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viernes, 29 de septiembre de 2017

Escenas Olicity: Emma

¡Hola a todos!

Aquí os traigo una escena que abarca un tema que no ha sido explorado en la serie. Me apetecía hacerlo yo dándole mi toque. Es algo raro porque yo no quiero bebé Olicity todavía, prefiero que disfruten solos todavía un tiempo. Y que nos lo enseñen claro jajaja sino no tiene tanta gracia.

Como siempre espero que os guste mucho y sobre todo que la disfrutéis tanto como yo.
Todavía no he decidido si haré segunda parte. Todo es posible...😎😋

AsWriters Forever



Felicity y Curtis se encontraban trabajando dentro del búnker. Como estaba siendo una noche tranquila, decidieron testear un poco el sistema ya que últimamente estaba dando problemas.

Curtis tecleó un comando que no obtuvo el resultado esperado, resoplando como respuesta a su frustración.

Al mirar a Felicity notó que se removía inquieta en su silla.

-- ¿Estás bien?
-- Sí, es sólo que esta tarde está un poco inquieta.


Se masajeaba la barriga intentando reconfortarse.

-- Va a salir guerrera como su madre.
-- O cabezota como su padre.
-- Es otra opción.


De repente un fuerte dolor hizo que Felicity se encogiera sujetándose instintivamente la barriga.

-- Creo que será mejor que te llevemos al hospital.

Tras un par de respiraciones, el dolor aminoró por lo que se apresuró a tranquilizar a su amigo.

-- Estoy bien, estoy bien.
-- ¿Estás segura? Porque yo no lo tengo tan claro. Voy a llamar a Oliver.


Rápidamente ella posó su mano sobre él para impedírselo.

-- No, no lo llames. Está ocupado con la alcaldía y no quiero preocuparle.
-- Pues yo estoy acojonado.
-- Tranquilízate sólo ha sido una falsa alarma.- dijo intentando casi convencerse a sí misma.
-- Me tranquilizaré cuando vea que esa preciosa niña no tiene intención de salir a saludarnos todavía.
-- Sigue testeando con el sistema. Yo voy a intentar dar un paseo. Así se calmará.


Cuando había avanzado solamente unos pasos, Curtis quiso intentar una vez más que su amiga entrara en razón.

-- Seguro que no quieres que vayamos a...
-- Seguro Curtis. ¡No me lo repitas más!


En ese momento Felicity sintió como si algo se rompiera dentro de ella. Al ver su rostro algo desencajado, Curtis se levantó rápidamente hacia ella.

-- ¿Qué te pasa, estás bien? ¿Llamo a una ambulancia? ¿A Oliver? ¿A los servicios de rescate?

Curtis contempló con suma preocupación cómo su compañera miraba hacia el suelo.

-- Por favor dime que te has hecho pis encima.
-- Ojalá...


Cuando menos lo esperaban la luz del búnker se apagó inutilizando todos los ordenadores.

Felicity agarró la mano de su amigo con fuerza intentando mantener la calma.

-- ¿Puedo entrar en pánico ya? Dijo el muchacho visiblemente asustado.
-- Tranquilo, los generadores de emergencia deberían saltar.
-- Aunque salten, las entradas se bloquean por seguridad.


Felicity volvió a encogerse ante una intensa punzada.

-- Creo que eso ha sido una contracción.
-- Yo no lo creo, estoy seguro.- afirmó tras poder soltar su mano del firme apretón que Felicity le había propinado.

-- Curtis esto debe deberse a que hemos estado testeando el sistema. Tienes que arreglarlo.
-- No puedo estar en dos sitios a la vez, o arreglo crisis búnker o arreglo super mega crisis bebé.
-- Llama a Oliver.- dijo farfullando entre dolor y dolor
-- Pero no me dijiste que no le llamara...
-- ¡Hazlo!


Tras recibir tan contundente orden Curtis se dispuso a coger su móvil con notable rapidez y nerviosismo.

-- No, no, no. Hazlo desde mi móvil. A ti no te lo cogerá...
-- Bueno si le llamo 100 veces intuirá que es un SOS.


Oliver se encontraba reunido en la sala principal junto con otros miembros del consejo cuando siente vibrar su móvil en el bolsillo de su chaqueta.

Al ver el nombre de su compañero en la pantalla, rechazó automáticamente la llamada dejando a un más que sorprendido Curtis al otro lado de la línea.

-- Me ha colgado...- comentó sin terminar de creerse que hubiera podido hacerlo.
-- Te lo he dicho.


Felicity intentaba respirar un poco más profundamente.

-- Ahora verás.

Volvió a pulsar la tecla de rellamada obteniendo el mismo resultado.

-- Será posible...

Volvió a seguir los mismos pasos una vez más,  estaba dispuesto a que le cogiera el teléfono a como fuera lugar.
Oliver al ver que la llamada se repetía por tercera vez en escasos 30 segundos  decidió contestar antes de cometer un asesinato.


-- Perdón. Debo contestar una llamada.

Se disculpó ante los miembros presentes saliendo hacia el pasillo en busca de un sitio donde poder tener algo que no solía obtener allí: tranquilidad.

-- ¿Qué ocurre Curtis?
-- ¡Ajá sabía que mi método funcionaría!  - contestó todo orgulloso
-- ¿Me has llamado solamente para eso? Curtis esto no es un juego - el evidente
tono de enfado de Oliver le hizo ver que su comentario aunque cierto, no había sido la mejor opción. - He tenido que interrumpir una reunión importante.
-- No no no. Esto es importante jefe. Muy importante. Por favor no me cuelgues.
-- Tienes dos segundos.
-- Felicity, bebé, AHORA.


El rostro de Oliver se tornó serio adquiriendo un matiz de preocupación.

-- ¿Dónde estáis? Preguntó dirigiéndose hacia el ascensor. Para él todo lo demás había dejado de tener importancia.

Miraba hacia un lado y hacia otro asegurándose de que no hubiera nadie siguiéndole, con suerte podría esquivar a sus escoltas sin mayores dificultades.
Uno de sus ayudantes al verle quiso pararle para que le firmara algunos papeles pero él hizo caso omiso continuando su camino.


-- En el búnker.
-- ¿Cómo está?


Curtis miró de reojo a su jefa.

-- ¿Cruela de Vil retorciéndose te dice algo?
-- ¿Cada cuánto tiene las contracciones?
-- No es por ofender pero con lo que tiene encima no creo que haya...
-- ¡Curtis!


El muchacho alejó un poco el teléfono de su oído volviéndose hacia su compañera.

-- Tu sociable prometido quiere saber cada cuanto tiempo tienes las contracciones.
-- 7 minutos y 17 segundos.
-- Ah, pues sí que ha podido.
-- Curtis tienes que llevarla al hospital.
-- Lo haría encantado pero resulta que tenemos un pequeño pequeñísimo problema.
-- ¿Qué problema?
-- Estamos atrapados.
-- ¿Qué? ¿Por qué no empezaste por ahí primero?
-- ¡Me diste solamente 2 segundos! No es que con eso pudiera explayarme demasiado.
-- ¿Qué ha ocurrido?
-- Estábamos trabajando con el sistema, intentando arreglar unos desajustes, cuando todo se apagó. Los generadores de emergencia saltaron pero las puertas y todo lo demás está bloqueado.
-- Pues desbloquéalo. ¡Ya!
-- Me encantaría pero resulta que en ese momento tu adorada mujercita rompió aguas y no puedo concentrarme si la tengo al lado rompiéndome el brazo constantemente.
-- Voy de camino. Curtis...- no pudo disimular su preocupación
-- Lo sé. Cuidaré de ella, tranquilo.


Oliver caminaba apresurado hacia el parking donde se encontraba su moto, era el medio más rápido para llegar. En su interior rogaba que no pasara nada que pudiera retrasarle. Deseaba poder compartir aquel momento junto a Felicity y nada iba a impedirle llegar junto a ella.

Antes de ponerse el casco, se colocó un intercomunicador en el oído, lo iba a necesitar. Tras arrancar la moto, encendió su reloj inteligente dirigiéndose hacia su destino lo más rápido que podía.

No había transcurrido ni un minuto cuando efectuó una llamada. Y no era una cualquiera, estaba llamando a la única persona en la que más confiaba aparte de Felicity. Tras unos tonos, una voz masculina algo frustrada se dejó escuchar al otro lado de la línea.

-- Dime Oliver.
-- John, ¿Dónde estás?
-- En un atasco. Ha habido un accidente y están intentando redirigir el tráfico.


Al oír las palabras de su compañero, pulsó el GPS para localizarle, decidiendo
desviarse por otro camino.

-- Dig, necesito que salgas de ahí y que te dirijas hacia el búnker. Felicity está de parto.
-- Pero si aún le quedaban un par de semanas.
-- Al parecer tu sobrina tiene prisa por conocernos.


Una gran sonrisa asomó a sus labios.

-- Tiene a quien salir. ¿Necesitas que lleve a Felicity al hospital?
-- No. Necesito que traigas a mi hija al mundo.
-- ¿Qué ha pasado? – preguntó más preocupado que desconcertado.
-- Se han quedado atrapados en el búnker tras estar trasteando con el sistema. Lo
s generadores de emergencia saltaron pero…

-- Todas las salidas están bloqueadas. Tendremos que entrar por los túneles subterráneos.
-- Eso es. ¿Tienes munición?
-- Siempre amigo. Desde que te conozco ya nunca salgo de casa sin ella.
-- Por eso te escogí. 
-- ¿Felicity está bien?
-- Aguantando.
-- Oliver...
-- Tranquilo, estoy cerca.
-- Llegaré lo antes que pueda.


Tras colgar la llamada, quiso hacer otra pero antes debía conseguir calmarse. Como la corbata le ahogaba demasiado intentó aflojarla todo lo que pudo. Respiró hondo varias veces para rebajar la tensión.

Mientras tanto en el búnker…

Felicity intentaba andar un poco a ver si así el dolor disminuía pero no estaba teniendo demasiado éxito, parecía como si el dolor fuera cada vez más fuerte. 
Curtis intentó acercarse, tocarla, pero ella estaba en un estado de nervios que no le resultaba nada fácil llegar hasta ella.


-- No me toques, No me toques.
-- Vale, tranquila. – dijo intentando calmarla.
-- Me tranquilizaré cuando Oliver esté aquí. Le necesito aquí.
-- Viene de camino, llegará enseguida. Tú respira, ¿vale? – Curtis imitaba sus respiraciones como si así pudiera reconfortarla
-- Curtis, ¿Qué haces?
-- Ayudarte a respirar, vamos hazlo conmigo, eso te ayudará.
-- Y lo sabes por tu dilatada experiencia como matrona ¿no?
-- Lo vi una vez en un documental sobre mamíferos en el Discovery Channel. Fue asqueroso por cierto.


La mirada furtiva que Felicity posó sobre él en ese momento, le dio mucho más miedo que cualquier arrebato de ira de Oliver Queen.

-- ¿Me estás comparando con un animal?
-- Bueno, no exactamente, aunque la perrita era muy cariñosa.


Cuando Felicity parecía querer asesinarle, su teléfono empezó a sonar, salvando a Curtis de una muerte segura.

-- Salvado por la campana.- exclamó entre asustado y aliviado.

Curtis corrió a contestar la llamada dando gracias al cielo al ver el nombre de su jefe en la pantalla.

-- Por favor dime que estás llegando.
-- Estoy cerca pero aún tardaré un poco en llegar, he tenido que desviarme para que no me pillara un atasco.
-- Si tardas mucho puede que el que no sobreviva sea yo.


Oliver esbozó una sonrisa al escuchar la voz de Felicity, de fondo, increpándole.

-- Curtis, ponme a Felicity por favor. Necesito hablar con ella.
-- No creo que sea una buena idea, ahora mismo está en modo enrage. Y si ya de normal da miedo, imagínate ahora.
-- Sabré apañármelas.
-- Está bien, pero que conste que yo te he avisado.


Le ofreció el teléfono a su compañera, quien casi se lo arrebató de las manos, tras hacer efectuado una de sus muchas inspiraciones.

-- Hola.- su tono era cariñoso pero no podía disimular su nerviosismo.
-- Hola cielo. ¿Cómo estás?
-- Mal. El dolor no disminuye lo cual supongo que es lo normal. Lo contrario me preocuparía.
-- ¿Y las contracciones?


Felicity tuvo una nueva punzada que la obligó a tomar aire. 

-- Aumentando.- Se produjo una pausa donde lo único que Oliver escuchaba era su respiración entrecortada.- Tengo miedo.
-- Lo sé. Sé que tienes miedo pero todo va a salir bien, ¿vale?
-- No quiero que nuestra hija nazca aquí. Sola.- su voz se quebraba, se estaba emocionando.
--No vas a estar sola. Yo voy a estar contigo. Te lo prometí, ¿recuerdas?
-- Sí…


Con los ojos casi enjugados en lágrimas recordó que en una de las últimas clases preparto a las que asistieron, al ver que ella estaba cada vez más inquieta por la inminente llegada del bebé, él le hizo la promesa de que pasarían juntos por ese momento y que pasara lo que pasara no la abandonaría.

A pesar de que el trabajo de alcalde era muy absorbente, él siempre encontraba tiempo para estar con ella y acompañarla a todas las clases a las que asistía, por muy complicado que fuera, él siempre estaba ahí, apoyándola.

-- Además estás con Curtis, y eso es algo bueno.
-- ¿Sabes que Curtis no sabe nada de mujeres y mucho menos de nacimientos verdad?
-- Sí, pero es el único aparte de ti que puede arreglar el problema del bloqueo y cuando lo haga te llevaremos al hospital y antes de que te des cuenta todo habrá acabado.


Unas pocas palabras de Oliver bastaron para que ella pudiera empezar a relajarse un poco. Al presenciarlo, Curtis no dejaba de asombrarse del efecto que tenían el uno sobre el otro.

-- Pero ahora necesito que estés tranquila. Que te relajes, respires profundamente e intentes pensar en todo lo bueno que nos espera.
Poco a poco Oliver pudo escuchar cómo su respiración se normalizaba, lo estaba consiguiendo.

-- Eso es. Lo estás haciendo muy bien.

Al ver que ella estaba mejor, él también pudo relajarse.

-- Te necesito. Sin ti no puedo hacerlo.
-- Pronto estaré contigo. Mientras tanto practica todo lo que hemos aprendido, ¿vale?
-- Vale… Lo intentaré.
-- Esa es mi chica. Cielo tengo que dejarte, voy a pasar por un túnel y me quedaré sin cobertura.
-- Te quiero. – su tono de voz sonaba triste, no quería romper el único lazo que le unía a él.
-- Yo también te quiero.


Al escuchar el sonido de llamada cortada, cerró los ojos lentamente mientras apagaba el móvil. Intentó echar a andar pero las piernas empezaban a fallarle.

-- Ou Ou Ou, no pasa nada, vamos a sentarnos.

Curtis llegó a tiempo para agarrarla del brazo y sentarla en su sillón ya que era el más cómodo de toda la guarida.

-- Dime algo que pueda hacer para ayudarte.
-- ¿Puedes darme morfina, sacar a mi hija y despertarme cuando todo haya acabado?
-- Sé que no lo dices en serio. Tú nunca te perderías ni un solo segundo de esta experiencia.
-- Si no doliera tanto y  pudiera estar en un lugar que al menos estuviese esterilizado, lo disfrutaría más la verdad.


Como no tenía nada mejor que la ayudara, siguió intentando respirar mientras masajeaba la zona donde estaba su bebé, normalmente eso la calmaba. Aunque también era cierto, que normalmente era Oliver quién la acariciaba.

-- Te gusta más cuando lo hace papá, ¿verdad? A mí también.- susurraba con voz dulce hacia su bebé, creyendo realmente que ella podía escucharla.

Curtis contemplaba embobado aquella tierna escena, sintiéndose casi como un intruso, como si estuviera invadiendo algo muy valioso.

-- Curtis.
-- ¿Sí?
-- ¿Me harías un favor?
-- Claro.
-- Podrías mirarme… a ver si todo va bien.


La cara de desconcierto de Curtis le indicó que no entendía demasiado bien lo que estaba pidiéndole.

-- Que te mire, ¿dónde?

La mirada de Felicity le indicó el lugar ante la descomposición de su amigo.

-- Ah no, no pienso hacer eso. Ni hablar. Primero porque sería traspasar una línea de la que no podría volver y segundo…ese es un tema que no domino demasiado.
-- Escucha, sé que te estoy pidiendo un enorme favor, pero resulta que yo no puedo hacerlo y tú eres la única persona que puede, por razones obvias.
-- Oh Felicity, me has pedido cosas malas y cosas muy malas, pero esto se pasa de la raya.
-- Por favor… Ya estoy bastante nerviosa…
-- Cuando te dije que quería estrechar lazos contigo, no tenía en mente nada de esto.
-- Ya… Si te sirve yo tampoco tenía previsto tener a mi hija aquí, mientras estoy encerrada contigo.
-- Touché…


Indeciso y reticente se arrodilló ante ella. Antes de levantar la falda, dirigió su mirada hacia ella.

-- Antes de que mi imagen sobre ti cambie para siempre, quiero que sepas que esto se merece un aumento.

Despacio y vacilante empezó a subir la prenda cuando de repente volvió a bajarla para desesperación de su compañera.

-- ¿Qué se supone que tengo que buscar?
-- Con que mires si asoma una cabeza de niña por ahí, será suficiente.
-- Vale…


Felicity inspiró aire, para ella tampoco era una situación agradable. La vergüenza  invadía cada parte de su cuerpo. Aferró sus manos con fuerza a los posa brazos llegando casi a arañarlos.

Curtis, con manos visiblemente temblorosas, comenzó a levantar de nuevo aquel trozo de tela, fino y sedoso. Sólo unos pocos centímetros le separaban de su mayor temor, cuando imploró al cielo para que pasara algo que le evitara tener que dar aquel paso.

-- Por favor señor, si me libras de esta te prometo no volver a fallarte.
-- No sabía que fueras creyente.
-- No lo soy.


Un fuerte bombardeo proveniente de la zona del ascensor irrumpió entre ellos, interrumpiendo el gran momento.  Una densa humareda les impedía ver con total claridad qué había pasado exactamente, aunque sus dudas fueron rápidamente despejadas.

Una figura muy familiar se abría paso armado con un potente arco y con flechas explosivas. Nada más verle Curtis se puso en pie rápidamente levantando las manos, como si alguien le hubiera pillado robando algo.

-- No he visto ni tocado nada, jefe. Lo prometo.

Oliver extrañado de su repentina confesión se acercó primero a saludar a su chica. Cómo había deseado aquel momento.

-- Hola preciosa.- su tono de voz era suave y cariñoso

Una cálida sonrisa se dibujó en sus labios antes de fundirse con ella en un beso largo, lento y deseado.

Felicity al saber que era él, casi rompe a llorar debido a la tensión acumulada.

-- ¿Estás bien?
-- Ahora sí.


Las palabras emergían de su garganta con cierta dificultad. Aunque no todo había terminado, para ella, lo peor ya había pasado. Oliver estaba con ella.
Por su lado Curtis al saberse salvado, miró hacia el cielo y exclamó:


-- Seas quien seas. Gracias. Te debo una.
-- Curtis.


Oliver llamó su atención, quería agradecerle todo lo que había hecho por ellos.

-- Gracias por cuidar de ella en mi ausencia.

Oliver levantó su mano hacia él como señal de respeto, gesto que él no dudó en corresponder.

-- Ha sido un placer.

Felicity, feliz de poder contemplar aquella reunión, recibió una nueva descarga de dolor que hizo que se agarrara con fuerza la tripa. Oliver al escuchar su lamento, no dudó en acercarse a ella. Había que poner en marcha el plan “nacimiento bebé”.

-- ¿Te duele mucho?
-- Sí… Esta ha sido muy fuerte.
-- ¿Cada cuánto tiempo?
-- La última fue aproximadamente hace cinco minutos.- se apresuró en contestar Curtis dándole algo de margen a su compañera para reponerse.
-- Bien. Parece que nuestra hija quiere salir.- juntó su frente a la de Felicity
-- Sí, eso parece. Impaciente como su padre.
-- Voy a llevarte a la cama del cuarto de atrás. Allí estarás más cómoda. Vamos, agárrate a mí.


Oliver cogió a Felicity en brazos con sumo cuidado, como si se tratara de algo frágil, para después dirigirse hacia el dormitorio principal de la guarida. Un sorprendido Curtis no daba crédito a lo que veía.

-- Un dormitorio secreto. ¿Cómo es que nosotros nunca hemos entrado aquí?

Oliver ayudó a Felicity a tumbarse en la cama, antes de preocuparse por contestar las incesantes preguntas de su amigo.

-- Eso es, despacio, despacio.

Una vez que ella sintió la comodidad que le ofrecía aquel mullido colchón, su cuerpo se relajó un poco. Parecía que las cosas empezaban a mejorar.

-- Aquí estamos, donde empezó todo. – dijo con una leve sonrisa.
-- Por segunda vez.- contestó besándola suavemente
-- Hola…sigo aquí…


Oliver miró a Curtis algo incordiado por la interrupción.

-- Curtis ayúdame a traer cojines, toallas, un barreño con agua caliente y algo para morder o apretar.
-- Vale…pero eso no contesta a mi pregunta.
-- Eso es porque no hay nada que responder. Es un dormitorio de uso restringido y privado.
-- Ou, ya entiendo. Aquí es donde…- al darse cuenta de lo que implicaba su rostro mostró un cierto rechazo.


Sin poderlo evitar un cierto repeluco recorrió su espalda.

-- Es como imaginarme a papá y a mamá haciéndolo. Argh.

Acompañó a Oliver hacia la trastienda dónde pudieron encontrar casi todas las cosas que necesitaban. Mantas, almohadas, trapos pequeños, añadiendo a la lista una bolsa con un líquido azul que llamó la atención del joven recluta.

-- Mete esto en agua muy caliente durante 5 minutos.- dijo ofreciéndole la bolsa azul que tanto interés había despertado en él.
-- ¿Y aparecerá Papá Pitufo? Bromeó riéndose de su propio chiste pero viendo que no había tenido el mismo efecto sobre Oliver, lo dejó estar marchándose a cumplir su cometido.


Felicity se incorporó un poco al ver a Oliver llegar con varias almohadas, las cuales se dispuso a poner justo a su espalda. Después la tapó con una manta por si tenía frío.

-- Es como pasar de estar en una pensión de mala muerte a un hotel medio decente.
-- Bueno, es normal que nadie te cuide como te cuido yo, ya que nadie te quiere como te quiero yo. – le dio un beso rápido en los labios antes de acercarse al armario de los medicamentos y coger un par de frascos con una jeringuilla.
-- Sabes, mi madre no estaría totalmente de acuerdo con eso.


Cuando volvió a entrar en la habitación y escuchó esa última frase, esbozó una pequeña sonrisa que fue borrándose mientras miraba los dos frascos que sostenía en sus manos.

-- Sólo puedo administrarte analgésicos. Te aliviarán pero no harán que el dolor desaparezca.

Ella asintió.

-- Lo sé.
-- Es tu decisión.
-- ¿Le harán daño?
-- No. No te lo ofrecería si supiera que puede haceros daño a ti o a nuestro bebé.
-- Puedo aguantar un poco más.
-- De acuerdo.


Felicity hizo algunas expiraciones más seguidas por lo que Oliver intuyó que había tenido una contracción, para reconfortarla le ofreció su mano.

-- Lo estás haciendo muy bien. Estoy muy orgulloso de ti.

Ella apretó cariñosamente su mano, las emociones fluían con demasiada facilidad a través de ella.

-- Aunque después me ponga a gritar como una loca, o quiera cortarte cierta parte sensible.- bromeó esbozando una sonrisa.

Oliver al ver que bromeaba correspondió su sonrisa, era una buena señal. Ya no estaba tan asustada como antes, y eso era bueno.

-- Aun así.

Oliver desvió la mirada hacia su reloj.

-- ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuviste la primera contracción?
-- Creo que una hora y media. ¿Por qué? ¿Es malo?
-- No. Claro que no. Solamente preguntaba para poder controlarte mejor, nada más.


Felicity le obligó a que la mirara fijamente.

-- Oli si pasara algo, me lo dirías, ¿verdad?

Durante un par de segundos, él no contestó. No quería ni siquiera pensar en esa posibilidad, no soportaría que algo malo le pasara a Felicity o a su hija. Pero de darse el caso, tenía muy claro cuál sería su decisión.

Oliver la miró con ternura, acariciando su mejilla.

-- No va a pasaros nada. Te lo prometo.

Felicity acercó una mano a la suya para poder entrelazarlas.

-- Sé que nunca hemos hablado de esto pero…
-- Shhhh, no digas nada.
-- Déjame acabar.- casi sin poder hablar, un nudo se formó en su garganta.- Si algo pasara y tuvieras que elegir…- una lágrima recorrió su rostro mojando sus labios.
-- Felicity no…
-- Elígela a ella. Tienes que prometérmelo.
-- No voy a hacerlo porque no va a pasarte nada.- acercó su frente a ella, acariciando su nariz.-Además qué haría yo sin mi chica miércoles.


Oliver consiguió lo que quería, que ella sonriera.

-- Es viernes.
-- Lo sé. Pero ha merecido la pena.
-- Ou toca toca.


Agarró su mano colocándola sobre su vientre para que pudiera sentir lo que estaba ocurriendo.

-- Eso ha sido una patada muy fuerte.
-- Sí, creo que nuestra hija va a ser como mínimo karateka Profesional.
-- Al menos no será tan peligroso como ser Ceo de una gran empresa, o propietario de un club nocturno.
-- Francamente, agradecería mucho que no siguiera nuestros pasos.


Una nueva contracción sobrevino conllevando su malestar.

-- Inspira, respira, eso es.
-- Voy a cambiar de postura. A una que te gusta mucho.


Oliver la ayudó a incorporarse sobre la cama para que pudiera ponerse a cuatro patas.

-- Tienes razón. Esta postura me gusta mucho. Sobre todo cuando yo estoy detrás.
-- Para eso todavía tendrás que esperar. – con cierta dificultad se inclinó hacia adelante, levantado su lindo culito hacia arriba y sosteniendo su peso sobre sus antebrazos.


Al observar que seguía con las inspiraciones, se acercó a ella.

-- ¿Estás mejor?
-- Un poco. ¿Te importa darme un masaje en la espalda?
-- Claro que no, espera.


Oliver se puso de rodillas en el centro de la cama justo detrás de ella para poder darle ese masaje que tanto necesitaba. Con movimientos suaves y lentos intentó quitarle presión y así aportarle algo de relajación.

-- Uhmmmmmm. Oh dios.
-- ¿Mejor?
-- Sí. Uhmmmm. Qué alivio.
-- Cielo, como empieces a gemir, vamos a tener un pequeño problema.
-- Sí lo sé. La línea que separa el dolor del placer es muy fina.
-- No me refería exactamente a eso.
-- ¿Entonces a qué?
-- Pues…


Antes de que pudiera contestar, unos pasos empezaron a escucharse dirigiéndose hacia el dormitorio.

-- Lo he calentado todo lo que he podido…

Al encontrarse a Felicity y a Oliver en esa postura bastante sexual, se puso muy nervioso, no sabiendo exactamente qué debía hacer.

-- Oh vaya, lo siento, no quería interrumpir…yo…sólo…- como la bolsa le quemaba necesitaba dejarla en algún sitio, así que tapándose los ojos, fue acercándose como pudo hasta la cama donde lo depositó con cuidado.- voy a esperar…fuera…mientras…vosotros…hacéis eso…

Al ver la reacción de Curtis, los dos muchachos se echaron a reír.

-- Creo que después de esto, Curtis no volverá a ser el mismo.- dijo Oliver bastante divertido ante la reacción de su compañero.
-- Nada volverá a ser lo mismo. Por cierto tenemos que hablar del tema “niñera”.
-- ¿Qué tenemos que hablar sobre eso?
-- Bueno, dado que nuestras vidas son de todo menos normales, hay que pensar en buscar a alguien de confianza para que cuide de ella.
-- Estoy de acuerdo. Pero aún tenemos tiempo para eso. Ya lo buscaremos con tranquilidad cuando estéis las dos en casa, a salvo.
-- ¿Tiempo? – Felicity intentó mirarle pero la postura no se lo permitía. Su tono era como de extrañeza.- ¡Ya vamos tarde!
-- ¿Tarde? Cielo nuestra hija no ha nacido todavía.
-- Te olvidas de que nuestra hija, no es una niña normal. Ouuuuuuuuu- tuvo que hacer una pausa para respirar – Su padre es el alcalde de la ciudad lo cual ya de por si es arriesgado, pero si a eso le sumamos que es el justiciero, la tasa de peligrosidad- Ouuuuuuuu- se triplica.
-- Vale vale, respira.


Oliver se acercó a ella para que le cogiera la mano.

-- Voy a sentarme un poco.

Con movimientos lentos pero constantes, Felicity pudo sentarse sobre la cama levantando ligeramente su zona pélvica con los cojines, tras lo cual prosiguió con su explicación.

-- Su madre, que es una hacker, muy buena por cierto,- al oír esto una sonrisa asomó a los labios de Oliver.- trabaja de manera encubierta con su puñetero padre, lo cual aumenta nuestro índice de peligrosidad a un 200%.

Felicity dejó de masajear su barriga para pedir la mano de Oliver, la necesitaba. Le sobrevino una contracción muy fuerte que necesitaba sobrellevar. Inspiraba y respiraba cada vez más entrecortadamente.

La fuerza con la que oprimía su mano le indicaba que el momento se acercaba más rápido de lo que creía.

-- Eso es, aprieta todo lo que necesites. Estoy aquí, contigo.
Felicity se retorcía, emitiendo gruñidos como consecuencia del dolor. Oliver la observaba impotente, no soportaba verla sufrir y no poder hacer nada.
-- Te juro que después de esto, no vas a tocarme en un mes…o dos.

Oliver no pudo evitar echarse a reír.

-- Trato hecho.

Cuando vio que ella se relajaba, soltó su mano para coger de nuevo la jeringuilla.

-- ¿Qué vas a hacer?
-- Voy a inyectarte el analgésico.
-- Puedo esperar.
-- Cuanto más esperemos más te dolerá, irás agotando tus fuerzas y cuando el bebé esté llegando estarás exhausta. Esto te ayudará.


A medida que hablaba, iba preparando la jeringuilla. Cuando la tuvo lista, desinfectó el lugar donde iba a ponerla y procedió. Felicity al sentir el pinchazo se sobresaltó.

-- Nunca me han gustado las agujas.- rechinó entre dientes.
-- Lo sé, pero esta vez te ayudarán. Pronto te sentirás mejor.


Oliver cogió la bolsa caliente y la colocó en su zona lumbar, presionándola contra su cuerpo. Poco a poco notaba que su espalda empezaba a relajarse.

-- Gracias.
-- No tienes que agradecerme nada. Ojalá pudiera hacer más.

Curtis, casi sin atreverse a mirar por miedo a lo que pudiera encontrarse, se acercó a la puerta de la habitación.
-- ¿Se puede?
-- Pasa Curtis. ¿Has podido arreglar el bloqueo?


Oliver le miró intencionadamente, necesitaba saber si habían avanzado algo puesto que  si esperaban más tiempo puede que fuera demasiado tarde.

-- Respecto a eso…hay una buena y una mala noticia. ¿Cuál queréis oír primero? – Una sonrisa nerviosa acudió a sus labios mientras gesticulaba con las manos.
-- La mala…- contestó Felicity
-- La mala noticia es que blindamos tan bien nuestro sistema ante ataques externos que me está resultando casi imposible acceder a él.
-- ¿Y la buena noticia? – Preguntó Oliver algo extrañado
-- Que si esto realmente hubiese sido un ataque enemigo, podéis estar tranquilos, ¡somos impenetrables! – dijo Curtis orgulloso y emocionado de su trabajo.


Felicity y Oliver se le quedaron mirando algo resignados, no sabiendo muy bien si aplaudirle o ahogarle. 

Cuando ella intentó hablar, se encogió de dolor, jadeante y temblorosa.

-- Eso no puede ser bueno. – dijo el muchacho al contemplar cómo el rostro de su amiga iba desencajándose debatiéndose entre la furia y el dolor.

Oliver se arrodilló a su lado apretando su mano con firmeza.

-- Inspira. Expira. Tres cortas y una larga. Puedes hacerlo.
-- En las clases era más fácil.


Cuando parecía que estaba relajándose, otra nueva oleada le sobrevino. Esto inquietó a Oliver.

-- Felicity tengo que mirarte.
-- ¿Crees que está aquí ya verdad?- preguntó asustada viendo que su momento más temido estaba a punto de producirse.


Oliver no dijo nada, simplemente se sentó frente a ella, pero antes de examinarla se giró hacia Curtis que permanecía tras él.

-- Curtis, cógele la mano. Eso la ayudará.
-- ¿Qué? He visto cómo te la ha cogido a ti, si le doy la mía la estrujará como si fuera un simple papel.
-- ¿Prefieres examinarla?
-- Si me lo pones así…


Curtis se acercó a ella ofreciéndole su mano no sin cierto miedo. Ella al principio no la aceptó pero ante el dolor intenso de una nueva contracción la agarró enérgicamente apretando la mandíbula. Curtis estaba impresionado, no dejaba de preguntarse totalmente admirado, de dónde sacaba toda esa fuerza.

-- Recuérdame que nunca te haga enfadar.

Oliver al examinarla pudo ver que sus sospechas se estaban cumpliendo, tal como imaginaba su hija estaba a punto de llegar. Se levantó con el ceño ligeramente fruncido comenzando a palpar el vientre de la madre presionándolo, buscando a su hija.

-- ¿Qué está haciendo?
-- Viendo en qué postura está nuestro bebé.


Transcurridos algunos segundos la inquietud empezaba a apoderarse de ella, necesitaba saber qué pasaba.

-- ¿Está todo bien?

Cuando Oliver la miró supo que algo iba mal.

-- ¿Qué ocurre? No me mantengas al margen.
-- No quiero que te asustes ¿vale?


Oliver fue acercándose a ella manteniéndole la mirada, quería que viera que él estaba tranquilo.

-- Viene de nalgas, ¿es eso verdad?
-- Sí. Pero no pasa nada. Sólo es un pequeño contratiempo.


Al saber eso, Felicity empezó a emocionarse, apenas conteniendo las lágrimas, el miedo la invadía en cada poro de su piel.

En las clases preparto les explicaron que aunque no era lo normal, podía ocurrir. Y que si pasaba, no debían preocuparse puesto que estaban en buenas manos, en un lugar preparado para ello y que él médico actuaría en consecuencia. Pero su situación no era así… Estaban aislados, sin ayuda y sin material necesario.

Por su mente pasaban todas las cosas malas que podían ocurrir si algo no salía como debiera. Y todas acababan con su peor temor hecho realidad: perder a su bebé.

La sola idea de que eso llegara a pasar, la abría en canal…no lo soportaría.
La ansiedad producida estaba tensando su cuerpo, dificultándole el poder controlar adecuadamente la respiración. 


Oliver al verla, no dudó en hacer lo que tenía que hacer.

-- Curtis, ¿puedes dejarnos solos por favor?

El muchacho entendiendo que era un momento que les pertenecía solo a ellos, se retiró sin ningún problema.

Cuando estuvieron a solas, se sentó a su lado, acogió su mano para acariciarla suavemente mientras sus labios se fundían en un beso tierno.

Al separarse posó su frente sobre ella, empezó a susurrarle con voz pausada y tranquila. Necesitaba que se relajara, que confiara en él.

-- No vamos a perder a nuestro bebé.
-- ¿Cómo lo sabes? No tenemos los medios adecuados ni sabemos cómo hacerlo.
-- Puede que tú no. Pero yo sí.- esbozó una gran sonrisa de satisfacción
-- ¿Qué quieres decir?


Aquello logró captar su interés, alejando aunque fuera brevemente los fantasmas que la rondaban.

-- He estado practicando.
-- ¿Con qué? ¿Con una Nancy?
-- No. Se te olvida una cosa importante. Soy el alcalde. Y eso me da acceso a muchas cosas.
-- Como un útero femenino – le preguntó con sarcasmo.
-- Contactos. – le puntualizó él.- como tú bien has dicho, nuestras vidas no son normales, así que me preparé para lo imprevisible. ¿Te acuerdas del médico que atendió a Thea cuando la apuñalaron?
-- Ajá.
-- Pues… Le pedí ayuda para que me asesorara acerca de cómo actuar en un parto. Por si nos pasaba algo como esto.
-- Oh señor, ahora recuerdo por qué me enamoré de ti.

Las palabras de Oliver fueron como un bálsamo para ella. Siempre sabía cómo calmarla. No importaba en qué situación se encontraran.
-- Y entre las cosas que me enseñó, estaba la maniobra para recolocar a nuestro bebé en caso de que se colocara en una mala posición.

Felicity suspiró acariciando por instinto su vientre. Las contracciones no cesaban pero el analgésico había logrado atenuarlas.
Cuando levantó la vista vio que Oliver cogía de nuevo una jeringuilla, inyectándosela.


-- ¿Qué es?
-- Es un relajante muscular suave.  Relajará la zona pélvica y me ayudará a poder mover a nuestra hija con más facilidad.


Tras decir esto, se colocó en uno de los costados de su vientre para así poder maniobrar correctamente. Antes de empezar, colocó sus manos sobre la zona donde estaba el bebé, fijando su mirada en ella.

-- ¿Confías en mí?
-- Con quién iba a estar mejor que con su papá.


Ambos se miraron, compartiendo una sonrisa cómplice.

-- Si te duele. Avísame y pararemos.
-- Estoy lista.
-- Túmbate, respira profundamente e intenta mantener el cuerpo lo más relajado que puedas.
-- Vale.


Como un paciente obediente, Felicity hizo todo lo que había pedido.

-- Cierra los ojos. 

No podía ver exactamente qué era lo que hacía pero podía sentirlo. La presión que ejercían sus dedos sobre ella, cómo empujaba y se deslizaba sobre su vientre.  Y entonces…

-- Nunca pensé que diría esto… y menos en estas circunstancias pero…me está excitando.

Oliver sonrió.

-- Me alegra tener ese poder sobre ti.
-- Aprovéchate porque no lo vas a tener en mucho tiempo.


Con paciencia y sin descanso Oliver seguía intentando conseguir su objetivo. Transcurridos algunos minutos empezó a notar que Felicity comenzaba a estar algo molesta.

-- Aguanta un poco más.
-- Noto cómo se mueve.


Oliver prosiguió un poco más hasta que notó que ella daba un pequeño sobresalto.

-- ¿Una contracción?
-- No exactamente, he notado como algo hacía presión contra mí aquí.- colocó su mano cerca del lugar por donde el bebé debía salir
-- Bien. Eso es bueno.


La sonrisa de Oliver le hizo comprender que lo habían conseguido. Les había llevado algo de tiempo pero el bebé había reaccionado a los estímulos colocándose en una buena posición.

-- ¿Todo bien?
-- Bueno, el efecto del analgésico se está pasando. Pronto volveré a ser Cruela de Vil.
-- Por suerte tengo experiencia sobrellevándote. – contestó con una agradable sonrisa


Ella intentó reírse pero tuvo que agarrarse el vientre de nuevo, las contracciones habían vuelto: la fase final había llegado.

Un dolor muy fuerte la partió en dos. De lado a lado, centrándose sobre todo en la parte baja de su vientre.

-- Oli, ya está aquí. La siento. – intentó reanudar las respiraciones aunque los nervios no la dejaban demasiado
-- Tranquila. Todo va a salir bien.


Como regalo recibió un beso de su chico antes de alejarse de ella. Éste cogió una almohada colocándosela en la espalda, después cogió cojines que colocó debajo de sus rodillas para elevar las piernas y que pudiera descansar su peso.

Al escuchar un grito proveniente del dormitorio, Curtis se acercó para ver si todo iba bien, lo que no esperaba era encontrarse con aquellas vistas tan de cerca.

-- Ouuu. Ya veo que todo sigue su curso. – dijo desviando la mirada.

Oliver estaba desinfectándose las manos para poder colocarse los guantes.

-- Curtis, coge el barreño y llénala de agua caliente junto con algunas toallas. Corre.
-- Voy.


Felicity observó cómo Oliver se sentaba entre sus piernas.

-- No es lo mismo de siempre eh.- dijo jadeante
-- Un poco más grande pero sigue siendo mi segunda cosa favorita. Bueno, ahora será la tercera.


Sonrió intentando reconfortarla.

Curtis llegó apresurado con todo lo encargado dejándolo sobre la cama, cerca de Oliver por si lo necesitaba.

-- ¿Me necesitas para algo más?
-- Sí. ¿Te acuerdas de aquella pelota dura que tanto te gusta?
-- Claro.
-- Dásela.


No muy convencido de aquello, Curtis accedió.

-- ¿Estás seguro? Porque es muy dura no creo que…

Oliver le miró fijamente.

-- Hazlo.

Conciso, rotundo y firme.

Al sentir algo que podía apretar entre sus dedos, no dudó en hacerlo. Eso la aliviaba.

-- Oli, quiero empujar.
-- No aún no. Respira profundamente. Intenta aguantar.


Felicity intentó seguir sus instrucciones pero su cuerpo lo necesitaba.

-- No tengo elección….

Tras el primer empuje, intentó respirar más pausadamente, pero le estaba resultando difícil, su cuerpo no le daba tregua.

Curtis permanecía a su lado, nervioso y sobrecogido, nunca antes había vivido una experiencia igual.

-- Cuando pedí más emoción en mi vida, jamás pensé que llegaría a ver esto.

A pesar de que siempre le habían hecho sentirse como parte del equipo, en aquel momento, algo en su interior le decía que su sitio no estaba ahí.

Silencioso y feliz de poder formar parte de aquel maravilloso acontecimiento, fue alejándose poco a poco hacia la puerta, dándoles algo que él consideraba un regalo: que ese momento fuera únicamente suyo.

-- Sin duda, este es el mejor trabajo del mundo.- Susurró para sí emocionado y sonriente, dirigiéndole una última mirada a su compañera antes de marcharse.

Felicity, ajena a todo esto, se aferraba a las sábanas con fuerza, las inspiraciones se volvían cada vez más cortas y aceleradas.

-- Dueleee. Duele muchoooo.
-- Lo sé. ¿Pero sabes una cosa? Tú eres más fuerte.


Ella gruñó retorciéndose, aguantando aquella contracción. En cuanto su cuerpo inspiró aire, la obligó a empujar de nuevo.

-- Eso es. Lo estás haciendo muy bien.

Cuando puedo relajarse, empezaba a sentir que las fuerzas la abandonaban, el dolor era demasiado intenso y constante.

-- No puedo hacerlo.- su voz sonaba algo apagada, entrecortada debido al cansancio

Oliver cogió su mano con fuerza.

-- Puedes hacerlo. Estoy aquí contigo.

Se levantó de su asiento, cogió una toalla que mojó previamente en agua fría y se sentó a su lado.

-- Eres Felicity Smoak. La mujer más fuerte, valiente e independiente que he conocido.

Su voz era dulce y melosa. Sus manos, casi como una caricia, limpiaban el sudor de su rostro. Sentir algo fresco sobre su frente, la reconfortó.

-- No es cierto. Conoces a Nyssa y a Sara.
-- Ninguna de ellas tuvo el valor de enfrentarse, Sola, a Ra’s AlGhul.


Una sonrisa se dibujó en sus labios al recordar aquel momento. Ella, furiosa y enamorada, fue a exigirle a pedirle a la cabeza del demonio que liberara a Oliver de su promesa para así poder volver a casa.

-- Eso es cierto.
-- Hemos sobrevivido a cosas peores. Un terremoto, misiles nucleares, la liga de asesinos. Incluso sobreviviste a Isabel Rochev. Esto para ti no es nada.


El tono de voz era distendido y alegre, quería distender un poco la tensión del momento para que ella sonriera. 

-- Odiaba a esa mujer.
-- Lo sé. Y ahora vas a ser la mujer que traiga al mundo a nuestra hija. Lo haremos juntos ¿vale?.


Su mirada era cálida, le infundía valor, envolviéndola en un manto protector suave, donde ella podía sentirse segura. Con él a su lado, se sentía capaz de hacer cualquier cosa.

Emocionada y sonriente, asintió acariciando su mano.

-- Bien. – asintió correspondiendo su sonrisa

Verla más animada también le ayudó a él, estaba preocupado y nervioso, pero sabía que en aquel momento, él debía ser el pilar de los dos. Ella le necesitaba ahora más que nunca.

-- Cuando cuente tres damos un empujón fuerte, ¿vale?
-- Vale.


Le ofreció su mano para que la cogiera, ella agradecida aceptó su ofrecimiento.

-- 3, 2, 1. Empuja.

Felicity empujó con todas sus fuerzas, tenía tan apretada la mandíbula que casi le dolía. Cuando ya no pudo más, soltó un resoplido acompañado de inspiraciones cortas y muy rápidas. Necesitaba aire.

-- Ya está, ya está. Recupérate.
-- ¿Esto va a durar mucho?
-- Creo que no. Ya puedo verla.


Oliver buscó su mirada mientras no podía evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios.

-- ¿Puedes verla? ¿Está bien?- ya no podía controlar sus nervios, sus ganas de tenerla entre sus brazos
-- Sólo puedo ver un poco de su cabecita.
-- Ouhh, quiero cogerla ya. No puedo aguantar más.
-- Sólo un poco más y todo habrá acabado. Te lo prometo.


Ella asintió conformándose, sólo tenía que luchar un poco más, un esfuerzo más y la pesadilla terminaría.

-- Bien, cuando sientas la próxima contracción quiero que empujes, ¿de acuerdo?
-- No creo que eso me resulte difícil. Mi cuerpo no me deja hacer otra cosa.


Una vez concedido un breve periodo de tregua, una nueva contracción se abría camino. Cuando Oliver la vio respirar más entrecortadamente casi encogida supo que el momento había llegado.

-- Vamos cielo, puedes hacerlo. Empuja fuerte.

Ella apretó con fuerza, sus dedos estaban rojos sobre la pelota que sostenía. Su cuerpo ya no podía más.

Oliver nervioso, casi con manos temblorosas, empezó a sostener la cabeza de su bebé.

-- Sé que estás agotada pero necesito un último empujón. Sólo uno. 

Felicity cogió aire, sabiendo que el final había llegado, que ya podía casi rozarlo, que por fin podría acariciar a su hija, hizo acopio de la escasa energía que aún le quedaba, e hizo su último esfuerzo, ayudando así a Oliver a sacarla por fin de su refugio, del lugar que la había acogido durante todos estos meses.

El sentimiento que le embargó al poder tener entre sus brazos a su hija, era indescriptible e inmenso. No había nada comparable. Era tan pequeña, tan frágil pero tan hermosa… La emoción le embargaba, no pudiendo contener las lágrimas ni borrar aquella grandiosa sonrisa de sus labios.

El cuerpo de Felicity al sentir que todo había terminado, exhausto y agotado se dejó caer sobre la almohada, recuperando poco a poco el aliento.

Al no escuchar nada, ni siquiera un leve lloriqueo, se asustó.

-- Oli, ¿está bien? ¿Pasa algo?

Oliver se acercó a ella con esa mirada que consiguió enamorarla: intensa, chispeante. Al mirar hacia sus manos, se dio cuenta de que llevaba algo arropado entre sus brazos.

-- No pasa nada mamá. Sólo que alguien está deseando conocerte.

Felicity comenzó a llorar antes siquiera de poder verla.

Con cuidado, Oliver colocó a la pequeña sobre su pecho, pudiendo finalmente contemplar aquella imagen por la que llevaba tanto tiempo esperando. Las dos mujeres de su vida, juntas.

Durante el embarazo, cuando se desvelaba, la observaba mientras dormía, y sin que se diera cuenta, acariciaba su barriguita. Era entonces, cuando se daba cuenta de que, por segunda vez en su vida, se sentía pleno… no podía pedir nada más.

Oliver había luchado mucho para conseguirlo y estaba dispuesto a protegerlo con uñas y dientes.

-- Es preciosa. Perfecta.- su voz, quebrada por la emoción, apenas podía salir de sus labios.

No podía dejar de admirarla, de tocar esos diminutos deditos. La pequeña intentó abrir los ojos buscando el calor de su madre. Una sensación cálida, desbordante y única recorrió todo su cuerpo.

En ese instante, Felicity comprendió muchas cosas. Supo que pasara lo que pasara, ella siempre estaría ahí…para cuidarla y protegerla.

Ahora sabía lo injusta que había sido con su madre en algunas ocasiones. No podía explicar con palabras todas las sensaciones que brotaban en su interior.
Oliver permanecía tumbado junto a ella, abrazándola en silencio. No necesitaba nada más.


-- Lo hemos conseguido.
-- Sí. Somos un buen equipo. – le contestó sonriente.


Oliver acarició con ternura la mejilla de su chica, para después, sentir el suave tacto de la piel de su pequeña en sus labios, al poder besar su frente.

-- Aquí tengo todo lo que necesito para ser feliz.

Sus ojos trasmitían ese amor profundo que le embargaba, esa devoción absoluta  hacia la mujer que yacía a su lado.

-- Te quiero.

Y era plenamente correspondido.

-- Y yo a ti.

Se buscaron con la mirada, cómplices de su felicidad, no pudiendo frenar que una sonrisa se dibujara en sus labios.

Oliver se inclinó sobre ella fundiéndose en un beso lento, pasional, culminando aquel momento que quedaría grabado en sus recuerdos para siempre.

Al separarse Felicity juntó su frente a él, acariciando su nariz. Necesitaba quedarse así, aunque fuera sólo por un rato.

Ajeno a todo lo que había ocurrido en la guarida, un apresurado y nervioso Diggle hacía su aparición portando en las manos un maletín de médico. Al ver Curtis se acercó a él, quedándose a su lado.

-- ¿He llegado a tiempo?
-- Depende. Si es para conocer a tu nueva sobrinita, llegas justo a tiempo.- le contestó muy sonriente mientras observaba a los recién estrenados papás con la pequeñaja.


Diggle dirigió su mirada hacia el interior del dormitorio, quedándose completamente  embelesado con la imagen que se le ofrecía. Sus labios instintivamente se curvaron mostrando una sonrisa.

Aún le costaba asimilar que todo aquello fuera real. Se asombraba de cómo había cambiado todo en tan poco tiempo. Hace 5 años Oliver era un hombre distinto, aunque había experimentado un cambio sobrehumano desde que llegara a esa isla, la oscuridad que le consumía no le permitía avanzar. Estaba encerrado en sí mismo no permitiendo que nadie accediera a él, nadie salvo Felicity.

Con ella se comportaba de manera diferente. Cuando estaba con ella, era más tierno, sonriente, abierto. Con ella, la coraza parecía caer, aunque fuera momentáneamente.

Poco a poco, la influencia de Felicity consiguió que el asesino diera paso al hombre, llegando a convertirle en quién era a día de hoy.

Fue testigo de cómo el amor fue surgiendo entre ellos… comenzando como compañeros, llegando a ser amigos para finalmente convertirse en amantes.

Aunque al principio ambos lo negaban, desde que sus caminos se cruzaron algo surgió entre ellos, uniéndoles irremediablemente. A cada paso que daban, esa unión se hacía más y más fuerte, dando como fruto de ese amor: una preciosa niña.

Le llenaba de satisfacción y orgullo haber podido formar de todo ese proceso.

-- Dejémosles un rato a solas. Se lo han ganado.

Ambos hombres abandonaron el lugar, sonrientes y felices, por la llegada al equipo de esta preciosa y deseada criatura.

Un rato después…

Aprovechando aquel momento de tranquilidad, Curtis pudo concentrarse más fácilmente en su tarea.

-- ¿Crees que podrás solucionarlo?
-- Con tiempo y perseverancia todo se alcanza.
-- Es un buen lema.


Las puertas del dormitorio se abrieron, mostrando a un Oliver cansado, algo manchado de sangre pero radiante y feliz.

Cuando su mirada se cruzó con la de su mejor amigo, ambos sonrieron. Habían llegado a tal punto de entendimiento y conocimiento mutuo que no les hacía falta nada más.

Diggle marchó a su encuentro, fundiéndose en un sincero y afectuoso abrazo con él.

-- Felicidades Hermano.
-- Gracias John.
-- ¿Cómo están las chicas?
-- Bien. Felicity está agotada pero ya sabes cómo es, dura como una roca. Y la peque… parece estar bien pero quiero llevarlas al hospital para asegurarme de que no hay ningún problema.
-- Claro. Es lo mejor.


Oliver miró hacia abajo momentáneamente exhalando el aire a través de su sonrisa.

-- Tenías razón John.- dirigió su mirada hacia el interior de la habitación que había dejado tras de sí, contemplando una vez más, aquella imagen que le tenía completamente enamorado. – Cuando ha llegado y he podido verlas juntas, todo ha cambiado.

Dig comprendía perfectamente a lo que se refería. Él había pasado por lo mismo. Posando una mano sobre el hombro de su compañero le advirtió:

-- Ya te advierto, que todo volverá a cambiar.
-- Ya…imagino que en casa todo será nuevo y diferente. – contestó posando sus manos a la altura de sus caderas en actitud pensante
-- Eso y cuando empiece a salir con chicos.


Oliver dirigió la vista hacia adelante, manteniéndose en silencio durante unos segundos.

-- Eso no ocurrirá nunca.

Curtis, que había escuchado la conversación desde la plataforma central sentado en su trono, no pudo evitar hacer un comentario.

-- ¿Qué vas a hacer? ¿No dejarla salir de casa?- preguntó chistoso
-- Esa es una opción, aunque conozco maneras mucho más eficientes de disuadir a quién lo intente. – su tono de voz sosegado, frío acompañando esa sonrisa casi maquiavélica, conllevó que un escalofrío le recorriera la espalda a su inocente compañero.


-- Estoy de acuerdo.- confirmó su tío protector John
-- En serio, dais miedo.


Tanto Dig como Oliver sonrieron.

-- Vamos, Felicity está deseando verte para que conozcas a tu sobrina. – colocó una mano en la espalda de su hermano, acompañándole.
-- Es totalmente recíproco.


Curtis impaciente, se puso de pie en su asiento pero Oliver intuyendo lo que iba a hacer, le hizo una advertencia levantando su dedo índice hacia él.

-- Primero sácanos de aquí. Después podrás verla.

El muchacho, frustrado, se dejó caer de nuevo sobre su silla.

-- Los suplentes, siempre se quedan en el banquillo.

La feliz mamá se encontraba meciendo a la pequeña, completamente absorta, cuando siente la presencia de alguien en la puerta. Diggle, algo tímido y cauteloso, pedía permiso para entrar.

-- ¿Se puede?

Al verle una gran sonrisa se dibujó en sus labios.

-- Pasa John.

Oliver reía divertido al ver cómo su amigo casi parecía tener miedo de acercarse. Se quedó apoyado en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados a la altura de su pecho,  para poder disfrutar de cerca aquel mágico y emotivo momento.

-- Hola mamá…– con una sonrisa y voz suave se inclinó un poco sobre ella para darle un beso en la mejilla, aunque enseguida cierta personita captó toda su atención…
-- Di hola al tío John.


Felicity se la ofreció para que pudiera cogerla, quería que fuera la primera persona aparte de ellos en poder tenerla en brazos disfrutando de ella.

Diggle no dudó ni un segundo en aceptar la oferta. Orgulloso y complacido, no podía dejar de contemplarla. Estaba como hipnotizado.

-- Es una preciosidad. Está claro que ha salido a su madre.
-- Bueno, yo espero haber aportado algo.


Ese comentario hizo que todos los presentes sonrieran.

-- ¿Ha ido todo bien? ¿Habéis tenido alguna complicación?

Felicity buscó la complicidad de Oliver.

-- Nada que su papá no haya podido solucionar.

Oliver le devolvió la mirada correspondiendo su sonrisa.

-- Bueno… y ¿cómo va a llamarse mi sobrinita? ¿Tenéis un nombre ya?

Oliver miró a Felicity y ella asintió.

-- Se llamará Emma.
-- Emma Queen Smoak. Me gusta.




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Como estamos en época de descanso de nuestra serie favorita hasta que comience la nueva temporada, intentaré ser vuestro suministro d...