Oliver diera el primer paso. Él reía divertido observando cada uno de sus gestos, absorta en su pequeño mundo. Por su cabeza pasaban todo tipo de ideas, desde el animal más pequeño hasta el más grande, siendo no menos cierto que ante la idea de que fuera algo atípico como paté de hígado de cocodrilo, sintió cierto reparo.

 -- Es un plato para compartir. Espero que te guste.

Oliver caballerosamente cogió el plato ofreciéndole a ella la oportunidad de escoger primero.

-- Me tranquilizaría saber qué voy a comerme.  
-- ¿Confías en mí?
-- Sí.

Oliver cogió un canapé acercándoselo a los labios.

-- Entonces pruébalo.

A pesar de que su aspecto daba a entender que su sabor podía ser fuerte, al dar el primer bocado, pudo disfrutar de una crema suave que contrastaba muy bien con la acidez de los frutos rojos.

-- Uhmmm, está delicioso. Tiene un sabor distinto pero…me gusta.

Oliver sonreía mientras degustaba otro canapé.

-- ¿Quieres saber lo que es?
-- Por favor dime que no es hígado de cocodrilo.

Oliver emitió una pequeña carcajada ante el comentario de su compañera.

-- Tranquila, las reservas se agotaron esta mañana.

Ante la cara de estupefacción de Felicity, no pudo evitar reírse.

-- ¡Te estás burlando de mí! – dijo ella atizándole en el brazo
-- Sólo un poco.
-- Serás malo… De esta me vengaré. Que lo sepas.- le amenazó con su dedo índice, apretando los labios, lo cual en ella significaba que iba en serio
-- Prometo que te compensaré. – Oliver dio un sorbo de su copa
-- ¿Haciendo el amor conmigo esta noche por ejemplo?

Aquella respuesta fue tan inesperada  para Oliver como para Felicity. Surgió sin pensarlo, sin medirlo, dando forma quizá a sus deseos más ocultos.
Miradas de sorpresa y deseo se entremezclaban, fundiéndose de una manera única entre ellos.

Aunque  intentaba reaccionar, su propuesta había dejado a Oliver sin palabras… casi atragantándose.

-- Yo…

Al ver la confusión generada en su compañero, Felicity se arrepintió de su gigantesco impulso. Era un paso demasiado grande. Si lo hubiera meditado se habría frenado antes de tirarse al precipicio.

-- No te preocupes. Lo entiendo. Ha sido un error. Lo siento.

Felicity no podía ni tan siquiera mirarle. Se avergonzaba enormemente de lo ocurrido.

-- No es un error.

Oliver levantó su barbilla con suavidad, buscó su mirada. Quería que sintiera lo que él estaba sintiendo.

-- No hay cosa que me gustaría más que hacer el amor contigo.- lo dijo con serenidad pero rotundo y firme.- de hecho si soy totalmente honesto, me está costando controlarme desde hace un rato.

Una sonrisa se iluminó en el rostro de Felicity. Aquella confesión había tenido un doble efecto: calmar su dolor, estimulando esas mariposas que revoloteaban en su estómago desde que aquel maravilloso sueño había comenzado.

-- John te matará cuando se entere.
-- Lo sé. Pero habrá merecido la pena.

Felicity con una mirada algo pícara cogió uno de los aperitivos acercándoselo a Oliver para que lo mordiera.

-- ¿Es para compartir no?

Él sonrió mordiendo solamente una mitad del canapé, sosteniéndole esa mirada que parecía estar desnudándole poco a poco.

-- Sabes, estoy conociendo una nueva faceta tuya que me está empezando a gustar. Creo que la voy a necesitar más a menudo.
-- Hay que ganársela señor Queen. –contestó con una sonrisa
-- Ya veo. Entonces supongo que tendré que entregarme a fondo.
-- Muy a fondo. No soy una chica fácil. De hecho puede ser muy duro.
-- Podré soportarlo. La recompensa, es muy valiosa.

Su sonrisa les delataba. El matiz sensual que envolvía sus palabras mostraba lo mucho que habían avanzado. Todo aquello que les separaba había ido cediendo a cada paso, dándoles la oportunidad de crear un nuevo vínculo. mucho más fuerte. Casi indestructible.

Absortos el uno en el otro, casi no escucharon el sonido que provenía del bolso de Felicity. Instintivamente Oliver tocó el bolsillo de su chaqueta, olvidando que minutos antes lo había desconectado.

-- No es el mío.
-- Oh entonces es el mío. Perdona un segundo.

Felicity revolvió nerviosa el bolso en busca de su móvil. Quería apagarlo o matar a la persona que había tenido la genial idea de estropearle la cita. 

-- Madre mía no te das cuenta de que tienes el bolso de Mary Poppins hasta que tienes prisa.

Cuando por fin lo tuvo entre sus manos, deseó no haberlo cogido. Aquel nombre reflejado en su pantalla sólo podía significar una cosa: Problemas…Y con ellos el fin de su maravillosa noche juntos.

Observar el rostro compungido de su compañera, fue suficiente para saber lo que estaba pasando.

-- ¿Es Dig verdad?
-- Sí…

Oliver no quiso decir nada más. Quería que fuera ella la que tomara la decisión, ya que decidiera lo que decidiera, él lo respetaría.

-- Mierda... Por qué por una vez no podía ser la pesada tele operadora de teléfono.

Los tonos se sucedían cada vez  con más frecuencia consiguiendo que su corazón se acelerara. La indecisión que la consumía era tan fuerte que no le permitía pensar con claridad.
Intentando hallar una solución, buscó la mirada de Oliver. Necesitaba que la guiara, que le mostrara una señal de si debía contestar o no.

-- La decisión es tuya.
-- Qué momento más inoportuno has elegido para empezar a delegar.

Por su mente pasaban cientos de imágenes… no dejaba de imaginar todos los desastres posibles por los que Dig podría requerir de su ayuda, teniendo todos un final francamente malo.  

-- Yo y mi estúpido sentido del deber.- enrabietada y con algo de genio se levantó de su asiento, alejándose de su acompañante.
-- Más vale que un edificio se esté cayendo encima de un colegio o que un maremoto vaya a asolar la ciudad.

Dig desconcertado ante tan caluroso recibimiento, acogió su respuesta sin acritud.

-- Vaya… Yo también me alegro de escucharte Felicity.

Su compañera al darse cuenta de que su compañero no tenía la culpa de nada, rectificó rápidamente, volviendo a ser la misma de siempre.

-- Lo siento John, no quería parecer grosera pero es que me pillas en un mal momento.
-- Ya veo ya...
-- Bien, ¿cuál es la emergencia?
-- Bueno, eso depende de lo preocupante que te parezca que Oliver lleve casi 1 hora con el móvil apagado. 

Aquellas palabras hicieron que ella se girara buscando a Oliver justo en el sitio en el que ella deseaba estar.

-- Creo que me hago una ligera idea de dónde está.- automáticamente cerró los ojos dándose cuenta de su error.- Quiero decir, que es un hombre de costumbres.
-- Ya he estado en todos los sitios donde suele ir cuando quiere estar solo, y no hay ni rastro de él. 

Francamente… empiezo a estar preocupado, no es normal en Oliver desaparecer sin decir nada, al menos sin un motivo.

-- Hay uno muy bueno...- susurró para sí misma exhalando un suspiro
-- Felicity dime dónde estás, iré a recogerte.
-- ¡¡NO!!
-- ¿No?

Lo cierto era que la rotundidad de esa respuesta le cogió desprevenido.

-- Quiero decir, que no es necesario. Mira, estoy segura de que Oliver está bien, además sabes que soy una chica con recursos.... En cuanto termine lo que estoy haciendo me pongo a ello con mi tablet y te mando su ubicación para que te quedes tranquilo.

-- Felicity... ¿Va todo bien?
-- Sí, claro... ¿Por qué habría de ir mal? 
-- No sé, te noto un poco nerviosa.
-- No, claro que no. Es sólo que estoy en casa con el pijama puesto, disfrutando de una sesión de palomitas, peli... y es una de las clásicas. Sería un crimen dejarla a medias ¿no crees? - contestó intentando que pareciera una respuesta inocente pero sobre todo creíble
-- Sin duda. Bien, en ese caso te dejo que sigas con tu sesión de cine. Que la disfrutes.
-- Gracias. Igualmente para ti. Buenas noches.
-- Buenas noches Felicity.

Diggle dejó aparcado a un lado su móvil esbozando  una sonrisa. Lo que Felicity no sabía, es que durante la llamada, él había estado observando algo con suma atención: la luz roja parpadeante de dos puntos GPS reflejados en el panel del ordenador.  

De vuelta en el restaurante, Felicity tuvo que respirar con fuerza un par de veces antes de volver a la mesa. Quería tranquilizarse para que Oliver no pensara que algo malo ocurría.

Al regresar a su sitio, supo que su ausencia había tenido algo bueno: le esperaba un delicioso cóctel en forma de crema, listo para ser degustado.  

-- Qué buena pinta.- esbozó una sonrisa al comprobar que uno de los ingredientes no le era del todo desconocido, cosa que agradeció infinitamente.

Cogió una de las gambas que adornaban su copa, al morderla notó  un cierto sabor afrutado.

-- Uhmmm, sabe a fruta.

Oliver observó  que su estado de ánimo volvía a ser el de siempre, por lo que supo que el peligro había pasado.

-- Al menos esto sé lo que es. Y…antes de que preguntes, Dig sólo quería saber dónde estabas.

Oliver frunció el entrecejo, y ella al notarlo lo aclaró.

-- Lo tienes apagado desde antes de que entráramos al restaurante.- señaló hacia su móvil
-- Es cierto. Ya no me acordaba. – sonrió al darse cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo. 

Estando con ella perdía la noción de todo y eso no solía ocurrirle con frecuencia, más bien nunca.

-- Creo que lo tengo.

Oliver iba a contestar pero ella le paró. Al ver lo decidida que estaba, le concedió el beneficio de intentarlo.

-- Déjame a mí. – Probó un poco más para afinar su paladar pudiendo así emitir su veredicto final.- Es una crema de espárragos.

Una gran sonrisa se dibujó en los labios de Oliver al ver la cara de circunstancias de su compañera suplicando que dijera que sí.

-- Es correcto.
-- ¡Bien!  ¡Mini punto para el equipo de las chicas!-  celebró orgullosa y con entusiasmo su pequeña gran victoria 

Oliver empezó a degustar su cóctel cuando la voz de Felicity llamó su atención.

-- Tengo que admitirlo, hoy estás resultando ser una auténtica caja de sorpresas.
-- Debo reconocer que no todo el mérito es mío. Tener como madre a Moira Queen debía tener alguna cosa buena.
-- Touché.
-- Para mí, esto formaba parte casi de mi día a día.

Sus palabras albergaban un matiz casi nostálgico.

-- Mi día a día…eran clientes borrachos, tacones 18 horas y comida pre cocinada.

La expresión desbordantemente desconcertada de Oliver le hizo darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.

-- ¿Lo has escuchado?

Ante la evidente incomodidad de su compañera, no quiso insistir.

-- Sí, pero… no tienes que contármelo si no quieres. Sé lo que es tener algo dentro de ti que no quieres que nadie más conozca.

Ella agradeció ese espacio, la oportunidad de seguir siendo para él, aquella chica parlanchina y curiosa, una noche más.

-- Supongo…que  tarde o temprano ibas a enterarte, así que mejor que lo sepas por mí.

Oliver la miró intentando trasmitirle la misma comprensión que ella le había mostrado minutos antes.

-- Nada de lo que puedas contarme, va a cambiar lo que siento por ti.
-- No estés tan seguro. Antes espera a escuchar lo que tengo que decir.
-- Aun escuchándolo, seguiré pensando lo mismo.

Le llevó algunos minutos hacer acopio del valor necesario para romper el candado que había mantenido cerrada esa caja a lo largo de los años. Inspiró con fuerza, el aire parecía haberse vuelto más denso para ella.

-- Habrás notado que tú y yo somos muy diferentes.
-- Algo había notado, sí. – haciendo clara referencia a sus caracteres tan dispares
-- Mientras…tú…nacías en una cuna de oro, yo… nacía en el aparcamiento de una zona de camping. 
Mis padres dentro de su mentalidad hippie pensaron que sería una buena idea.

Su carácter vivo y alegre había desaparecido. Su mirada había perdido ese brillo especial que la caracterizaba, mostrándose apagada y sombría.  

Sólo entonces pudo darse cuenta de que lo que hasta ahora creía que era un punto de locura, era en realidad una coraza protectora. Un escudo frente a lo que realmente escondía: 

Dolor…resentimiento…vergüenza

Oliver la escuchaba atento, sin intervenir. Conocía a Felicity, sabía lo difícil que era para ella abrirse a los demás, su reticencia a contar nada  acerca de su vida o que tuviera una mínima relación con su pasado. Era consciente del esfuerzo que estaba suponiendo para ella dar ese paso, estando agradecido por ello.  

-- Crecí en un barrio…que no tiene nada que ver con este. Casi siempre estaba sola o con la vecina porque mi madre trabajaba de camarera para intentar sacarnos adelante.
-- De ahí lo de los borrachos.
-- A medida que fui creciendo me di cuenta de que tenía que ser perfecta, un fallo y todo cambiaría.
-- ¿No…tenías la ayuda de tu padre?
-- Mi padre…- una sonrisa irónica acudió a sus labios.- él…nos abandonó cuando yo era muy pequeña. Un día se fue y no volvió…aunque eso lo descubrí después de meses de espera frente a la ventana.
-- Lo siento mucho…No sabía nada de todo esto.
-- Eso es porque yo no quería que lo supieras.

Por primera vez desde que se conocieron, Oliver había conseguido algo imposible: empatizar con ella en lo más profundo de su alma, pudiendo llegar a sentir todo ese sufrimiento reprimido.
Sabía que sus palabras tendrían un efecto impactante sobre él, aludiendo a su compasión. Y ella no quería que la compadeciera. Había luchado mucho para ser quién era, para que todo lo que la unía a su pasado, desapareciera…

-- Tranquilo. Después de todo, tuvo su parte buena. Pude centrarme en mis estudios, terminando  la carrera en un tiempo récord.
-- Y… lo de los tacones.
-- Durante el tiempo que estuve en la universidad, me trasladé a varios sitios, entre ellos el campus de la zona. Como el precio era bastante alto, mi madre no podía costearme los gastos que eso suponía, así que…tuve que trabajar de camarera, de azafata, de vendedora ambulante…
-- ¿Vendedora ambulante?
-- No preguntes.

Felicity le concedió unos segundos para que terminara de asimilarlo todo. Era mucha información para un solo día.

-- Vaya…Sólo puedo decir que estoy impresionado.
-- Qué gran historia, ¿verdad? Una madre conejita de playboy, un padre ausente, un ex novio que se suicidó…aunque bueno, qué es eso frente a 5 años en el purgatorio.
-- Dicho así, suena peor lo tuyo más que lo mío.

De repente se vieron envueltos en un silencio sepulcral.

-- Bien, ya se ha roto la magia. Puedes salir corriendo, no te culparé.
Felicity vio que se quedó inmóvil, callado…simplemente mirándola. Transcurrido un tiempo que no podría definir con exactitud, miró el reloj de su muñeca y contestó.

-- Sigo aquí. Y...aunque te moleste, quiero seguir conociéndote. Quiero saberlo todo sobre ti Felicity.

Nunca pudo imaginar que dos simples palabras pudieran tener tanto poder. Sin darse cuenta le había ofrecido el mejor regalo que podía darle: sentirse amada, aceptada sin restricciones.

Un sentimiento de sosiego fue expandiéndose en su interior, emocionándola… derritiendo un corazón que había tenido que aprender a ser fuerte, a no dejarse pisotear por nada ni por nadie.

A pesar de sus esfuerzos, las lágrimas emergieron, mostrando esa vulnerabilidad que tanto había luchado por ocultar.

Oliver se acercó un poco más ella, enternecido por su fragilidad, acarició su rostro con dulzura, borrando con las yemas de los dedos  cualquier rastro de ese dolor en su piel.

-- Tengo que confesarte algo.

Ella levantó lentamente su mirada hacia él, con temor de que su mayor miedo se hubiera hecho realidad.

-- Creía que mis sentimientos por ti no podían cambiar. Pero me equivocaba…
Ella le miraba sin poder creer lo que estaba escuchando… No podía ser verdad que estuviera a punto de perderle.

-- Si antes estaba orgulloso de ti, ahora ese sentimiento se ha engrandecido aún más. Puede que tu madre no sea perfecta, pero me dio la oportunidad de conocer a la mujer más increíble del mundo. Y por ello le estaré siempre agradecido.

Esas palabras tan esperadas le devolvieron la ilusión. Su mirada dulce junto a ese deje salado en sus labios, era todo cuanto necesitaba.  

Oliver quiso que se relajara, que olvidara los malos momentos.

-- Volviendo a un tema que me interesa. ¿Hay algún ex novio del que tenga que preocuparme?
-- ¿De todo lo que he dicho sólo te has quedado con eso?
-- Ahmm, me interesa saber si tengo competencia.
-- Nadie en su sano juicio sería capaz de aguantarme.

Con gesto sorprendido tras ese pequeño puñal recibido, Oliver le contestó.

-- Gracias por la parte que me toca.
-- Como dijo Dig una vez, tú nunca fuiste normal. Pero que conste que es con cariño.

Oliver asentía con su sonrisa de CEO, aguantando estoicamente otro puñal envenenado, que de haber sido otra persona la que lo lanzaba su reacción habría  sido distinta.

Al notar que estaba un poco molesto, se acurrucó con él haciéndole alguna que otra caricia.

-- Anda no te enfades. Si ya sabes que me encanta cómo eres. – su tono de voz meloso fue acompañado de un beso dulce en los labios, pensando que así se ablandaría.  

Oliver la miró de reojo, acercándose a escasos milímetros de su boca.

-- Esta noche, cuando te quite el vestido, pienso cobrármelo.- sus palabras, convertidas en un susurro sensual  y provocador,  conllevaron  que el cuerpo de Felicity se estremeciera de placer.

Ella quiso buscar su boca, saciar su sed…pero él se apartó, besándola con ternura en la comisura de los labios. Estaba poniéndola a prueba. Quería saber hasta dónde era capaz de aguantar.

Felicity exhaló todo el aire a través de su sonrisa.

-- ¿Quieres jugar? Yo también sé jugar.
-- Estoy deseando verlo. – una sonrisa pícara se dibujó en sus labios mientras probaba un pequeño sorbo de su copa

Ninguno de los dos desvió la mirada, estaban disfrutando de aquel momento, explorando esa nueva y refrescante intimidad existente entre ellos, que aunque todavía estaban aprendiendo a compartirla…muy pronto les llevaría a descubrir mundos desconocidos llenos de placer y muchas sorpresas.


Relatos Olicity | Olicity...postres y tequila

Como estamos en época de descanso de nuestra serie favorita hasta que comience la nueva temporada, intentaré ser vuestro suministro d...