Quiero pedir perdón por el retraso de esta subida pero es que me surgieron problemas a la hora de publicarlo y por eso he tenido que dejarlo para hoy.
Dicho esto... Aquí tenéis una nueva entrega de "Nuestra Primera Cita Olicity"
En esta parte se mezclan muchas cosas: risas, amor, confesiones...
Como siempre espero que lo disfrutéis.
¡Muchas gracias por vuestra fidelidad capítulo tras capítulo! ¡Me hace mucha ilusión poder compartir esto con vosotros!
Dedicado a mis mosqueteras: no sabéis lo que disfruto creando esta preciosa historia con vosotras. Muchas gracias por vuestra paciencia y vuestra ayuda. ¡Os quiero!
¡AsWriters Forever!
Cita 5 Parte
-- Entonces supongo que el mundo del chocolate no tendrá secretos para ti.
Felicity iba a contestar pero decidió ser cautelosa. Conociendo a Oliver, no estaba totalmente segura de que esa frase no tuviera un doble sentido. Y lo que era todavía peor, estaba segura que fuera lo que fuera, ella no lo habría practicado nunca.
-- ¿Puedo usar el comodín de la llamada?
Oliver sonrió abiertamente. Adoraba a esa mujer. Adoraba todas y cada una de sus reacciones, adoraba su carácter, su fuerza y su determinación. Contemplándola no podía dejar de pensar en lo afortunado que era.
En aquel preciso instante supo que su vida ya nunca volvería a ser la misma. Que su vida sin ella ya no tenía sentido.
En su interior Oliver sentía que estaba en deuda con Diggle, puesto que le había brindado el mejor regalo que podría haber imaginado: ser feliz.
Felicity se sentía tan feliz que ni siquiera era consciente del tiempo que había transcurrido. Sin embargo un pequeño rugido proveniente de su estómago, se lo recordó. Algo avergonzada, intentó disculparse.
-- Vaya lo siento. Es que no he comido nada desde el almuerzo.
-- Tendré que hablar con tu jefe para que no sea tan duro contigo.
-- Oh no, no será necesario. Mi jefe es muy bueno conmigo. De hecho, me dejó salir antes del trabajo pero… los nervios no me dejaban probar bocado.
-- ¿Estabas nerviosa por estar conmigo?
No pasó desapercibido para ella el tono insinuante de su pregunta.
-- ¿Honestamente? Me aterraba meter la pata. Ya sabes que cuando estoy nerviosa pierdo el poco filtro que tengo, por lo que las probabilidades de que todo se hubiera estropeado eran bastante altas.
-- Felicity… Me encantas tal y como eres. No cambiaría nada de ti.
-- Ni siquiera mis balbuceos y mis ataques de genio.
Oliver sonrió.
-- Ni siquiera eso.
-- Pues cuando estás enfadado, nadie lo diría.
-- Eso es porque en ese momento está presente mi parte más…
-- ¿Terca…obstinada…irritante?
-- Por poner un ejemplo, sí.
Una sonrisa se dibujó en sus rostros. Una sonrisa única. Sus miradas se buscaron, encontrando ese brillo especial que sólo algunos afortunados tienen la suerte de experimentar.
Sin darse cuenta, los nervios habían desaparecido por completo, dejándose invadir por una sensación de plenitud, cálida y agradable… Aunque por desgracia no pudieron disfrutarla demasiado tiempo.
El camarero irrumpió de nuevo en la sala, portando el primer plato de la noche: un entrante obsequio de la casa: Tostas perfectamente decoradas, cubiertas con una fina capa de paté de pato y una mermelada de frutos rojos.
Al terminar de servir el aperitivo, colocó en la mesa una nueva cubitera que albergaba dos elegantes botellas de cristal, una con vino rosado y otra con agua. Dirigió su mirada hacia Oliver para confirmar si podía proceder a rellenar las copas.
Su presencia hizo que permanecieran en silencio, comiéndose con la mirada.
-- Que lo disfruten.
-- Gracias.- contestaron al unísono
Lo primero que hizo Oliver fue coger su copa alzándola en un brindis, gesto que ella correspondió con una gran sonrisa.
-- Por Nosotros. – dijo muy sonriente
-- Por Nosotros. Y… porque nuestra segunda cita no sea tan accidentada como la primera.
-- Brindo por ello.
Finalizaron aquel momento tan simbólico con un beso dulce, sencillo pero lleno de significado.
Cuando se centraron finalmente en la comida, las reacciones no se hicieron esperar. Felicity miraba con atención aquel extraño plato, preguntándose no sólo de qué estaría hecho sino dándose cuenta de que sólo habían traído un plato, lo cual llamó su atención. No atreviéndose a tomar la iniciativa, dejó que Oliver diera el primer paso. Él reía divertido observando cada uno de sus gestos, absorta en su pequeño mundo. Por su cabeza pasaban todo tipo de ideas, desde el animal más pequeño hasta el más grande, siendo no menos cierto que ante la idea de que fuera algo atípico como paté de hígado de cocodrilo, sintió cierto reparo.
-- Es un plato para compartir. Espero que te guste.
Oliver caballerosamente cogió el plato ofreciéndole a ella la oportunidad de escoger primero.
-- Me tranquilizaría saber qué voy a comerme.
-- ¿Confías en mí?
-- Sí.
Oliver cogió un canapé acercándoselo a los labios.
-- Entonces pruébalo.
A pesar de que su aspecto daba a entender que su sabor podía ser fuerte, al dar el primer bocado, pudo disfrutar de una crema suave que contrastaba muy bien con la acidez de los frutos rojos.
-- Uhmmm, está delicioso. Tiene un sabor distinto pero…me gusta.
Oliver sonreía mientras degustaba otro canapé.
-- ¿Quieres saber lo que es?
-- Por favor dime que no es hígado de cocodrilo.
Oliver emitió una pequeña carcajada ante el comentario de su compañera.
-- Tranquila, las reservas se agotaron esta mañana.
Ante la cara de estupefacción de Felicity, no pudo evitar reírse.
-- ¡Te estás burlando de mí! – dijo ella atizándole en el brazo
-- Sólo un poco.
-- Serás malo… De esta me vengaré. Que lo sepas.- le amenazó con su dedo índice, apretando los labios, lo cual en ella significaba que iba en serio
-- Prometo que te compensaré. – Oliver dio un sorbo de su copa
-- ¿Haciendo el amor conmigo esta noche por ejemplo?
Aquella respuesta fue tan inesperada para Oliver como para Felicity. Surgió sin pensarlo, sin medirlo, dando forma quizá a sus deseos más ocultos.
Miradas de sorpresa y deseo se entremezclaban, fundiéndose de una manera única entre ellos.
Aunque intentaba reaccionar, su propuesta había dejado a Oliver sin palabras… casi atragantándose.
-- Yo…
Al ver la confusión generada en su compañero, Felicity se arrepintió de su gigantesco impulso. Era un paso demasiado grande. Si lo hubiera meditado se habría frenado antes de tirarse al precipicio.
-- No te preocupes. Lo entiendo. Ha sido un error. Lo siento.
Felicity no podía ni tan siquiera mirarle. Se avergonzaba enormemente de lo ocurrido.
-- No es un error.
Oliver levantó su barbilla con suavidad, buscó su mirada. Quería que sintiera lo que él estaba sintiendo.
-- No hay cosa que me gustaría más que hacer el amor contigo.- lo dijo con serenidad pero rotundo y firme.- de hecho si soy totalmente honesto, me está costando controlarme desde hace un rato.
Una sonrisa se iluminó en el rostro de Felicity. Aquella confesión calmó su dolor, estimulando esas mariposas que revoloteaban en su estómago desde que aquel maravilloso sueño había comenzado.
-- John te matará cuando se entere.
-- Lo sé. Pero habrá merecido la pena.
Felicity con una mirada algo pícara cogió uno de los aperitivos acercándoselo a Oliver para que lo mordiera.
-- ¿Es para compartir no?
Él sonrió mordiendo solamente una mitad del canapé, sosteniéndole esa mirada que parecía estar desnudándole poco a poco.
-- Sabes, estoy conociendo una nueva faceta tuya que me está empezando a gustar. Creo que la voy a necesitar más a menudo.
-- Hay que ganársela señor Queen. –contestó con una sonrisa
-- Ya veo. Entonces supongo que tendré que entregarme a fondo.
-- Muy a fondo. No soy una chica fácil. De hecho puede ser muy duro.
-- Podré soportarlo. La recompensa, es muy valiosa.
Su sonrisa les delataba. El matiz sensual que envolvía sus palabras mostraba lo mucho que habían avanzado. Todo aquello que les separaba había ido cediendo a cada paso, dándoles la oportunidad de crear un nuevo vínculo. mucho más fuerte. Casi indestructible.
Absortos el uno en el otro, casi no escucharon el sonido que provenía del bolso de Felicity. Instintivamente Oliver tocó el bolsillo de su chaqueta, olvidando que minutos antes lo había desconectado.
-- No es el mío.
-- Oh entonces es el mío. Perdona un segundo.
Felicity revolvió nerviosa el bolso en busca de su móvil. Quería apagarlo o matar a la persona que había tenido la genial idea de estropearle la cita.
-- Madre mía no te das cuenta de que tienes el bolso de Mary Poppins hasta que tienes prisa.
Cuando por fin lo tuvo entre sus manos, deseó no haberlo cogido. Aquel nombre reflejado en su pantalla sólo podía significar una cosa: Problemas…Y con ellos el fin de su maravillosa noche juntos.
Observar el rostro compungido de su compañera, fue suficiente para saber lo que estaba pasando.
-- ¿Es Dig verdad?
-- Sí…
Oliver no quiso decir nada más. Quería que fuera ella la que tomara la decisión, ya que decidiera lo que decidiera, él lo respetaría.
-- Mierda... Por qué por una vez no podía ser la pesada tele operadora de teléfono.
Los tonos se sucedían cada vez con más frecuencia consiguiendo que su corazón se acelerara. La indecisión que la consumía era tan fuerte que no le permitía pensar con claridad.
Intentando hallar una solución, buscó la mirada de Oliver. Necesitaba que la guiara, que le mostrara una señal de si debía contestar o no.
-- La decisión es tuya.
-- Qué momento más inoportuno has elegido para empezar a delegar.
Por su mente pasaban cientos de imágenes… no dejaba de imaginar todos los desastres posibles por los que Dig podría requerir de su ayuda, teniendo todos un final francamente malo.
-- Yo y mi estúpido sentido del deber.- enrabietada y con algo de genio se levantó de su asiento, alejándose de su acompañante.
-- Más vale que un edificio se esté cayendo encima de un colegio o que un maremoto vaya a asolar la ciudad.
Dig desconcertado ante tan caluroso recibimiento, acogió su respuesta sin acritud.
-- Vaya… Yo también me alegro de escucharte Felicity.
Su compañera al darse cuenta de que su compañero no tenía la culpa de nada, rectificó rápidamente, volviendo a ser la misma de siempre.
-- Lo siento John, no quería parecer grosera pero es que me pillas en un mal momento.
-- Ya veo ya...
-- Bien, ¿Cuál es la emergencia?
-- Bueno, eso depende de lo preocupante que te parezca que Oliver lleve casi 1 hora con el móvil apagado.
Aquellas palabras hicieron que ella se girara buscando a Oliver justo en el sitio en el que ella deseaba estar.
-- Creo que me hago una ligera idea de dónde está.- automáticamente cerró los ojos dándose cuenta de su error.- Quiero decir, que es un hombre de costumbres.
-- Ya he estado en todos los sitios donde suele ir cuando quiere estar solo, y no hay ni rastro de él. Francamente… empiezo a estar preocupado, no es normal en Oliver desaparecer sin decir nada, al menos sin un motivo.
-- Hay uno muy bueno...- susurró para sí misma exhalando un suspiro
-- Felicity dime dónde estás, iré a recogerte.
-- ¡¡NO!!
-- ¿No?
Lo cierto era que la rotundidad de esa respuesta le cogió desprevenido.
-- Quiero decir, que no es necesario. Mira, estoy segura de que Oliver está bien, además sabes que soy una chica con recursos.... En cuanto termine lo que estoy haciendo me pongo a ello con mi tablet y te mando su ubicación para que te quedes tranquilo.
-- Felicity...¿Va todo bien?
-- Sí, claro...¿por qué habría de ir mal?
-- No sé te noto un poco nerviosa.
-- No, claro que no. Es sólo que estoy en casa con el pijama puesto, disfrutando de una sesión de palomitas, peli... y es una de las clásicas. Sería un crimen dejarla a medias ¿no crees? - contestó intentando que pareciera una respuesta inocente pero sobre todo creíble
-- Sin duda. Bien, en ese caso te dejo que sigas con tu sesión de cine. Que la disfrutes.
-- Gracias. Igualmente para ti. Buenas noches.
-- Buenas noches Felicity.
Diggle dejó aparcado a un lado su móvil esbozando una sonrisa. Lo que Felicity no sabía, es que durante la llamada, él había estado observando algo con suma atención: la luz roja parpadeante de dos puntos GPS reflejados en el panel del ordenador.
De vuelta en el restaurante, Felicity tuvo que respirar con fuerza un par de veces antes de volver a la mesa. Quería tranquilizarse para que Oliver no pensara que algo malo ocurría.
Al regresar a su sitio, supo que su ausencia había tenido algo bueno: le esperaba un delicioso cóctel en forma de crema, listo para ser degustado.
-- Qué buena pinta.- esbozó una sonrisa al comprobar que uno de los ingredientes no le era del todo desconocido, cosa que agradeció infinitamente.
Cogió una de las gambas que adornaban su copa, al morderla notó un cierto sabor afrutado.
-- Uhmmm, sabe a fruta.
Oliver observó que su estado de ánimo volvía a ser el de siempre, por lo que supo que el peligro había pasado.
-- Al menos esto sé lo que es. Y…antes de que preguntes, Dig sólo quería saber dónde estabas.
Oliver frunció el entrecejo, y ella al notarlo lo aclaró.
-- Lo tienes apagado desde antes de que entráramos al restaurante.- señaló hacia su móvil
-- Es cierto. Ya no me acordaba. – sonrió al darse cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo. Estando con ella perdía la noción de todo y eso no solía ocurrirle con frecuencia, más bien nunca.
-- Creo que lo tengo.
Oliver iba a contestar pero ella le paró. Al ver lo decidida que estaba, le concedió el beneficio de intentarlo.
-- Déjame a mí. – probó un poco más para afinar su paladar pudiendo así emitir su veredicto final.- Es una crema de espárragos.
Una gran sonrisa se dibujó en los labios de Oliver al ver la cara de circunstancias de su compañera suplicando que dijera que sí.
-- Es correcto.
-- ¡Bien! ¡Mini punto para el equipo de las chicas!- celebró orgullosa y con entusiasmo su pequeña gran victoria
Oliver empezó a degustar su cóctel cuando la voz de Felicity llamó su atención.
-- Tengo que admitirlo, hoy estás resultando ser una auténtica caja de sorpresas.
-- Debo reconocer que no todo el mérito es mío. Tener como madre a Moira Queen debía tener alguna cosa buena.
-- Touché.
-- Para mí, esto formaba parte casi de mi día a día.
Sus palabras albergaban un matiz casi nostálgico.
-- Mi día a día…eran clientes borrachos, tacones 18 horas y comida pre cocinada.
La expresión desbordantemente desconcertada de Oliver le hizo darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.
-- ¿Lo has escuchado?
Ante la evidente incomodidad de su compañera, no quiso insistir.
-- Sí, pero… no tienes que contármelo si no quieres. Sé lo que es tener algo dentro de ti que no quieres que nadie más conozca.
Ella agradeció ese espacio, la oportunidad de seguir siendo para él, aquella chica parlanchina y curiosa, una noche más.
-- Supongo…que tarde o temprano ibas a enterarte, así que mejor que lo sepas por mí.
Oliver la miró intentando trasmitirle la misma comprensión que ella le había mostrado minutos antes.
-- Nada de lo que puedas contarme, va a cambiar lo que siento por ti.
-- No estés tan seguro. Antes espera a escuchar lo que tengo que decir.
-- Aun escuchándolo, seguiré pensando lo mismo.
Le llevó algunos minutos hacer acopio del valor necesario para romper el candado que había mantenido cerrada esa caja a lo largo de los años. Inspiró con fuerza, el aire parecía haberse vuelto más denso para ella.
-- Habrás notado que tú y yo somos muy diferentes.
-- Algo había notado, sí. – haciendo clara referencia a sus caracteres tan dispares
-- Mientras…tú…nacías en una cuna de oro, yo… nacía en el aparcamiento de una zona de camping. Mis padres dentro de su mentalidad hippie pensaron que sería una buena idea.
Su carácter vivo y alegre había desaparecido. Su mirada había perdido ese brillo especial que la caracterizaba, mostrándose apagada y sombría.
Sólo entonces pudo darse cuenta de que lo que hasta ahora creía que era un punto de locura, era en realidad una coraza protectora. Un escudo frente a lo que realmente escondía: Dolor…resentimiento…vergüenza
Oliver la escuchaba atento, sin intervenir. Conocía a Felicity, sabía lo difícil que era para ella abrirse a los demás, su reticencia a contar nada acerca de su vida o que tuviera una mínima relación con su pasado. Era consciente del esfuerzo que estaba suponiendo para ella dar ese paso, estando agradecido por ello.
-- Crecí en un barrio…que no tiene nada que ver con este. Casi siempre estaba sola o con la vecina porque mi madre trabajaba de camarera para intentar sacarnos adelante.
-- De ahí lo de los borrachos.
-- A medida que fui creciendo me di cuenta de que tenía que ser perfecta, un fallo y todo cambiaría.
-- ¿No…tenías la ayuda de tu padre?
-- Mi padre…- una sonrisa irónica acudió a sus labios.- él…nos abandonó cuando yo era muy pequeña. Un día se fue y no volvió…aunque eso lo descubrí después de meses de espera frente a la ventana.
-- Lo siento mucho…No sabía nada de esto.
-- Eso es porque yo no quería que lo supieras.
Por primera vez desde que se conocieron, Oliver había conseguido algo imposible: empatizar con ella en lo más profundo de su alma, pudiendo llegar a sentir todo ese sufrimiento reprimido.
Sabía que sus palabras tendrían un efecto impactante sobre él, aludiendo a su compasión. Y ella no quería que la compadeciera. Había luchado mucho para ser quién era, para que todo lo que la unía a su pasado, desapareciera…
-- Tranquilo. Después de todo, tuvo su parte buena. Pude centrarme en mis estudios, terminando la carrera en un tiempo récord.
-- Y… lo de los tacones.
-- Durante el tiempo que estuve en la universidad, me trasladé a varios sitios, entre ellos el campus de la zona. Como el precio era bastante alto, mi madre no podía costearme los gastos que eso suponía, así que…tuve que trabajar de camarera, de azafata, de vendedora ambulante…
-- ¿Vendedora ambulante?
-- No preguntes.
Felicity le concedió unos segundos para que terminara de asimilarlo todo. Era mucha información para un solo día.
-- Vaya…Sólo puedo decir que estoy impresionado.
-- Qué gran historia, ¿verdad? Una madre conejita de playboy, un padre ausente, un ex novio que se suicidó…aunque bueno, qué es eso frente a 5 años en el purgatorio.
-- Dicho así, suena peor lo tuyo más que lo mío.
De repente se vieron envueltos en un silencio sepulcral.
-- Bien, ya se ha roto la magia. Puedes salir corriendo, no te culparé.
Felicity vio que se quedó inmóvil, callado…simplemente mirándola. Transcurrido un tiempo que no podría definir con exactitud, miró el reloj de su muñeca y contestó.
-- Sigo aquí. Y...aunque te moleste, quiero seguir conociéndote. Quiero saberlo todo sobre ti Felicity.
Nunca pudo imaginar que dos simples palabras pudieran tener tanto poder. Sin darse cuenta le había ofrecido el mejor regalo que podía darle: sentirse amada, aceptada sin restricciones.
Un sentimiento de sosiego fue expandiéndose en su interior, emocionándola… derritiendo un corazón que había tenido que aprender a ser fuerte, a no dejarse pisotear por nada ni por nadie.
A pesar de sus esfuerzos, las lágrimas emergieron, mostrando esa vulnerabilidad que tanto había luchado por ocultar.
Oliver se acercó un poco más ella, enternecido por su fragilidad, acarició su rostro con dulzura, borrando con las yemas de los dedos cualquier rastro de ese dolor en su piel.
-- Tengo que confesarte algo.
Ella levantó lentamente su mirada hacia él, con temor de que su mayor miedo se hubiera hecho realidad.
-- Creía que mis sentimientos por ti no podían cambiar. Pero me equivocaba…
Ella le miraba sin poder creer lo que estaba escuchando… No podía ser verdad que estuviera a punto de perderle.
-- Si antes estaba orgulloso de ti, ahora ese sentimiento se ha engrandecido aún más. Puede que tu madre no sea perfecta, pero me dio la oportunidad de conocer a la mujer más increíble del mundo. Y por ello le estaré siempre agradecido.
Esas palabras tan esperadas le devolvieron la ilusión. Su mirada dulce junto a ese deje salado en sus labios, era todo cuanto necesitaba.
Oliver quiso que se relajara, que olvidara los malos momentos.
-- Volviendo a un tema que me interesa. ¿Hay algún ex novio del que tenga que preocuparme?
-- ¿De todo lo que he dicho sólo te has quedado con eso?
-- Ahmm, me interesa saber si tengo competencia.
-- Nadie en su sano juicio sería capaz de aguantarme.
Con gesto sorprendido tras ese pequeño puñal recibido, Oliver le contestó.
-- Gracias por la parte que me toca.
-- Como dijo Dig una vez, tú nunca fuiste normal. Pero que conste que es cariño.
Oliver asentía con su sonrisa de CEO, aguantando estoicamente otro puñal envenenado, que de haber sido otra persona la que lo lanzaba su reacción habría sido distinta.
Al notar que estaba un poco molesto, se acurrucó con él haciéndole alguna que otra caricia.
-- Anda no te enfades. Si ya sabes que me encanta cómo eres. – su tono de voz meloso fue acompañado de un beso dulce en los labios, pensando que así se ablandaría.
Oliver la miró de reojo, acercándose a escasos milímetros de su boca.
-- Esta noche, cuando te quite el vestido, pienso cobrármelo.- sus palabras, convertidas en un susurro sensual y provocador, conllevaron que el cuerpo de Felicity se estremeciera de placer.
Ella quiso buscar su boca, saciar su sed…pero él se apartó, besándola con ternura en la comisura de los labios. Estaba poniéndola a prueba.
Felicity exhaló todo el aire a través de su sonrisa.
-- ¿Quieres jugar? Yo también sé jugar.
-- Estoy deseando verlo. – una sonrisa pícara se dibujó en sus labios mientras probaba un pequeño sorbo de su copa
Ninguno de los dos desvió la mirada, estaban disfrutando de aquel momento, explorando esa nueva y refrescante intimidad nacida entre ellos, que aunque todavía estaban aprendiendo a compartirla…muy pronto les llevaría a descubrir mundos desconocidos llenos de placer y muchas sorpresas.
Continuará...